/ viernes 19 de noviembre de 2021

Estar en línea requiere una educación integral

Estar en línea consiste, básicamente, en exponerse a ser víctima de la manipulación y la desinformación, así como de agresiones. Para evitar esto, es necesario que el usuario del medio cuente con habilidades especiales. Para navegar en internet se necesitan, además de habilidades técnicas, habilidades críticas. Esto implica una educación.

El engaño en las redes y plataformas de internet está a la orden del día, y en vez de menguar parece crecer, afectando a millones de usuarios que se conectan. Es un crecimiento debido a la omisión de los mismos usuarios, quienes no verifican datos en otras fuentes y si llegan a percatarse del engaño, no hacen nada para combatirlo.

La manipulación y la falsedad llegan y crecen en los espacios mediáticos no tanto porque los manipuladores y mentirosos son muchos, sino porque los usuarios críticos que denuncian y alertan sobre ellos son insuficientes para dar una eficaz batalla.

Un usuario bien educado para “estar en línea” cuenta con cierta autonomía intelectual que le permite explorar, discernir, cuestionar y denunciar los datos que se encuentran en la red. Por ello, al hablar de educación para las redes, debemos de ir más allá de la transmisión de habilidades técnicas; se necesitan habilidades críticas, propias de una conciencia y un criterio.

En línea se encuentran por igual buenas y malas voluntades, afanes de beneficio al otro, pero también intenciones de perjudicar sin mayor reparo. Y más que una campaña de moralización para el uso de las redes, necesitamos una formación en habilidades para discernir y señalar lo que en ellas intenta dañar.

Lo ideal sería que los usuarios de las redes aprendiéramos a ser internautas cautos y responsables. Quizá –y siendo muy optimista- la solución a la creciente manipulación y engaño digitales sea una mayor cantidad de usuarios con habilidades críticas que les permitan conectar y desconectar aplicando un buen juicio.

Quienes mienten y agreden en línea quizá no van dejar de hacerlo jamás; están en lo suyo, que es desinformar y lastimar a los demás. Pero quienes no queremos ser sus víctimas debemos prepararnos bien para saber detectarlos y proceder luego a desatenderlos. De esto se trata.

Estar en línea puede consistir en navegar en aguas muy turbias, y hay que capacitarnos bien para poder detectar las “informaciones” malintencionadas que sólo cunden en la opacidad; podemos educarnos para encontrar las rutas transparentes, en las cuales el compromiso es con la verdad y el respeto a los demás.

La educación para prevenir ser engañados es tan importante como la educación para acceder al medio donde podemos ser engañados. La tecnología y la técnica sin el criterio y la responsabilidad personales son sólo una parte. Necesitamos una educación integral contra la desinformación y la manipulación.


Estar en línea consiste, básicamente, en exponerse a ser víctima de la manipulación y la desinformación, así como de agresiones. Para evitar esto, es necesario que el usuario del medio cuente con habilidades especiales. Para navegar en internet se necesitan, además de habilidades técnicas, habilidades críticas. Esto implica una educación.

El engaño en las redes y plataformas de internet está a la orden del día, y en vez de menguar parece crecer, afectando a millones de usuarios que se conectan. Es un crecimiento debido a la omisión de los mismos usuarios, quienes no verifican datos en otras fuentes y si llegan a percatarse del engaño, no hacen nada para combatirlo.

La manipulación y la falsedad llegan y crecen en los espacios mediáticos no tanto porque los manipuladores y mentirosos son muchos, sino porque los usuarios críticos que denuncian y alertan sobre ellos son insuficientes para dar una eficaz batalla.

Un usuario bien educado para “estar en línea” cuenta con cierta autonomía intelectual que le permite explorar, discernir, cuestionar y denunciar los datos que se encuentran en la red. Por ello, al hablar de educación para las redes, debemos de ir más allá de la transmisión de habilidades técnicas; se necesitan habilidades críticas, propias de una conciencia y un criterio.

En línea se encuentran por igual buenas y malas voluntades, afanes de beneficio al otro, pero también intenciones de perjudicar sin mayor reparo. Y más que una campaña de moralización para el uso de las redes, necesitamos una formación en habilidades para discernir y señalar lo que en ellas intenta dañar.

Lo ideal sería que los usuarios de las redes aprendiéramos a ser internautas cautos y responsables. Quizá –y siendo muy optimista- la solución a la creciente manipulación y engaño digitales sea una mayor cantidad de usuarios con habilidades críticas que les permitan conectar y desconectar aplicando un buen juicio.

Quienes mienten y agreden en línea quizá no van dejar de hacerlo jamás; están en lo suyo, que es desinformar y lastimar a los demás. Pero quienes no queremos ser sus víctimas debemos prepararnos bien para saber detectarlos y proceder luego a desatenderlos. De esto se trata.

Estar en línea puede consistir en navegar en aguas muy turbias, y hay que capacitarnos bien para poder detectar las “informaciones” malintencionadas que sólo cunden en la opacidad; podemos educarnos para encontrar las rutas transparentes, en las cuales el compromiso es con la verdad y el respeto a los demás.

La educación para prevenir ser engañados es tan importante como la educación para acceder al medio donde podemos ser engañados. La tecnología y la técnica sin el criterio y la responsabilidad personales son sólo una parte. Necesitamos una educación integral contra la desinformación y la manipulación.