/ miércoles 28 de octubre de 2020

Estonia: Del fracaso soviético al éxito del libre mercado

Con la participación de Víctor H. Becerra

Estonia es un gran ejemplo de un país que hizo reformas de libre mercado de forma rápida y valientemente. El país hizo una transición ágil al libre mercado y por consiguiente a la democracia y a una sociedad abierta, con un gran éxito económico. Al hacerlo de forma temprana, logró consolidarse como la economía báltica más atractiva y ha tenido buenos beneficios como entrar en la Unión Europea (2004). En los últimos años la economía estoniana disfruta de uno de los mayores crecimientos de la Unión Europea. En tal sentido, Estonia podría ser un gran referente para otros países que quieren reformar exitosamente sus economías.

Estonia ha luchado larga y pacientemente por su libertad: en 1918 se independiza de Rusia y crea un estado moderno. La alegría no duraría mucho, ya que el país fue ocupado por los comunistas, los nazis y de nuevo los comunistas, hasta la caída de la Unión Soviética en 1991, cuando Estonia tuvo el liderazgo y la determinación para quebrar el status quo impuesto por la Unión Soviética. Así, ese año, Estonia obtiene su libertad después de 50 años de ocupación soviética.

En 1991 Estonia era una economía cerrada, que tenía todos los controles posibles contra el capital, barreras insuperables a la inversión extranjera y un tipo de cambio paralelo. Estonia accedió a la Unión Europea, lo que le dio acceso a un mercado inmenso para sus productores. Estonia goza de una gran agilidad en los trámites de exportaciones e importaciones. También tiene una gran apertura a la inversión extranjera directa.

Todas las empresas eran públicas. Hoy la privatización de empresas públicas está casi completa, sólo el puerto y las centrales eléctricas principales permanecen en manos del gobierno.

El país se abrió a la competencia. Se hizo una reforma fiscal que redujo los impuestos. Al respecto, se introdujo un ISR máximo de 20 por ciento. Estonia implementó también un gobierno electrónico para facilitar las transacciones y hacer los trámites en línea.

Estonia tiene gran calidad de regulaciones empresariales, ya que es fácil abrir empresas y no es costoso. No existe ningún costo burocrático. Los permisos para operar la empresa se obtienen en un tiempo razonable. Pagar impuestos es relativamente fácil ya que los impuestos son bajos y se tiene un impuesto único, lo que representa un enorme avance en cuanto a facilidad y predictibilidad impositiva.

En una conferencia organizada por el Instituto Económico de Montreal en abril 30 2004, Mart Laar, antiguo primer ministro de Estonia, dijo que no se deben subestimar las instituciones: no puede haber una economía de libre mercado sin un sistema de justica eficaz, que defienda la propiedad privada de los ciudadanos. También, según Laar, es importante no utilizar la vieja maquinaria estatal para tener éxito: la nueva administración no debe ser de la vieja guarda, ni deben estar contaminados por la antigua forma de hacer las cosas. Laar también recomienda hacer las reformas de libre mercado rápidamente, más que embarcarse en medidas graduales, aun si el gobierno sufre electoralmente o en su popularidad.

Así, si utilizamos el Reporte de Libertad Económica del Fraser Institute 2020 el mejor referente en libres mercados y calidad institucional, Estonia tiene un puntaje de 7.94 sobre 10 (10 es la mayor libertad económica posible) en un envidiable lugar 14 de 162 países de su ranking mundial, el más alto entre los países bálticos.

Con la participación de Víctor H. Becerra

Estonia es un gran ejemplo de un país que hizo reformas de libre mercado de forma rápida y valientemente. El país hizo una transición ágil al libre mercado y por consiguiente a la democracia y a una sociedad abierta, con un gran éxito económico. Al hacerlo de forma temprana, logró consolidarse como la economía báltica más atractiva y ha tenido buenos beneficios como entrar en la Unión Europea (2004). En los últimos años la economía estoniana disfruta de uno de los mayores crecimientos de la Unión Europea. En tal sentido, Estonia podría ser un gran referente para otros países que quieren reformar exitosamente sus economías.

Estonia ha luchado larga y pacientemente por su libertad: en 1918 se independiza de Rusia y crea un estado moderno. La alegría no duraría mucho, ya que el país fue ocupado por los comunistas, los nazis y de nuevo los comunistas, hasta la caída de la Unión Soviética en 1991, cuando Estonia tuvo el liderazgo y la determinación para quebrar el status quo impuesto por la Unión Soviética. Así, ese año, Estonia obtiene su libertad después de 50 años de ocupación soviética.

En 1991 Estonia era una economía cerrada, que tenía todos los controles posibles contra el capital, barreras insuperables a la inversión extranjera y un tipo de cambio paralelo. Estonia accedió a la Unión Europea, lo que le dio acceso a un mercado inmenso para sus productores. Estonia goza de una gran agilidad en los trámites de exportaciones e importaciones. También tiene una gran apertura a la inversión extranjera directa.

Todas las empresas eran públicas. Hoy la privatización de empresas públicas está casi completa, sólo el puerto y las centrales eléctricas principales permanecen en manos del gobierno.

El país se abrió a la competencia. Se hizo una reforma fiscal que redujo los impuestos. Al respecto, se introdujo un ISR máximo de 20 por ciento. Estonia implementó también un gobierno electrónico para facilitar las transacciones y hacer los trámites en línea.

Estonia tiene gran calidad de regulaciones empresariales, ya que es fácil abrir empresas y no es costoso. No existe ningún costo burocrático. Los permisos para operar la empresa se obtienen en un tiempo razonable. Pagar impuestos es relativamente fácil ya que los impuestos son bajos y se tiene un impuesto único, lo que representa un enorme avance en cuanto a facilidad y predictibilidad impositiva.

En una conferencia organizada por el Instituto Económico de Montreal en abril 30 2004, Mart Laar, antiguo primer ministro de Estonia, dijo que no se deben subestimar las instituciones: no puede haber una economía de libre mercado sin un sistema de justica eficaz, que defienda la propiedad privada de los ciudadanos. También, según Laar, es importante no utilizar la vieja maquinaria estatal para tener éxito: la nueva administración no debe ser de la vieja guarda, ni deben estar contaminados por la antigua forma de hacer las cosas. Laar también recomienda hacer las reformas de libre mercado rápidamente, más que embarcarse en medidas graduales, aun si el gobierno sufre electoralmente o en su popularidad.

Así, si utilizamos el Reporte de Libertad Económica del Fraser Institute 2020 el mejor referente en libres mercados y calidad institucional, Estonia tiene un puntaje de 7.94 sobre 10 (10 es la mayor libertad económica posible) en un envidiable lugar 14 de 162 países de su ranking mundial, el más alto entre los países bálticos.