/ viernes 16 de agosto de 2019

Ética ambiental

Junto con reglamentos que prohíban uso de bolsas y popotes de plástico, necesitamos –como sociedad- una concientización profunda sobre los retos y problemas ambientales a los que nos estamos enfrentando. Una crisis ambiental reclama ya nuestra responsabilidad.

Una ética ambiental es mucho más que una moda, es un modo de ser comprometido y asumido racionalmente, el cual se debe exigir a los gobiernos de todas partes y en todos los niveles, e igualmente a empresas y consumidores que parecen vivir de y para el desenfrenado consumo.

Hay que tomar el concepto de “ciudadanía responsable” como indispensable para la discusión sobre los valores y principios que necesitamos frente al medio ambiente; esa idea nos orienta hacia una racionalidad práctica sobre los recursos para la satisfacción de nuestras necesidades auténticas.

La ciudadanía responsable puede ser un punto de partida para la reflexión crítica y profunda sobre nuestras elecciones y sobre nuestra argumentación para justificar las decisiones sobre nuestra relación con el medio ambiente. La responsabilidad ciudadana es integral, en los campos político, económico y social.

El ciudadano responsable conoce y valora su libertad y los límites de la misma, así como sus derechos y los de otros seres vivos. La responsabilidad ciudadana sabe de los daños y los cuidados que es capaz de hacer como voluntad sobre el medio ambiente.

Es urgente una formación ética y cívica de las personas que promueva la responsabilidad basada en la discusión y la reflexión sobre las consecuencias nocivas y benéficas de la conducta humana. No es suficiente –y quizás sea hasta inútil frente al enorme reto ambiental que tenemos- que sea la memorización irreflexiva y la ritualización dogmática que suele darse en materias mal llamadas “ética” o “civismo”.

La ética es una disciplina reflexiva, cuestionadora; el civismo es un enfoque ético sobre nuestro compromiso de vivir en sociedad. La ética ambiental es –en vista muy general- la revisión crítica de los valores, principios y compromisos que necesitamos para preservar nuestro entorno natural como habitación respetable donde todos tenemos derecho a vivir bien.

Junto con reglamentos que prohíban uso de bolsas y popotes de plástico, necesitamos –como sociedad- una concientización profunda sobre los retos y problemas ambientales a los que nos estamos enfrentando. Una crisis ambiental reclama ya nuestra responsabilidad.

Una ética ambiental es mucho más que una moda, es un modo de ser comprometido y asumido racionalmente, el cual se debe exigir a los gobiernos de todas partes y en todos los niveles, e igualmente a empresas y consumidores que parecen vivir de y para el desenfrenado consumo.

Hay que tomar el concepto de “ciudadanía responsable” como indispensable para la discusión sobre los valores y principios que necesitamos frente al medio ambiente; esa idea nos orienta hacia una racionalidad práctica sobre los recursos para la satisfacción de nuestras necesidades auténticas.

La ciudadanía responsable puede ser un punto de partida para la reflexión crítica y profunda sobre nuestras elecciones y sobre nuestra argumentación para justificar las decisiones sobre nuestra relación con el medio ambiente. La responsabilidad ciudadana es integral, en los campos político, económico y social.

El ciudadano responsable conoce y valora su libertad y los límites de la misma, así como sus derechos y los de otros seres vivos. La responsabilidad ciudadana sabe de los daños y los cuidados que es capaz de hacer como voluntad sobre el medio ambiente.

Es urgente una formación ética y cívica de las personas que promueva la responsabilidad basada en la discusión y la reflexión sobre las consecuencias nocivas y benéficas de la conducta humana. No es suficiente –y quizás sea hasta inútil frente al enorme reto ambiental que tenemos- que sea la memorización irreflexiva y la ritualización dogmática que suele darse en materias mal llamadas “ética” o “civismo”.

La ética es una disciplina reflexiva, cuestionadora; el civismo es un enfoque ético sobre nuestro compromiso de vivir en sociedad. La ética ambiental es –en vista muy general- la revisión crítica de los valores, principios y compromisos que necesitamos para preservar nuestro entorno natural como habitación respetable donde todos tenemos derecho a vivir bien.