/ viernes 14 de mayo de 2021

Exigencia

Durante nuestro paso por esta vida es lógico que debamos encontrarnos ante circunstancias de todo tipo que nos resulten incómodas y difíciles. Además a diario escuchamos relatos de amigos que nos hablan de situaciones similares. También es cierto que cada persona actual de manera distinta en esos momentos. Unos tratan de huir, otros caen en la desesperación y se dan por vencidos sin oponer resistencia, otros simplemente se resignan y otros más hacen frente a las dificultades con grandeza de ánimo.

En estos temas cuenta mucho el tipo de educación familiar, pues hay padres que protegen en demasía a sus hijos sin darse cuenta que eso no los ayudará. Otros son muy exigentes sabiendo compensar ese rigor con el cariño y el diálogo lo cual suele dar resultados mucho más positivos.

Un ejemplo de maestro exigente es el ingeniero Arturo Alvarez (1935-1992), fue todo un personaje en la Universidad Autónoma de Guadalajara. Profesor de Química muy reconocido por su dedicación a la enseñanza y por la exigencia hacia sus alumnos (con un buen porcentaje de reprobados). Estaba plenamente convencido de que con los puros conocimientos no se llega lejos, por ello se esmeraba en fortalecer las virtudes de aquellos jóvenes. Un claro ejemplo de ello lo relata uno de aquellos discípulos quien años más tarde llegaría a ser un destacado empresario. En un agradecido testimonio por la exigencia de aquel profesor que no permitía la entrada al salón después de las 7:00 AM en punto. Un buen día a la hora de inicio de su clase, el ingeniero lo vio acercándose por el pasillo, pero le cerró la puerta del aula, lo que le molestó sobremanera y se quedó afuera para poder reclamarle su falta de comprensión a lo que él le respondió: “Mira güerito: La vida no te va a esperar". Este comentario se le quedó bien gravado y le sirvió durante toda su vida llegando a ser un hombre muy exitoso.

Desafortunadamente el ambiente social y la mercadotecnia nos anima a la búsqueda de una vida cada día más cómoda en la que se reprueba a aquellos padres, jefes, educadores y autoridades que exigen conductas a las que muchos consideran anticuadas y abusivas. Tristemente los resultados de esta mentalidad han ido fomentando la mediocridad que, entre otras cosas, produce personas incapaces de soportar las cargas necesarias para sacar adelante un matrimonio y, por lo mismo, una familia. Por eso se explica que el número de fracasos matrimoniales crezca y con ello, la violencia intrafamiliar, las infidelidades y los divorcios.

El tono de las redes sociales suele ser tan crítico y cáustico, que si se presenta la Quinta Sinfonía de Beethoven seguramente encontraremos cientos, o miles, de manitas con el pulgar hacia abajo. Son de esas personas que parece que desayunan un kilo de ceniza volcánica todos los días.

La repulsa a las virtudes de la fortaleza y la exigencia las cataloga como injustas; y quienes defienden la autodeterminación absoluta suelen terminar siendo ovejas y esclavos de sus propios caprichos.

www.padrealejandro.org

Durante nuestro paso por esta vida es lógico que debamos encontrarnos ante circunstancias de todo tipo que nos resulten incómodas y difíciles. Además a diario escuchamos relatos de amigos que nos hablan de situaciones similares. También es cierto que cada persona actual de manera distinta en esos momentos. Unos tratan de huir, otros caen en la desesperación y se dan por vencidos sin oponer resistencia, otros simplemente se resignan y otros más hacen frente a las dificultades con grandeza de ánimo.

En estos temas cuenta mucho el tipo de educación familiar, pues hay padres que protegen en demasía a sus hijos sin darse cuenta que eso no los ayudará. Otros son muy exigentes sabiendo compensar ese rigor con el cariño y el diálogo lo cual suele dar resultados mucho más positivos.

Un ejemplo de maestro exigente es el ingeniero Arturo Alvarez (1935-1992), fue todo un personaje en la Universidad Autónoma de Guadalajara. Profesor de Química muy reconocido por su dedicación a la enseñanza y por la exigencia hacia sus alumnos (con un buen porcentaje de reprobados). Estaba plenamente convencido de que con los puros conocimientos no se llega lejos, por ello se esmeraba en fortalecer las virtudes de aquellos jóvenes. Un claro ejemplo de ello lo relata uno de aquellos discípulos quien años más tarde llegaría a ser un destacado empresario. En un agradecido testimonio por la exigencia de aquel profesor que no permitía la entrada al salón después de las 7:00 AM en punto. Un buen día a la hora de inicio de su clase, el ingeniero lo vio acercándose por el pasillo, pero le cerró la puerta del aula, lo que le molestó sobremanera y se quedó afuera para poder reclamarle su falta de comprensión a lo que él le respondió: “Mira güerito: La vida no te va a esperar". Este comentario se le quedó bien gravado y le sirvió durante toda su vida llegando a ser un hombre muy exitoso.

Desafortunadamente el ambiente social y la mercadotecnia nos anima a la búsqueda de una vida cada día más cómoda en la que se reprueba a aquellos padres, jefes, educadores y autoridades que exigen conductas a las que muchos consideran anticuadas y abusivas. Tristemente los resultados de esta mentalidad han ido fomentando la mediocridad que, entre otras cosas, produce personas incapaces de soportar las cargas necesarias para sacar adelante un matrimonio y, por lo mismo, una familia. Por eso se explica que el número de fracasos matrimoniales crezca y con ello, la violencia intrafamiliar, las infidelidades y los divorcios.

El tono de las redes sociales suele ser tan crítico y cáustico, que si se presenta la Quinta Sinfonía de Beethoven seguramente encontraremos cientos, o miles, de manitas con el pulgar hacia abajo. Son de esas personas que parece que desayunan un kilo de ceniza volcánica todos los días.

La repulsa a las virtudes de la fortaleza y la exigencia las cataloga como injustas; y quienes defienden la autodeterminación absoluta suelen terminar siendo ovejas y esclavos de sus propios caprichos.

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