/ sábado 5 de enero de 2019

Expectativas

La confianza sólo consecuencia

Prácticamente nadie puede prometer confianza, la confianza se gana con acciones, decisiones, actitudes, resultados y hechos, menos aún en estos tiempos de la globalización y la interconexión de todo el planeta, donde las noticias, rumores y lo que se nos ocurra, que suceden en todos los países del mundo literalmente vuelan en un instante, y nadie puede esconder demasiados días sus acciones y reales intenciones.

Para que López Obrador pueda cumplirle a sus votantes necesita que el país crezca todos los años más de un 4%, y ello exige un clima político que estimule a todos a consumir sin preocupaciones, de otra manera el rico y el pobre aun teniendo dinero disponible, no lo gastará.

Este proceso de gastar y comprar en los mercados es lo que genera la famosa liquidez, o sea, que los negocios y las personas vean circular dinero en la calle porque, cuando este dinero no circula se frena la economía, especialmente las nuevas inversiones. Lo que mide la liquidez de un mercado nacional es el famoso índice de confianza del consumidor.

Asimismo, de existir confianza, los inversionistas nacionales tomarán sus billetes y los convertirán en nuevos procesos productivos de bienes y servicios, en la medida que exista precisamente un alto y positivo índice de confianza, y no se diga los inversionistas extranjeros.

La estabilidad, entusiasmo y tranquilidad que experimenta y cuida un país, también se ve reflejado en el precio de su moneda con respecto al dólar y al euro, lo cual se reflejará con mayor o menor inversión extranjera.

En estos momentos el gobierno de López Obrador, más los acontecimientos y las acciones omisiones y declaraciones de un sinnúmero de morenos ha lastimado en menos de dos meses la confianza nacional e internacional en México, como nunca antes.

En el pasado durante los gobiernos de Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría el presidente de la república tenía una mayor capacidad de maniobra para realizar prácticamente lo que se le ocurriera o le viniera en gana, debido a que el país se encontraba relativamente aislado del resto de las naciones y no existía el internet y por lo tanto tampoco existían las redes financieras internacionales que podían sacar de un país en pocos días miles de millones de pesos o de dólares.

Los procesos de negociación con los financieros internacionales sucedían lejos de los medios de comunicación, igual que la gran mayoría de los acontecimientos y metidas de pata de los gobiernos, congresos y tribunales.

Por ello y sin considerar todas las modificaciones constitucionales y legales que han restado poder al presidente de la república en las últimas tres décadas, AMLO hoy vive en un aparador nacional e internacional y debería ser cuidadoso de sus acciones, omisiones y declaraciones.

Por ello no se necesita ser un genio o un superanalista político, para afirmar que México hoy no está transmitiendo confianza ni nacional ni internacionalmente y que las declaraciones positivas, esperanzadoras y optimistas de algunos líderes patronales y grupos empresariales obedecen más al miedo o meros intentos para congraciarse con el nuevo gobierno, que con nuestra turbulenta y confusa realidad política nacional.

La confianza sólo consecuencia

Prácticamente nadie puede prometer confianza, la confianza se gana con acciones, decisiones, actitudes, resultados y hechos, menos aún en estos tiempos de la globalización y la interconexión de todo el planeta, donde las noticias, rumores y lo que se nos ocurra, que suceden en todos los países del mundo literalmente vuelan en un instante, y nadie puede esconder demasiados días sus acciones y reales intenciones.

Para que López Obrador pueda cumplirle a sus votantes necesita que el país crezca todos los años más de un 4%, y ello exige un clima político que estimule a todos a consumir sin preocupaciones, de otra manera el rico y el pobre aun teniendo dinero disponible, no lo gastará.

Este proceso de gastar y comprar en los mercados es lo que genera la famosa liquidez, o sea, que los negocios y las personas vean circular dinero en la calle porque, cuando este dinero no circula se frena la economía, especialmente las nuevas inversiones. Lo que mide la liquidez de un mercado nacional es el famoso índice de confianza del consumidor.

Asimismo, de existir confianza, los inversionistas nacionales tomarán sus billetes y los convertirán en nuevos procesos productivos de bienes y servicios, en la medida que exista precisamente un alto y positivo índice de confianza, y no se diga los inversionistas extranjeros.

La estabilidad, entusiasmo y tranquilidad que experimenta y cuida un país, también se ve reflejado en el precio de su moneda con respecto al dólar y al euro, lo cual se reflejará con mayor o menor inversión extranjera.

En estos momentos el gobierno de López Obrador, más los acontecimientos y las acciones omisiones y declaraciones de un sinnúmero de morenos ha lastimado en menos de dos meses la confianza nacional e internacional en México, como nunca antes.

En el pasado durante los gobiernos de Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría el presidente de la república tenía una mayor capacidad de maniobra para realizar prácticamente lo que se le ocurriera o le viniera en gana, debido a que el país se encontraba relativamente aislado del resto de las naciones y no existía el internet y por lo tanto tampoco existían las redes financieras internacionales que podían sacar de un país en pocos días miles de millones de pesos o de dólares.

Los procesos de negociación con los financieros internacionales sucedían lejos de los medios de comunicación, igual que la gran mayoría de los acontecimientos y metidas de pata de los gobiernos, congresos y tribunales.

Por ello y sin considerar todas las modificaciones constitucionales y legales que han restado poder al presidente de la república en las últimas tres décadas, AMLO hoy vive en un aparador nacional e internacional y debería ser cuidadoso de sus acciones, omisiones y declaraciones.

Por ello no se necesita ser un genio o un superanalista político, para afirmar que México hoy no está transmitiendo confianza ni nacional ni internacionalmente y que las declaraciones positivas, esperanzadoras y optimistas de algunos líderes patronales y grupos empresariales obedecen más al miedo o meros intentos para congraciarse con el nuevo gobierno, que con nuestra turbulenta y confusa realidad política nacional.