/ martes 2 de enero de 2018

¡Feliz año 2018!

“El mayor crimen está ahora, no en los que matan sino en los que no matan pero dejan matar”.

                                                                                                                José Ortega y Gasset

A unas horas de que concluya el periodo denominado año 2017, de acuerdo al calendario gregoriano e inicie el 2018, mucha gente se pregunta: ¿Qué irá a pasar? ¿Los brujos y adivinos (sic) harán su juego de predicciones astrales? ¿Qué personas ganarán elecciones en los diversos países? ¿Quién ganará en México en el molcajeteado proceso electoral? ¿Podrá el INE con semejante “Hidra de la Lerna”y sus siete cabezas? Como dijo José Santos Chocano, poeta peruano: “¿Quién sabe, señor?”.

Sin embargo existe algo en nuestro ambiente que nos oprime, que nos tiene en un escenario de terror: la sangre vertida por miles de compatriotas a causa de la captura y posesión de dólares. El crimen organizado ha alcanzado dimensiones inconmensurables, que rebasan la vida legal e institucional de la nación. Con hipocresía inaudita los partidos políticos intentan deslindarse de su participación con tan nefastas organizaciones. Los muertos siguen acumulándose y el terror se extiende. Dinero, dinero, dinero, claman con las fauces abiertas los entes criminales que destrozan millones de vidas en todo el mundo con los narcóticos. Los que extorsionan a pequeños y medianos comerciantes, a esforzados profesionistas, con armas de fuego fabricadas en los Estados Unidos. Autoridades y delincuentes “ordeñan” los conductos de los hidrocarburos con marcado desdén de los daños y accidentes que terminan con la vida de los inocentes. Los innombrables secuestradores de personas que destruyen familias enteras, asesinos cobardes, que lo hacen por dinero, dinero y más dinero.

Nuestro mayor esfuerzo, nuestra mayor energía para el ya próximo 2018, es terminar con el baño de sangre que a diario ofende nuestra dignidad humana, y no convierte en piltrafas consecuentes de tan execrables hechos. Vayamos unidos con la fuerza ciudadana al combate de los transgresores de la ley y de los gobernantes que permiten y dejan matar a mexicanos. No y mil veces no ¡clama la sociedad entera a la amnistía de la delincuencia organizada! Que 2018 sea el primer eslabón de la paz duradera, que la procuración de justicia sea autónoma y no instrumento de revanchas políticas. El Poder Judicial sea lo que debe ser, la institución que imparta justicia en base a derecho, no al vil capricho de las veleidades políticas. ¡No más impunidad! Ese sería el segundo escalón de la paz que dé confianza a los mexicanos en sus instituciones. Los representantes (diputados y senadores) ¡representen! a los ciudadanos de sus demarcaciones y dejen de someterse a los caprichos de las cúpulas de sus partidos, nada más con eso ganarán mucho en la voluntad popular.

 

“El mayor crimen está ahora, no en los que matan sino en los que no matan pero dejan matar”.

                                                                                                                José Ortega y Gasset

A unas horas de que concluya el periodo denominado año 2017, de acuerdo al calendario gregoriano e inicie el 2018, mucha gente se pregunta: ¿Qué irá a pasar? ¿Los brujos y adivinos (sic) harán su juego de predicciones astrales? ¿Qué personas ganarán elecciones en los diversos países? ¿Quién ganará en México en el molcajeteado proceso electoral? ¿Podrá el INE con semejante “Hidra de la Lerna”y sus siete cabezas? Como dijo José Santos Chocano, poeta peruano: “¿Quién sabe, señor?”.

Sin embargo existe algo en nuestro ambiente que nos oprime, que nos tiene en un escenario de terror: la sangre vertida por miles de compatriotas a causa de la captura y posesión de dólares. El crimen organizado ha alcanzado dimensiones inconmensurables, que rebasan la vida legal e institucional de la nación. Con hipocresía inaudita los partidos políticos intentan deslindarse de su participación con tan nefastas organizaciones. Los muertos siguen acumulándose y el terror se extiende. Dinero, dinero, dinero, claman con las fauces abiertas los entes criminales que destrozan millones de vidas en todo el mundo con los narcóticos. Los que extorsionan a pequeños y medianos comerciantes, a esforzados profesionistas, con armas de fuego fabricadas en los Estados Unidos. Autoridades y delincuentes “ordeñan” los conductos de los hidrocarburos con marcado desdén de los daños y accidentes que terminan con la vida de los inocentes. Los innombrables secuestradores de personas que destruyen familias enteras, asesinos cobardes, que lo hacen por dinero, dinero y más dinero.

Nuestro mayor esfuerzo, nuestra mayor energía para el ya próximo 2018, es terminar con el baño de sangre que a diario ofende nuestra dignidad humana, y no convierte en piltrafas consecuentes de tan execrables hechos. Vayamos unidos con la fuerza ciudadana al combate de los transgresores de la ley y de los gobernantes que permiten y dejan matar a mexicanos. No y mil veces no ¡clama la sociedad entera a la amnistía de la delincuencia organizada! Que 2018 sea el primer eslabón de la paz duradera, que la procuración de justicia sea autónoma y no instrumento de revanchas políticas. El Poder Judicial sea lo que debe ser, la institución que imparta justicia en base a derecho, no al vil capricho de las veleidades políticas. ¡No más impunidad! Ese sería el segundo escalón de la paz que dé confianza a los mexicanos en sus instituciones. Los representantes (diputados y senadores) ¡representen! a los ciudadanos de sus demarcaciones y dejen de someterse a los caprichos de las cúpulas de sus partidos, nada más con eso ganarán mucho en la voluntad popular.