/ jueves 14 de abril de 2022

Fernando Baeza llamado a la conciencia colectiva

“Si queréis medrar al mundo matad vuestra conciencia” Marqués de Mirabeau (1715 – 1789)

La soleada mañana del pasado primero de abril, Fernando Baeza, un reconocido político chihuahuense y exgobernador (un hombre para muchos con más aciertos que errores), expresaba firmemente ante sus conciudadanos de Delicias y en presencia de la gobernadora Maru Campos -entre otras reflexiones- la necesidad de construir un sólido andamiaje en defensa del INE en riesgo de desaparecer y por tanto colapsar la democracia tantas veces endeble en nuestro país. Más ahora con un gobierno autócrata donde el pasado domingo dio una muestra más de surcar el camino hacia la obediencia ciega de la personalidad presidencial, socavando todas aquellas instituciones autónomas con un evidente daño patrimonial y funcional al Estado.

El temor de supeditar nuestra Constitución a las decisiones arbitrarias de un gobierno sin ética ni respeto a los derechos humanos, que ha conducido sin tregua a la nación hacia el filo del precipicio, no tiene paralelo alguno; sobre todo en un mundo que deplorablemente vemos estupefactos la invasión rusa al heroico pueblo ucraniano.

No es ningún secreto que en nuestro horizonte subsisten infelizmente marcados déficits sociales, desigualdad, corrupción y violencia; a lo que se suma la incapacidad de la CNDH (por hoy extraviada) que nos hace recordar las mismas condiciones de la crisis argentina de 2001/2002 donde en multitudinarias marchas de protesta exclamaron: “¡Que se vayan todos!”.

Hoy vivimos en México cada uno de nosotros el reto de encarar una profunda renovación ética de la justicia, que restituya la proximidad de la institución con el ciudadano que es el destinatario natural del Estado de derecho, pues sin este baluarte no puede haber garantía de sustento democrático como tampoco podremos avanzar con un gobierno “dadivador” funcional en la compra de votos, como práctica de utilería. Contrario a ello no hemos entendido que los pueblos de mayor avance democrático y desarrollo social han tenido la sabiduría de invertir en educación hasta el 9.2% del PIB en Finlandia como instrumento básico de una verdadera “transformación” contra el 5.9% PIB de México.


La historia “no oficial” nos ha enseñado a los mexicanos que los malos gobiernos han prevalecido con mayor tolerancia gracias a la ignorancia del pueblo, en un círculo vicioso difícil de erradicar; donde han sido las asonadas, motines o revueltas las que han gestado nuevos gobiernos más por afán de sus caudillos de buscar privilegios que por cambios sustantivos que beneficien a la población.


Sin duda como punto de reflexión: los enciclopedistas críticos del sistema feudal como el barón D’Holbach, (1723 – 1789) infatigable recopilador y difusor de escritos antirreligiosos que en lo esencial de sus propuestas destacó la etocracia, como sistema fundamental en todo buen gobierno, además de luchar contra la superstición religiosa, la ignorancia y el despotismo de la nobleza. Basta con recordar la famosa frase de Luis XIV, “el Estado soy yo”. Al parecer todo esto -es por mucho lo actual- en nuestra herida sociedad mexicana. Frente a ello, es indudable que pese a todo la nación ha prevalecido hasta ahora, pero como acertadamente señala Baeza: “La justicia social, es un valor indispensable para buscar el auténtico desarrollo que genere condiciones de igualdad”. Trabajemos entonces para lograr este ideario desde nuestras modestas trincheras.


efconsultor@yahoo.com


“Si queréis medrar al mundo matad vuestra conciencia” Marqués de Mirabeau (1715 – 1789)

La soleada mañana del pasado primero de abril, Fernando Baeza, un reconocido político chihuahuense y exgobernador (un hombre para muchos con más aciertos que errores), expresaba firmemente ante sus conciudadanos de Delicias y en presencia de la gobernadora Maru Campos -entre otras reflexiones- la necesidad de construir un sólido andamiaje en defensa del INE en riesgo de desaparecer y por tanto colapsar la democracia tantas veces endeble en nuestro país. Más ahora con un gobierno autócrata donde el pasado domingo dio una muestra más de surcar el camino hacia la obediencia ciega de la personalidad presidencial, socavando todas aquellas instituciones autónomas con un evidente daño patrimonial y funcional al Estado.

El temor de supeditar nuestra Constitución a las decisiones arbitrarias de un gobierno sin ética ni respeto a los derechos humanos, que ha conducido sin tregua a la nación hacia el filo del precipicio, no tiene paralelo alguno; sobre todo en un mundo que deplorablemente vemos estupefactos la invasión rusa al heroico pueblo ucraniano.

No es ningún secreto que en nuestro horizonte subsisten infelizmente marcados déficits sociales, desigualdad, corrupción y violencia; a lo que se suma la incapacidad de la CNDH (por hoy extraviada) que nos hace recordar las mismas condiciones de la crisis argentina de 2001/2002 donde en multitudinarias marchas de protesta exclamaron: “¡Que se vayan todos!”.

Hoy vivimos en México cada uno de nosotros el reto de encarar una profunda renovación ética de la justicia, que restituya la proximidad de la institución con el ciudadano que es el destinatario natural del Estado de derecho, pues sin este baluarte no puede haber garantía de sustento democrático como tampoco podremos avanzar con un gobierno “dadivador” funcional en la compra de votos, como práctica de utilería. Contrario a ello no hemos entendido que los pueblos de mayor avance democrático y desarrollo social han tenido la sabiduría de invertir en educación hasta el 9.2% del PIB en Finlandia como instrumento básico de una verdadera “transformación” contra el 5.9% PIB de México.


La historia “no oficial” nos ha enseñado a los mexicanos que los malos gobiernos han prevalecido con mayor tolerancia gracias a la ignorancia del pueblo, en un círculo vicioso difícil de erradicar; donde han sido las asonadas, motines o revueltas las que han gestado nuevos gobiernos más por afán de sus caudillos de buscar privilegios que por cambios sustantivos que beneficien a la población.


Sin duda como punto de reflexión: los enciclopedistas críticos del sistema feudal como el barón D’Holbach, (1723 – 1789) infatigable recopilador y difusor de escritos antirreligiosos que en lo esencial de sus propuestas destacó la etocracia, como sistema fundamental en todo buen gobierno, además de luchar contra la superstición religiosa, la ignorancia y el despotismo de la nobleza. Basta con recordar la famosa frase de Luis XIV, “el Estado soy yo”. Al parecer todo esto -es por mucho lo actual- en nuestra herida sociedad mexicana. Frente a ello, es indudable que pese a todo la nación ha prevalecido hasta ahora, pero como acertadamente señala Baeza: “La justicia social, es un valor indispensable para buscar el auténtico desarrollo que genere condiciones de igualdad”. Trabajemos entonces para lograr este ideario desde nuestras modestas trincheras.


efconsultor@yahoo.com