/ martes 27 de noviembre de 2018

Filosofía como remedio a nuestros problemas

En sintonía con mis colaboraciones anteriores relativas a días internacionales y mundiales, este mes también se celebró el Día Mundial de la Filosofía. Al respecto, la ONU indica que es una rama muy importante del pensamiento humano, que aspira a llegar al sentido mismo de la vida. Ofrece bases conceptuales de los principios y valores de los que depende la paz mundial, que consoliden fundamentos para la coexistencia pacífica y la tolerancia.

La filosofía brinda herramientas para entender y tomar conciencia del mundo que nos rodea, de nuestra existencia en él, así como concientizarse sobre valores importantes como el amor, felicidad, amistad, no-violencia, entre otros. Esta rama es una puerta hacia el diálogo y desarrollar un pensamiento crítico, tan apremiante en estos días, donde la tecnología, internet y redes sociales acrecientan la relación individuo-celular, disminuyendo la interacción entre personas para intercambiar ideas. Estos “avances” incrementan la posibilidad de desarrollar problemas emocionales, generando ansiedad e incluso depresión.

Al respecto, ya no es novedad mencionar que nuestro estado ocupa el primer lugar en índice de suicidio a nivel nacional a causa de la depresión, y que la falta de sentido ante la vida se esparce como pandemia, desmotivando a las personas, conduciendo a muchas a tomar antidepresivos, si no es que al suicidio.

Ello me hizo recordar el libro “Más Platón y menos Prozac”, de Lou Marinoff, que refiere que, ante los problemas abrumantes de la cotidianeidad, que provocan perder sentido en la vida, más allá de acudir con un profesional de la salud mental y tomar antidepresivos, existe otra opción eficaz, que es el asesoramiento filosófico. Se menciona la recuperación de la filosofía para sanar las patologías de la vida diaria, valiéndose de grandes pensadores del pasado para construir un marco de referencia propio para resolver nuestros problemas. Marinoff refiere que la filosofía puede ayudarnos a vivir mejor y superar problemas complejos de carácter existencial.

Lamentablemente, ante la realidad mencionada, poco se está haciendo para ayudar a las personas, principalmente jóvenes, a que combatan su depresión y no tomen la puerta de terminar su vida. He ahí la importancia de diseñar estrategias, más allá de las políticas públicas que aún están en “diálogo” que combatan la situación, como enseñar filosofía desde temprana edad a método de prevención, que brinde herramientas para abordar las trabas existenciales. Y si la filosofía es uno de los campos más importantes del pensamiento humano, que aspira a llegar al sentido mismo de la vida, pues enseñemos más Platón y demos menos Prozac. Seamos responsables de nosotros mismos, pues como dijo Sartre: Un hombre es lo que hace, con lo que hicieron de él, es decir, somos lo que elegimos ser y qué mejor, reafirmar a la persona al momento de elegir, a partir de un pensamiento crítico, que contribuya a su bienestar.






En sintonía con mis colaboraciones anteriores relativas a días internacionales y mundiales, este mes también se celebró el Día Mundial de la Filosofía. Al respecto, la ONU indica que es una rama muy importante del pensamiento humano, que aspira a llegar al sentido mismo de la vida. Ofrece bases conceptuales de los principios y valores de los que depende la paz mundial, que consoliden fundamentos para la coexistencia pacífica y la tolerancia.

La filosofía brinda herramientas para entender y tomar conciencia del mundo que nos rodea, de nuestra existencia en él, así como concientizarse sobre valores importantes como el amor, felicidad, amistad, no-violencia, entre otros. Esta rama es una puerta hacia el diálogo y desarrollar un pensamiento crítico, tan apremiante en estos días, donde la tecnología, internet y redes sociales acrecientan la relación individuo-celular, disminuyendo la interacción entre personas para intercambiar ideas. Estos “avances” incrementan la posibilidad de desarrollar problemas emocionales, generando ansiedad e incluso depresión.

Al respecto, ya no es novedad mencionar que nuestro estado ocupa el primer lugar en índice de suicidio a nivel nacional a causa de la depresión, y que la falta de sentido ante la vida se esparce como pandemia, desmotivando a las personas, conduciendo a muchas a tomar antidepresivos, si no es que al suicidio.

Ello me hizo recordar el libro “Más Platón y menos Prozac”, de Lou Marinoff, que refiere que, ante los problemas abrumantes de la cotidianeidad, que provocan perder sentido en la vida, más allá de acudir con un profesional de la salud mental y tomar antidepresivos, existe otra opción eficaz, que es el asesoramiento filosófico. Se menciona la recuperación de la filosofía para sanar las patologías de la vida diaria, valiéndose de grandes pensadores del pasado para construir un marco de referencia propio para resolver nuestros problemas. Marinoff refiere que la filosofía puede ayudarnos a vivir mejor y superar problemas complejos de carácter existencial.

Lamentablemente, ante la realidad mencionada, poco se está haciendo para ayudar a las personas, principalmente jóvenes, a que combatan su depresión y no tomen la puerta de terminar su vida. He ahí la importancia de diseñar estrategias, más allá de las políticas públicas que aún están en “diálogo” que combatan la situación, como enseñar filosofía desde temprana edad a método de prevención, que brinde herramientas para abordar las trabas existenciales. Y si la filosofía es uno de los campos más importantes del pensamiento humano, que aspira a llegar al sentido mismo de la vida, pues enseñemos más Platón y demos menos Prozac. Seamos responsables de nosotros mismos, pues como dijo Sartre: Un hombre es lo que hace, con lo que hicieron de él, es decir, somos lo que elegimos ser y qué mejor, reafirmar a la persona al momento de elegir, a partir de un pensamiento crítico, que contribuya a su bienestar.