/ martes 4 de septiembre de 2018

Final de sexenio. Las reformas de Peña Nieto

La toma de gobierno y la entrega del mismo deja un sabor de boca que tal vez perdure el sexenio venidero hasta su término en 2024. Y más allá.

Siempre que se comienza algo, solía decir un ameritado profesor, se hace desde el principio. Y el viernes anterior, con motivo de la instalación del nuevo congreso, se hizo todo al revés. Se invirtieron los papeles, en una palabra.

Además de que el acto se volvió una especie de debate sin fin, pues no llegó a ser una discusión propiamente parlamentaria, se comenzó de atrás hacia adelante.

Lo que deseamos y queremos decir, así lo sigue pensando la mayoría de ciudadanos merecedores de ese término, es oír lo que se propone realizar el nuevo mandatario con el sustento de diputados y senadores.

Sin embargo, lo que se dejó oír fue una retahíla de acusaciones, de diatribas en contra de las administraciones anteriores, en particular la de Enrique Peña Nieto.

En vez de hacer mirar hacia el futuro, como se supone ocurriría en un sistema similar al nuestro, las horas invertidas y el ejercicio retórico de los noveles legisladores se redujo a reprobar las iniciativas del anterior gobierno.

El senador y ex dirigente universitario Martí Batres no ocultó su gozo con sonrisas y ademanes durante toda la sesión, mientras el de la diputación mayoritaria conducía el cónclave antipeñista, anti PRI, y anti todo lo demás.

Dijo que este congreso partía desde cero. Y no faltó legislador de minoría que replicara, irónicamente: “Y ojalá no se quede en cero”.

El actual sexenio expira, así, con un saldo que los ciudadanos de “buena cepa” habrán de valorar y calificar, sin particular premura y sin politiquerías partidistas.

A nuestro modo de sopesar sucesos, avances y retrocesos, consideramos que las reformas del presidente Peña Nieto son buena siembra cuya cosecha habría de esperar su implementación y práctica en la experiencia, la educativa por caso.

Pero en lugar de derruir desde abajo para intentar una reconstrucción desde la nada, como sugiere Muñoz Ledo, lo importante y aconsejable es corregir lo reparable y sobre la marcha introducir las enmiendas pertinentes.

De ahí la idea que postula la democracia en el sentido de no considerar que ésta ha nacido desde cero y que cada etapa consista en desechar lo realizado con el propósito de levantar el flamante edificio que cobije sueños, aspiraciones y anhelos.

Las frustraciones no dan frutos dignos de ser tomados como alimento saludable. Y aun en tratándose de la política, tal vez especialmente por tratarse de un asunto colectivo y de incumbencia social, requiere de caminar no sin rumbo y construir sobre lo ya realizado sin miramientos, preguntando quiénes lo han hecho, sino con qué finalidad y cómo se ha llevado a cabo y con qué objetivos.

Muchos beneficios espera la ciudadanía de la administración entrante. A su término, ésta podrá constatar todas y cada una de la que hasta hoy son apetecibles y predecibles promesas.

Y no habría por qué ser más papistas en cuanto a lo dicho por el papa acerca de una posible catástrofe global.

El método de Donald Trump, nuestro poderoso vecino imperial, ha funcionado para bien de los poderosos económicamente en Estados Unidos. La amenaza nunca ha sido el óptimo procedimiento. Hoy va por Canadá, aunque la presa es muy difícil de roer. Menos, mucho menos para sacarle provecho unilateral.

Mientras tanto lo que apremia y es urgente consiste en cuidar y proteger nuestro patrimonio cultural, económico y el bien de los pobladores mexicanos. Sin desatender, por supuesto, nuestro interés cosmopolita, pacifista y celoso de la soberanía.


http://federicoosorioaltuzar.blogspot.mx




La toma de gobierno y la entrega del mismo deja un sabor de boca que tal vez perdure el sexenio venidero hasta su término en 2024. Y más allá.

Siempre que se comienza algo, solía decir un ameritado profesor, se hace desde el principio. Y el viernes anterior, con motivo de la instalación del nuevo congreso, se hizo todo al revés. Se invirtieron los papeles, en una palabra.

Además de que el acto se volvió una especie de debate sin fin, pues no llegó a ser una discusión propiamente parlamentaria, se comenzó de atrás hacia adelante.

Lo que deseamos y queremos decir, así lo sigue pensando la mayoría de ciudadanos merecedores de ese término, es oír lo que se propone realizar el nuevo mandatario con el sustento de diputados y senadores.

Sin embargo, lo que se dejó oír fue una retahíla de acusaciones, de diatribas en contra de las administraciones anteriores, en particular la de Enrique Peña Nieto.

En vez de hacer mirar hacia el futuro, como se supone ocurriría en un sistema similar al nuestro, las horas invertidas y el ejercicio retórico de los noveles legisladores se redujo a reprobar las iniciativas del anterior gobierno.

El senador y ex dirigente universitario Martí Batres no ocultó su gozo con sonrisas y ademanes durante toda la sesión, mientras el de la diputación mayoritaria conducía el cónclave antipeñista, anti PRI, y anti todo lo demás.

Dijo que este congreso partía desde cero. Y no faltó legislador de minoría que replicara, irónicamente: “Y ojalá no se quede en cero”.

El actual sexenio expira, así, con un saldo que los ciudadanos de “buena cepa” habrán de valorar y calificar, sin particular premura y sin politiquerías partidistas.

A nuestro modo de sopesar sucesos, avances y retrocesos, consideramos que las reformas del presidente Peña Nieto son buena siembra cuya cosecha habría de esperar su implementación y práctica en la experiencia, la educativa por caso.

Pero en lugar de derruir desde abajo para intentar una reconstrucción desde la nada, como sugiere Muñoz Ledo, lo importante y aconsejable es corregir lo reparable y sobre la marcha introducir las enmiendas pertinentes.

De ahí la idea que postula la democracia en el sentido de no considerar que ésta ha nacido desde cero y que cada etapa consista en desechar lo realizado con el propósito de levantar el flamante edificio que cobije sueños, aspiraciones y anhelos.

Las frustraciones no dan frutos dignos de ser tomados como alimento saludable. Y aun en tratándose de la política, tal vez especialmente por tratarse de un asunto colectivo y de incumbencia social, requiere de caminar no sin rumbo y construir sobre lo ya realizado sin miramientos, preguntando quiénes lo han hecho, sino con qué finalidad y cómo se ha llevado a cabo y con qué objetivos.

Muchos beneficios espera la ciudadanía de la administración entrante. A su término, ésta podrá constatar todas y cada una de la que hasta hoy son apetecibles y predecibles promesas.

Y no habría por qué ser más papistas en cuanto a lo dicho por el papa acerca de una posible catástrofe global.

El método de Donald Trump, nuestro poderoso vecino imperial, ha funcionado para bien de los poderosos económicamente en Estados Unidos. La amenaza nunca ha sido el óptimo procedimiento. Hoy va por Canadá, aunque la presa es muy difícil de roer. Menos, mucho menos para sacarle provecho unilateral.

Mientras tanto lo que apremia y es urgente consiste en cuidar y proteger nuestro patrimonio cultural, económico y el bien de los pobladores mexicanos. Sin desatender, por supuesto, nuestro interés cosmopolita, pacifista y celoso de la soberanía.


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