/ jueves 9 de septiembre de 2021

Fraseario | A propósito del Día Internacional de la Alfabetización

Por: Aída María Holguín Baeza

Como bien lo dijo Howard Rheingold, no es posible que haya democracias ni tener poblaciones que puedan gobernarse a sí mismas hasta que haya alfabetización.
Con esa premisa, y a propósito del Día Internacional de la Alfabetización, resulta imprescindible reflexionar en torno distintos aspectos que actualmente están involucrados y deben ser considerados cuando hablamos de alfabetización.
Para empezar, es necesario recordar que, en términos generales, “alfabetización” se refiere a la acción y efecto enseñar a alguien a leer y a escribir, y que -hasta la fecha- el grado de alfabetismo y analfabetismo de las poblaciones suele ser determinado tomando en cuenta solamente esos aspectos. Sin embargo, como ya se dijo, actualmente existen distintos aspectos que deben ser considerados.
Es quizás por eso que la UNESCO se ha encargado de aclarar que, si bien existe un concepto convencional que define a la alfabetización como el conjunto de competencias de lectura, escritura y cálculo, hoy en día debemos entender que la alfabetización va más allá porque en realidad se trata de medio de identificación, comprensión, interpretación, creación y comunicación en un mundo cada vez más digitalizado, basado en textos, rico en información y en rápida mutación.
Es precisamente en ese contexto que la UNESCO enfatiza que, actualmente, a escala mundial, existen al menos 773 millones de jóvenes y adultos analfabetos y, por lo tanto, en riesgo grave e inminente de ser excluidos a causa de la poca instrucción y cualificación con la que cuentan. Y respecto a la población infantil, la UNESCO calcula que son alrededor de 250 millones de niños los que aún no han conseguido adquirir las competencias básicas de cálculo y lectoescritura.
Ahora que si retomamos el hecho de que hoy en día la alfabetización debe entenderse y atenderse no sólo en torno a las competencias básicas y que la crisis por la pandemia de Covid-19 mermó los procesos de aprendizaje y evidenció la enorme brecha digital que aún existe (y ahora, principal limitante de las oportunidades de aprendizaje), queda claro que actualmente los desafíos en materia de alfabetización son más y mayores.
El asunto es que, sin duda alguna, el combate al analfabetismo debe ser estratégico y prioritario para todos y cada uno de los países porque, de lo contrario, su desarrollo sostenible no será posible ni alcanzable. Y es que no se debe perder de vista que, de acuerdo con la UNESCO, la alfabetización es un derecho humano que tiene el “efecto multiplicador” de empoderar a los pueblos, les permite participar plenamente en la sociedad y contribuye a mejorar la calidad de los medios de subsistencia.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el pedagogo y filósofo brasileño Paulo Freire: La alfabetización no es un juego de palabras, sino la conciencia reflexiva de la cultura, la reconstrucción crítica del mundo humano, la apertura de nuevos caminos, el proyecto histórico de un mundo común y el coraje de decir su palabra.


laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com


Por: Aída María Holguín Baeza

Como bien lo dijo Howard Rheingold, no es posible que haya democracias ni tener poblaciones que puedan gobernarse a sí mismas hasta que haya alfabetización.
Con esa premisa, y a propósito del Día Internacional de la Alfabetización, resulta imprescindible reflexionar en torno distintos aspectos que actualmente están involucrados y deben ser considerados cuando hablamos de alfabetización.
Para empezar, es necesario recordar que, en términos generales, “alfabetización” se refiere a la acción y efecto enseñar a alguien a leer y a escribir, y que -hasta la fecha- el grado de alfabetismo y analfabetismo de las poblaciones suele ser determinado tomando en cuenta solamente esos aspectos. Sin embargo, como ya se dijo, actualmente existen distintos aspectos que deben ser considerados.
Es quizás por eso que la UNESCO se ha encargado de aclarar que, si bien existe un concepto convencional que define a la alfabetización como el conjunto de competencias de lectura, escritura y cálculo, hoy en día debemos entender que la alfabetización va más allá porque en realidad se trata de medio de identificación, comprensión, interpretación, creación y comunicación en un mundo cada vez más digitalizado, basado en textos, rico en información y en rápida mutación.
Es precisamente en ese contexto que la UNESCO enfatiza que, actualmente, a escala mundial, existen al menos 773 millones de jóvenes y adultos analfabetos y, por lo tanto, en riesgo grave e inminente de ser excluidos a causa de la poca instrucción y cualificación con la que cuentan. Y respecto a la población infantil, la UNESCO calcula que son alrededor de 250 millones de niños los que aún no han conseguido adquirir las competencias básicas de cálculo y lectoescritura.
Ahora que si retomamos el hecho de que hoy en día la alfabetización debe entenderse y atenderse no sólo en torno a las competencias básicas y que la crisis por la pandemia de Covid-19 mermó los procesos de aprendizaje y evidenció la enorme brecha digital que aún existe (y ahora, principal limitante de las oportunidades de aprendizaje), queda claro que actualmente los desafíos en materia de alfabetización son más y mayores.
El asunto es que, sin duda alguna, el combate al analfabetismo debe ser estratégico y prioritario para todos y cada uno de los países porque, de lo contrario, su desarrollo sostenible no será posible ni alcanzable. Y es que no se debe perder de vista que, de acuerdo con la UNESCO, la alfabetización es un derecho humano que tiene el “efecto multiplicador” de empoderar a los pueblos, les permite participar plenamente en la sociedad y contribuye a mejorar la calidad de los medios de subsistencia.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el pedagogo y filósofo brasileño Paulo Freire: La alfabetización no es un juego de palabras, sino la conciencia reflexiva de la cultura, la reconstrucción crítica del mundo humano, la apertura de nuevos caminos, el proyecto histórico de un mundo común y el coraje de decir su palabra.


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