/ jueves 13 de mayo de 2021

Fraseario | El duelo que no debió ser

“Se declara duelo nacional de tres días por la tragedia ocurrida en la Línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México, el 3 de mayo de 2021”, dice el Decreto Presidencial publicado en el DOF.
Además, en señal de duelo nacional por la tragedia en la que -hasta ese entonces- murieron 25 personas, el presidente Andrés Manuel López Obrador decretó “el izamiento de la Bandera Nacional a media asta, los días 4 y 6 de mayo de 2021”.
Definitivamente, lo sucedido la noche del pasado 3 de mayo es una tragedia que duele mucho, y seguirá doliendo por tiempo indefinido porque las 26 personas que murieron y las más de 80 que resultaron heridas fueron víctimas de la irresponsabilidad, la negligencia y la corrupción gubernamental acumuladas.
Sí, lo trágico de esa noche fue el resultado de los altos niveles de irresponsabilidad, de negligencia y de corrupción gubernamental que durante décadas se han dado en la capital del país. Y así, una vez más, han causado un duelo que no debió ser.
No debió ser porque, sin duda alguna, la tragedia de la Línea 12 del Metro CDMX pudo haberse evitado fácil y efectivamente. Así hubiera sido si tan sólo las correspondientes autoridades capitalinas hubieran cumplido con el deber que les fue encomendado; con las debidas acciones preventivas y correctivas así hubiera sido, pero no, prefirieron no hacerlo y ahí están las consecuencias (26 muertos y casi 80 heridos).
Lo peor del caso es que, para como van las cosas, lo expresado -en otro contexto- sobre el duelo por la escritora Shelby Forsythia toma un particular sentido: para los mexicanos, y especialmente para los capitalinos, la mitad del duelo -que va para largo- será para lamentar el pasado que fue y la mitad será lamentar el futuro que nunca será.
Sobre el duelo, el poeta Robert Burns decía que: “La inhumanidad del hombre hace que el mundo se mantenga en duelo”, y vaya que tenía razón. Lo sucedido la noche del 3 de mayo en la Ciudad de México es, indudablemente, producto de la inhumanidad; y por eso, el duelo debe mantenerse hasta que todos y cada uno de los verdaderos responsables de la tragedia reciban el castigo que corresponda conforme a la ley.
El caso es que, dadas las circunstancias, decretar duelo nacional por la tragedia ocurrida aquella noche era necesario y procedente; sin embargo, lo que en ninguna circunstancia era procedente, ni mucho menos necesario, es que las autoridades capitalinas (las del pasado y las del presente) no hayan hecho lo conducente para evitar la tragedia; es decir, valorar las vidas de las personas y respetarlas, defenderlas y protegerlas por encima de todo.
En esta ocasión, concluyo parafraseando lo dicho alguna vez por la filósofa estadounidense Judith Butler: “El duelo nacional o el duelo público no debe limitarse a la necesidad de lamentarse o llorar a los muertos. El duelo también debe servir para darle valor a las vidas y para crear conciencia aumentada sobre la fragilidad de esas vidas y de la necesidad de protegerlas”.


Aída María Holguín Baeza
laecita@gmail.com

“Se declara duelo nacional de tres días por la tragedia ocurrida en la Línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro de la Ciudad de México, el 3 de mayo de 2021”, dice el Decreto Presidencial publicado en el DOF.
Además, en señal de duelo nacional por la tragedia en la que -hasta ese entonces- murieron 25 personas, el presidente Andrés Manuel López Obrador decretó “el izamiento de la Bandera Nacional a media asta, los días 4 y 6 de mayo de 2021”.
Definitivamente, lo sucedido la noche del pasado 3 de mayo es una tragedia que duele mucho, y seguirá doliendo por tiempo indefinido porque las 26 personas que murieron y las más de 80 que resultaron heridas fueron víctimas de la irresponsabilidad, la negligencia y la corrupción gubernamental acumuladas.
Sí, lo trágico de esa noche fue el resultado de los altos niveles de irresponsabilidad, de negligencia y de corrupción gubernamental que durante décadas se han dado en la capital del país. Y así, una vez más, han causado un duelo que no debió ser.
No debió ser porque, sin duda alguna, la tragedia de la Línea 12 del Metro CDMX pudo haberse evitado fácil y efectivamente. Así hubiera sido si tan sólo las correspondientes autoridades capitalinas hubieran cumplido con el deber que les fue encomendado; con las debidas acciones preventivas y correctivas así hubiera sido, pero no, prefirieron no hacerlo y ahí están las consecuencias (26 muertos y casi 80 heridos).
Lo peor del caso es que, para como van las cosas, lo expresado -en otro contexto- sobre el duelo por la escritora Shelby Forsythia toma un particular sentido: para los mexicanos, y especialmente para los capitalinos, la mitad del duelo -que va para largo- será para lamentar el pasado que fue y la mitad será lamentar el futuro que nunca será.
Sobre el duelo, el poeta Robert Burns decía que: “La inhumanidad del hombre hace que el mundo se mantenga en duelo”, y vaya que tenía razón. Lo sucedido la noche del 3 de mayo en la Ciudad de México es, indudablemente, producto de la inhumanidad; y por eso, el duelo debe mantenerse hasta que todos y cada uno de los verdaderos responsables de la tragedia reciban el castigo que corresponda conforme a la ley.
El caso es que, dadas las circunstancias, decretar duelo nacional por la tragedia ocurrida aquella noche era necesario y procedente; sin embargo, lo que en ninguna circunstancia era procedente, ni mucho menos necesario, es que las autoridades capitalinas (las del pasado y las del presente) no hayan hecho lo conducente para evitar la tragedia; es decir, valorar las vidas de las personas y respetarlas, defenderlas y protegerlas por encima de todo.
En esta ocasión, concluyo parafraseando lo dicho alguna vez por la filósofa estadounidense Judith Butler: “El duelo nacional o el duelo público no debe limitarse a la necesidad de lamentarse o llorar a los muertos. El duelo también debe servir para darle valor a las vidas y para crear conciencia aumentada sobre la fragilidad de esas vidas y de la necesidad de protegerlas”.


Aída María Holguín Baeza
laecita@gmail.com