/ miércoles 30 de marzo de 2022

Fraseario | Las cosas importantes, según López Obrador

Al igual que Elon Musk, estoy convencida de que cuando algo es lo suficientemente importante, es necesario atenderlo incluso si las probabilidades de los resultados no están a nuestro favor.

Claro que para el presidente López Obrador esa es una idea impensable porque, en definitiva, lo que no está a su favor no es tan importante como para prestarle ni la mínima atención.
Ahí está, por ejemplo, el caso sin importancia de Julio Scherer, viejo aliado, defensor y protector de AMLO, y ex consejero jurídico de la presidencia en tiempos de la 4T, denunciando el uso indebido del servicio público, abuso de poder, tráfico de influencias y omisión de responsabilidades por parte de la ex secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero, y del fiscal general, Alejandro Gertz Manero.
Sobre ese asunto, el presidente López Obrador dijo que no se iba a meter porque tiene cosas mucho más importantes, qué hacer. O sea, para el presidente hay cosas mucho más importantes que prestar atención a los presuntos -pero muy evidentes- actos de corrupción alentados y/o practicados por -y desde- su gobierno.
Y el problema no es que el presidente tenga cosas más importantes que hacer, el problema es que, como ya se dijo, lo que sabe que no está a su favor no es lo suficientemente importante como para prestarle ni la mínima atención.
Ahí está, por ejemplo, el caso del horario de verano. Problemática de mayor importancia -según los criterios del presidente- que merece su total atención y que su gobierno está analizando. O sea, para el presidente es mucho más importante analizar, discutir y dar respuesta al grave problema del horario de verano, que analizar, discutir y dar respuesta a nimiedades como la corrupción presente, constante y creciente dentro de su gobierno.
En torno a esos dos casos es probable que algunos piensen que relacionarlos y compararlos es totalmente absurdo o incoherente. Y en ese supuesto habría que aceptar que, en parte, estarían en lo cierto. El detalle es que lo absurdo o incoherente que resulta no es por la relación y la comparación de ambos casos “por sí solas” o por sí mismas, sino porque aquello de que el presidente no se va a meter en el asunto Sherer-Gertz porque tiene cosas más importantes que hacer, lo dijo casi al mismo tiempo (con tan sólo unos minutos de diferencia, durante “la Mañanera” del pasado miércoles 23 de marzo) que anunciaba la intervención diligente y expedita de su gobierno para revisar a fondo el importantísimo asunto del horario de verano.
Por cosas como esas es que ahora me queda más claro a qué se refería Talcott Parsons al decir que la importancia que se le da a ciertos problemas relativos a los hechos es inherente a la estructura del sistema o régimen en cuestión.
En esta ocasión, concluyo parafraseando lo dicho alguna vez por uno de los padres fundadores de los EU, William Whipple Jr.: Lamento decir que a veces los asuntos de muy poca importancia desperdician una gran cantidad de tiempo valioso, por los largos y repetidos discursos y artimañas de ciertos personajes.

Aída María Holguín Baeza
laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com


Al igual que Elon Musk, estoy convencida de que cuando algo es lo suficientemente importante, es necesario atenderlo incluso si las probabilidades de los resultados no están a nuestro favor.

Claro que para el presidente López Obrador esa es una idea impensable porque, en definitiva, lo que no está a su favor no es tan importante como para prestarle ni la mínima atención.
Ahí está, por ejemplo, el caso sin importancia de Julio Scherer, viejo aliado, defensor y protector de AMLO, y ex consejero jurídico de la presidencia en tiempos de la 4T, denunciando el uso indebido del servicio público, abuso de poder, tráfico de influencias y omisión de responsabilidades por parte de la ex secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero, y del fiscal general, Alejandro Gertz Manero.
Sobre ese asunto, el presidente López Obrador dijo que no se iba a meter porque tiene cosas mucho más importantes, qué hacer. O sea, para el presidente hay cosas mucho más importantes que prestar atención a los presuntos -pero muy evidentes- actos de corrupción alentados y/o practicados por -y desde- su gobierno.
Y el problema no es que el presidente tenga cosas más importantes que hacer, el problema es que, como ya se dijo, lo que sabe que no está a su favor no es lo suficientemente importante como para prestarle ni la mínima atención.
Ahí está, por ejemplo, el caso del horario de verano. Problemática de mayor importancia -según los criterios del presidente- que merece su total atención y que su gobierno está analizando. O sea, para el presidente es mucho más importante analizar, discutir y dar respuesta al grave problema del horario de verano, que analizar, discutir y dar respuesta a nimiedades como la corrupción presente, constante y creciente dentro de su gobierno.
En torno a esos dos casos es probable que algunos piensen que relacionarlos y compararlos es totalmente absurdo o incoherente. Y en ese supuesto habría que aceptar que, en parte, estarían en lo cierto. El detalle es que lo absurdo o incoherente que resulta no es por la relación y la comparación de ambos casos “por sí solas” o por sí mismas, sino porque aquello de que el presidente no se va a meter en el asunto Sherer-Gertz porque tiene cosas más importantes que hacer, lo dijo casi al mismo tiempo (con tan sólo unos minutos de diferencia, durante “la Mañanera” del pasado miércoles 23 de marzo) que anunciaba la intervención diligente y expedita de su gobierno para revisar a fondo el importantísimo asunto del horario de verano.
Por cosas como esas es que ahora me queda más claro a qué se refería Talcott Parsons al decir que la importancia que se le da a ciertos problemas relativos a los hechos es inherente a la estructura del sistema o régimen en cuestión.
En esta ocasión, concluyo parafraseando lo dicho alguna vez por uno de los padres fundadores de los EU, William Whipple Jr.: Lamento decir que a veces los asuntos de muy poca importancia desperdician una gran cantidad de tiempo valioso, por los largos y repetidos discursos y artimañas de ciertos personajes.

Aída María Holguín Baeza
laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com