/ miércoles 29 de junio de 2022

Fraseario | Violencia en tiempos de la 4T: estrategia fallida, negación y violencia presidencial

Al igual que Jorge Bucay, lo que más me preocupa, por encima de la situación económica, es la violencia en todas sus manifestaciones, desde la guerra hasta la intolerancia.

Lo dicho hace una década por Bucay sigue siendo relevante porque, a estas alturas, aún hay quienes no entienden ni comprenden -porque no quieren hacerlo- que la gravedad del fenómeno de la violencia radica en que ésta no se manifiesta únicamente de manera física, sino de muchas otras formas. Es decir, dependiendo de quién lo haga y con qué propósito, la violencia puede definirse de muchas maneras -explica la OMS-.
Por supuesto que, sí hay muchas maneras que pueden definir la violencia, entender y comprender en su totalidad el fenómeno de la violencia no es cosa sencilla, pero hay que hacerlo porque solamente así será posible enfrentarlo de manera responsable, eficaz y eficiente; lo cual implica hacerlo desde una política pública integral y con estrategias que así lo garanticen. Y entonces, para que eso suceda, lo mínimo que hay que saber es que, en términos generales, “violencia” se refiere al uso deliberado de la fuerza física o el poder -en sus distintas dimensiones, tipos y formas -, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.
Sí, es cierto que el problema de la violencia no es reciente; es histórico y siempre ha estado presente. Es precisamente por eso, porque es un fenómeno histórico del que ya se tienen amplios precedentes y antecedentes que permiten atender y responder el problema que representa, que resulta inaceptable que vaya en aumento a nivel mundial y México no es la excepción.
Como ya es bien sabido, los índices y niveles de violencia en México no sólo siguen siendo muy elevados, sino que en tan sólo cuatro años (los más recientes) alcanzaron connotaciones, magnitudes y cantidades nunca antes imaginadas, vistas o registradas. Situación que, sin duda alguna, se debe a las fallidas políticas públicas y estrategias que, a pesar de los prácticamente nulos resultados favorables, siguen aferrados en no cambiar.
“No vamos a cambiar la estrategia de seguridad, que sigan con su campaña de desprestigio, atacándonos con su prensa vendida o alquilada”, dice el presidente López Obrador usando su ya conocida estrategia de negación y sin siquiera intentar disimular un poco su ya característico comportamiento violento (incluyendo el hecho de que negar la violencia también es violencia); ese comportamiento que, a través de su estrategia discursiva, ha generado -sin duda alguna- más violencia.
En ese sentido es que, en esta ocasión, finalizo parafraseando lo dicho alguna vez -a modo de mandamiento- por el pastor y activista estadounidense Martin Luther King: una de las mejores estrategias para lograr la no violencia es abstenerse de no sólo de la violencia de puño, sino también de la violencia de corazón y de la violencia de lengua.

laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com


Al igual que Jorge Bucay, lo que más me preocupa, por encima de la situación económica, es la violencia en todas sus manifestaciones, desde la guerra hasta la intolerancia.

Lo dicho hace una década por Bucay sigue siendo relevante porque, a estas alturas, aún hay quienes no entienden ni comprenden -porque no quieren hacerlo- que la gravedad del fenómeno de la violencia radica en que ésta no se manifiesta únicamente de manera física, sino de muchas otras formas. Es decir, dependiendo de quién lo haga y con qué propósito, la violencia puede definirse de muchas maneras -explica la OMS-.
Por supuesto que, sí hay muchas maneras que pueden definir la violencia, entender y comprender en su totalidad el fenómeno de la violencia no es cosa sencilla, pero hay que hacerlo porque solamente así será posible enfrentarlo de manera responsable, eficaz y eficiente; lo cual implica hacerlo desde una política pública integral y con estrategias que así lo garanticen. Y entonces, para que eso suceda, lo mínimo que hay que saber es que, en términos generales, “violencia” se refiere al uso deliberado de la fuerza física o el poder -en sus distintas dimensiones, tipos y formas -, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.
Sí, es cierto que el problema de la violencia no es reciente; es histórico y siempre ha estado presente. Es precisamente por eso, porque es un fenómeno histórico del que ya se tienen amplios precedentes y antecedentes que permiten atender y responder el problema que representa, que resulta inaceptable que vaya en aumento a nivel mundial y México no es la excepción.
Como ya es bien sabido, los índices y niveles de violencia en México no sólo siguen siendo muy elevados, sino que en tan sólo cuatro años (los más recientes) alcanzaron connotaciones, magnitudes y cantidades nunca antes imaginadas, vistas o registradas. Situación que, sin duda alguna, se debe a las fallidas políticas públicas y estrategias que, a pesar de los prácticamente nulos resultados favorables, siguen aferrados en no cambiar.
“No vamos a cambiar la estrategia de seguridad, que sigan con su campaña de desprestigio, atacándonos con su prensa vendida o alquilada”, dice el presidente López Obrador usando su ya conocida estrategia de negación y sin siquiera intentar disimular un poco su ya característico comportamiento violento (incluyendo el hecho de que negar la violencia también es violencia); ese comportamiento que, a través de su estrategia discursiva, ha generado -sin duda alguna- más violencia.
En ese sentido es que, en esta ocasión, finalizo parafraseando lo dicho alguna vez -a modo de mandamiento- por el pastor y activista estadounidense Martin Luther King: una de las mejores estrategias para lograr la no violencia es abstenerse de no sólo de la violencia de puño, sino también de la violencia de corazón y de la violencia de lengua.

laecita.wordpress.com
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