/ jueves 1 de febrero de 2018

Frente a la enfermedad y la pobreza… compasión

Se pensará, y con mucha razón, que soy muy reiterativo al tratar ciertos temas como el de la pobreza y la enfermedad, y es que muchas personas, principalmente señoras adultas con enfermedades crónico-degenerativas, cáncer y diabetes, entre otras, se acercan con frecuencia a mi oficina para solicitar alguna ayuda que les permita mitigar sus dolores y sus enfermedades, lo cual hago a través de los fondos recabados por donaciones de algunos lectores del Notidiócesis, así como algunos socios del Club Campestre de Chihuahua, y cada caso es diferente; en ocasiones, cuando no hay fondos en la Fundación ANI A.C., de la cual ya he comentado con frecuencia, entonces yo pongo algunos pesos para ayudar a la persona que asiste para pedir ayuda; con frecuencia sólo les pago el taxi para que los lleve a su domicilio, ya que ellas llegan caminando con mucha dificultad después de haberse bajado del autobús en una parada que está a ocho cuadras de mi casa.

Antier llegó una señora a la que le había dado un cheque por $2,300 y en el banco desconocieron mi firma, y le di otro cheque por la misma cantidad y le pagué un taxi para  que la llevara al banco, la esperara para que luego que cobrara dicho cheque la llevara a su domicilio; además, le escribí en una hoja de mi recetario una nota para que la leyera el que le había devuelto el cheque en la que le reclamaba su falta de consideración para esa señora que con mucha dificultad había llegado caminando a mi casa. Ella tiene cáncer de mama con metástasis en varias partes de su organismo, además de que se había caído y tenía lastimada una pierna; le comenté en esa nota que nada le había costado llamarme por teléfono para que yo comprobara que sí había emitido ese cheque; además de que yo  no dibujo mi firma, que todas mis firmas son diferentes unas de otras, que me iban a obligar a que firmara con una crucecita e iban a medir sus cuatro segmentos para ver si tenían la misma medida.

La Fundación ANI A.C. nació para ayudar a niños indigentes enfermos y con el cambio del Hospital Infantil del Estado al nuevo Hospital Infantil de Especialidades, ya casi no solicitan ayuda para niños y cuando lo hacen es para tarahumaritas para comprarles algún medicamento o principalmente respiradores; hace unos días vino el chofer de dicho hospital para que le cubriera el pago de dos Aerochamber para unos tarahumaritas; le di lo necesario para que los comprara y luego me trajo la factura correspondiente.

Ni qué decir de las familias que viven en humildes viviendas construidas con láminas, lonas, plásticos, y llantas y sin ningún servicio de agua, luz y gas. Tenemos que tener compasión por todas esas familias.

 

 

 

Se pensará, y con mucha razón, que soy muy reiterativo al tratar ciertos temas como el de la pobreza y la enfermedad, y es que muchas personas, principalmente señoras adultas con enfermedades crónico-degenerativas, cáncer y diabetes, entre otras, se acercan con frecuencia a mi oficina para solicitar alguna ayuda que les permita mitigar sus dolores y sus enfermedades, lo cual hago a través de los fondos recabados por donaciones de algunos lectores del Notidiócesis, así como algunos socios del Club Campestre de Chihuahua, y cada caso es diferente; en ocasiones, cuando no hay fondos en la Fundación ANI A.C., de la cual ya he comentado con frecuencia, entonces yo pongo algunos pesos para ayudar a la persona que asiste para pedir ayuda; con frecuencia sólo les pago el taxi para que los lleve a su domicilio, ya que ellas llegan caminando con mucha dificultad después de haberse bajado del autobús en una parada que está a ocho cuadras de mi casa.

Antier llegó una señora a la que le había dado un cheque por $2,300 y en el banco desconocieron mi firma, y le di otro cheque por la misma cantidad y le pagué un taxi para  que la llevara al banco, la esperara para que luego que cobrara dicho cheque la llevara a su domicilio; además, le escribí en una hoja de mi recetario una nota para que la leyera el que le había devuelto el cheque en la que le reclamaba su falta de consideración para esa señora que con mucha dificultad había llegado caminando a mi casa. Ella tiene cáncer de mama con metástasis en varias partes de su organismo, además de que se había caído y tenía lastimada una pierna; le comenté en esa nota que nada le había costado llamarme por teléfono para que yo comprobara que sí había emitido ese cheque; además de que yo  no dibujo mi firma, que todas mis firmas son diferentes unas de otras, que me iban a obligar a que firmara con una crucecita e iban a medir sus cuatro segmentos para ver si tenían la misma medida.

La Fundación ANI A.C. nació para ayudar a niños indigentes enfermos y con el cambio del Hospital Infantil del Estado al nuevo Hospital Infantil de Especialidades, ya casi no solicitan ayuda para niños y cuando lo hacen es para tarahumaritas para comprarles algún medicamento o principalmente respiradores; hace unos días vino el chofer de dicho hospital para que le cubriera el pago de dos Aerochamber para unos tarahumaritas; le di lo necesario para que los comprara y luego me trajo la factura correspondiente.

Ni qué decir de las familias que viven en humildes viviendas construidas con láminas, lonas, plásticos, y llantas y sin ningún servicio de agua, luz y gas. Tenemos que tener compasión por todas esas familias.