/ miércoles 8 de julio de 2020

Fronteras cerradas… sólo de un lado

Los juegos de poder son increíbles: tras las medidas adoptadas en todo el mundo para combatir la pandemia del Covid, los gobiernos de varias naciones radicalizaron sus estrategias para evitar, primero, la propagación del virus y, segundo, los contagios vía importación con la entrada de extranjeros a sus territorios.

Hemos dicho en varias ocasiones que la infodemia está generando un total descontrol en la emisión y recepción de datos precisos, porque no existe una estrategia clara y efectiva de información, en ninguna parte del mundo; pero un poco antes de que finalizara el mes de junio, las áreas de salud de algunas naciones decidieron cerrar sus fronteras, precisamente para evitar mayores problemas de contagio.

La comunidad europea abrió sus fronteras al turismo de sus propios territorios, pero cerró la entrada a visitantes de América; Canadá hizo lo propio, pero permitió el ingreso de turistas norteamericanos, nada más.

En algunas regiones de Asia, los visitantes, sean nativos que regresan a su tierra o trabajadores extranjeros de empresas trasnacionales deben pasar primero un periodo de cuando menos dos semanas aislados antes de reinsertarse a sus actividades familiares o laborales.

¿Y en México? ¿Qué pasa en nuestro maravilloso país? Nada. Dejamos entrar libremente a los turistas, de donde vengan y a la hora que quieran llegar. Ni filtros, ni exámenes, ni aislamientos, mucho menos restricciones, es más: ni siquiera debe haber una hojita donde manualmente apuntemos quién llega o quién sale.

Las fronteras entre México y Estados Unidos sí están cerradas, pero sólo de allá para acá. Las enormes filas de vehículos para ingresar a territorio norteamericano de por sí son kilométricas en tiempos normales, ahora con la pandemia, el asunto es un martirio.

Sólo pueden cruzar la línea fronteriza hacia el lado estadounidense quien demuestre que debe ingresar por motivos de primera necesidad, una emergencia, o bien una actividad que demande su presencia y siempre y cuando sea en beneficio del pueblo norteamericano.

Nuestras fronteras con Estados Unidos y los países de Centroamérica jamás han tenido el cuidado para vigilar quién ingresa vía terrestre; y cuando digo nunca, es eso: nunca. No hablo sólo de hoy, porque históricamente ha sido la crítica de propios y extraños y el tema nos ocupa ahora porque es justo en medio de la crisis de una atroz pandemia, cuando restringen rigurosamente la entrada de mexicanos a otras naciones y nosotros dejamos entrar a todo mundo, así, literal, a todo mundo, sin mayores problemas.

El fin de semana pasado, un grupo de ciudadanos de Sonoyta, en el estado de Sonora, apoyado por autoridades policiacas municipales, impidió el paso a visitantes de Estados Unidos, particularmente del colindante Arizona, por considerar que se trata de turistas que pueden generar un riesgo a la salud de los sonorenses.

Sonoyta es una pequeña comunidad que sirve como cruce de caminos para internarse en Sonora, desde el norte; cruzar a Estados Unidos y avanzar hacia Puerto Peñasco, es el destino favorito de muchos estadounidenses de la frontera sur y continuar hacia el noroeste del país, hacia Mexicali y Tijuana. Se trata, en su mayoría, de turistas norteamericanos que tienen propiedades inmobiliarias en Puerto Peñasco.

Pues el pasado fin de semana el llamado “Grupo Ciudadano Sonoyta” colocó vehículos en la entrada a territorio mexicano, impidiendo el paso a turistas de Arizona, lo que generó la nota nacional en los principales noticiarios de México. Y no digo que sea lo correcto. Digo que el cierre de las fronteras para evitar los contagios por Covid debiera ser en dos vías: de aquí para allá y de allá para acá.

Es obvio que requerimos de ese turismo mundial y más ahora, cuando las finanzas comerciales, desde hoteleras hasta restauranteras, pasando por los pequeños negocios, demandan una inyección de dinero proveniente de los turistas de cualquier parte del mundo. Lo que no se vale, es que nos cierren las fronteras a Europa, al norte y sur de América y nosotros permitamos sin recato su entrada. ¿O me equivoco? Sólo escribo cosas comunes. Buen día.

Los juegos de poder son increíbles: tras las medidas adoptadas en todo el mundo para combatir la pandemia del Covid, los gobiernos de varias naciones radicalizaron sus estrategias para evitar, primero, la propagación del virus y, segundo, los contagios vía importación con la entrada de extranjeros a sus territorios.

Hemos dicho en varias ocasiones que la infodemia está generando un total descontrol en la emisión y recepción de datos precisos, porque no existe una estrategia clara y efectiva de información, en ninguna parte del mundo; pero un poco antes de que finalizara el mes de junio, las áreas de salud de algunas naciones decidieron cerrar sus fronteras, precisamente para evitar mayores problemas de contagio.

La comunidad europea abrió sus fronteras al turismo de sus propios territorios, pero cerró la entrada a visitantes de América; Canadá hizo lo propio, pero permitió el ingreso de turistas norteamericanos, nada más.

En algunas regiones de Asia, los visitantes, sean nativos que regresan a su tierra o trabajadores extranjeros de empresas trasnacionales deben pasar primero un periodo de cuando menos dos semanas aislados antes de reinsertarse a sus actividades familiares o laborales.

¿Y en México? ¿Qué pasa en nuestro maravilloso país? Nada. Dejamos entrar libremente a los turistas, de donde vengan y a la hora que quieran llegar. Ni filtros, ni exámenes, ni aislamientos, mucho menos restricciones, es más: ni siquiera debe haber una hojita donde manualmente apuntemos quién llega o quién sale.

Las fronteras entre México y Estados Unidos sí están cerradas, pero sólo de allá para acá. Las enormes filas de vehículos para ingresar a territorio norteamericano de por sí son kilométricas en tiempos normales, ahora con la pandemia, el asunto es un martirio.

Sólo pueden cruzar la línea fronteriza hacia el lado estadounidense quien demuestre que debe ingresar por motivos de primera necesidad, una emergencia, o bien una actividad que demande su presencia y siempre y cuando sea en beneficio del pueblo norteamericano.

Nuestras fronteras con Estados Unidos y los países de Centroamérica jamás han tenido el cuidado para vigilar quién ingresa vía terrestre; y cuando digo nunca, es eso: nunca. No hablo sólo de hoy, porque históricamente ha sido la crítica de propios y extraños y el tema nos ocupa ahora porque es justo en medio de la crisis de una atroz pandemia, cuando restringen rigurosamente la entrada de mexicanos a otras naciones y nosotros dejamos entrar a todo mundo, así, literal, a todo mundo, sin mayores problemas.

El fin de semana pasado, un grupo de ciudadanos de Sonoyta, en el estado de Sonora, apoyado por autoridades policiacas municipales, impidió el paso a visitantes de Estados Unidos, particularmente del colindante Arizona, por considerar que se trata de turistas que pueden generar un riesgo a la salud de los sonorenses.

Sonoyta es una pequeña comunidad que sirve como cruce de caminos para internarse en Sonora, desde el norte; cruzar a Estados Unidos y avanzar hacia Puerto Peñasco, es el destino favorito de muchos estadounidenses de la frontera sur y continuar hacia el noroeste del país, hacia Mexicali y Tijuana. Se trata, en su mayoría, de turistas norteamericanos que tienen propiedades inmobiliarias en Puerto Peñasco.

Pues el pasado fin de semana el llamado “Grupo Ciudadano Sonoyta” colocó vehículos en la entrada a territorio mexicano, impidiendo el paso a turistas de Arizona, lo que generó la nota nacional en los principales noticiarios de México. Y no digo que sea lo correcto. Digo que el cierre de las fronteras para evitar los contagios por Covid debiera ser en dos vías: de aquí para allá y de allá para acá.

Es obvio que requerimos de ese turismo mundial y más ahora, cuando las finanzas comerciales, desde hoteleras hasta restauranteras, pasando por los pequeños negocios, demandan una inyección de dinero proveniente de los turistas de cualquier parte del mundo. Lo que no se vale, es que nos cierren las fronteras a Europa, al norte y sur de América y nosotros permitamos sin recato su entrada. ¿O me equivoco? Sólo escribo cosas comunes. Buen día.

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