/ viernes 1 de julio de 2022

Frustración e impotencia

Por: Chava Carrejo

Justo estas emociones y sentimientos experimentamos los ciudadanos ante hechos tan lamentables como los ocurridos en días pasados en la comunidad de Cerocahui. Por desgracia estas situaciones son consecuencia del ambiente de tolerancia e impunidad propiciado por nuestras autoridades.

Es muy frustrante escuchar las reiteradas declaraciones del presidente sin asumir su responsabilidad respecto al clima de violencia generalizado que vivimos, echando culpas a administraciones anteriores, siguiendo la misma tónica después de 4 años de su gestión.

También es decepcionante ver cómo se aferra a una insistente estrategia, claramente fallida, de “abrazos, no balazos”, que lo único que hace es mandar un terrible mensaje para quienes violentan a la sociedad, de que no habrá consecuencias por sus actos.

En la práctica, el Gobierno Federal, lo que está haciendo es abandonar su deber constitucional de hacer cumplir la ley y brindar seguridad a los ciudadanos.

Esta es una grave omisión que deja a la sociedad a merced de grupos criminales que tienen carta abierta para seguir apoderándose de territorios e imponiendo su propia ley, por distintas vías.

En el ámbito local, es igualmente frustrante la inacción de las autoridades, que sabían desde años de la actuación de los personajes hoy perseguidos, y que hoy refrendan debido a este crimen de alto impacto.

Yo me preguntaría: de no haber sido las más recientes víctimas dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas, sino tres pobladores de la misma comunidad, ¿hubiera generado la misma reacción de las autoridades federales y locales?

Por supuesto que no... porque eso sucede todos los días en distintos rincones del estado y del País.

Tanto los pobladores como las autoridades de la región serrana y las ciudades, saben quiénes son los grupos delictivos, los actores que generan violencia, que cobran derecho de piso, que talan los bosques, y realizan toda una gama de actividades ilícitas que definitivamente van en detrimento de la sociedad.

Son incontables los cuestionamientos que me surgen: ¿Por qué actúan hasta que se genera un crimen de alto impacto mediático? ¿Por qué se paran en los lugares que todos sabemos están asolados por la delincuencia, hasta que pasan sucesos tan lamentables, y de no suceder, los dejan a su suerte?

Un aspecto que es digno de analizarse es: por qué las autoridades no accionan con antelación, con mayor presencia en zonas de conflicto. Pero también, por qué no combaten a la delincuencia por medio de la capacitación en inteligencia a las distintas corporaciones, el equipamiento de las mismas, así como la aplicación de incentivos que mejoren la vida de los elementos policiacos y ministerios públicos.

Considero de la misma manera que una gran área de oportunidad es la Educación; no vemos en los gobiernos visos de reforzar los métodos educativos para crear generaciones de jóvenes con valores, familias más cohesionadas, y, por lo tanto, un núcleo social menos violento.

Sabemos que la seguridad es compartida, pero mientras ciudadanos y empresarios pagamos nuestros impuestos, y buscamos a través de ello que se nos garantice el Estado de Derecho, la Justicia y la Seguridad, los gobiernos se echan la pelotita unos a otros sin llegar a nada, sin darle solución a estos problemas que están enquistados en nuestro México.

Entonces reflexiono: todo sigue igual, como siempre ha sido, gobiernos llegan y se van, y las cifras de homicidios dolosos, asaltos, secuestros, violencia familiar, robo a comercio, entre muchos más, van al alza de manera estrepitosa, y los ciudadanos somos solo espectadores de los escenarios que nuestros gobernantes deciden crear, por acción u omisión.

Por: Chava Carrejo

Justo estas emociones y sentimientos experimentamos los ciudadanos ante hechos tan lamentables como los ocurridos en días pasados en la comunidad de Cerocahui. Por desgracia estas situaciones son consecuencia del ambiente de tolerancia e impunidad propiciado por nuestras autoridades.

Es muy frustrante escuchar las reiteradas declaraciones del presidente sin asumir su responsabilidad respecto al clima de violencia generalizado que vivimos, echando culpas a administraciones anteriores, siguiendo la misma tónica después de 4 años de su gestión.

También es decepcionante ver cómo se aferra a una insistente estrategia, claramente fallida, de “abrazos, no balazos”, que lo único que hace es mandar un terrible mensaje para quienes violentan a la sociedad, de que no habrá consecuencias por sus actos.

En la práctica, el Gobierno Federal, lo que está haciendo es abandonar su deber constitucional de hacer cumplir la ley y brindar seguridad a los ciudadanos.

Esta es una grave omisión que deja a la sociedad a merced de grupos criminales que tienen carta abierta para seguir apoderándose de territorios e imponiendo su propia ley, por distintas vías.

En el ámbito local, es igualmente frustrante la inacción de las autoridades, que sabían desde años de la actuación de los personajes hoy perseguidos, y que hoy refrendan debido a este crimen de alto impacto.

Yo me preguntaría: de no haber sido las más recientes víctimas dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas, sino tres pobladores de la misma comunidad, ¿hubiera generado la misma reacción de las autoridades federales y locales?

Por supuesto que no... porque eso sucede todos los días en distintos rincones del estado y del País.

Tanto los pobladores como las autoridades de la región serrana y las ciudades, saben quiénes son los grupos delictivos, los actores que generan violencia, que cobran derecho de piso, que talan los bosques, y realizan toda una gama de actividades ilícitas que definitivamente van en detrimento de la sociedad.

Son incontables los cuestionamientos que me surgen: ¿Por qué actúan hasta que se genera un crimen de alto impacto mediático? ¿Por qué se paran en los lugares que todos sabemos están asolados por la delincuencia, hasta que pasan sucesos tan lamentables, y de no suceder, los dejan a su suerte?

Un aspecto que es digno de analizarse es: por qué las autoridades no accionan con antelación, con mayor presencia en zonas de conflicto. Pero también, por qué no combaten a la delincuencia por medio de la capacitación en inteligencia a las distintas corporaciones, el equipamiento de las mismas, así como la aplicación de incentivos que mejoren la vida de los elementos policiacos y ministerios públicos.

Considero de la misma manera que una gran área de oportunidad es la Educación; no vemos en los gobiernos visos de reforzar los métodos educativos para crear generaciones de jóvenes con valores, familias más cohesionadas, y, por lo tanto, un núcleo social menos violento.

Sabemos que la seguridad es compartida, pero mientras ciudadanos y empresarios pagamos nuestros impuestos, y buscamos a través de ello que se nos garantice el Estado de Derecho, la Justicia y la Seguridad, los gobiernos se echan la pelotita unos a otros sin llegar a nada, sin darle solución a estos problemas que están enquistados en nuestro México.

Entonces reflexiono: todo sigue igual, como siempre ha sido, gobiernos llegan y se van, y las cifras de homicidios dolosos, asaltos, secuestros, violencia familiar, robo a comercio, entre muchos más, van al alza de manera estrepitosa, y los ciudadanos somos solo espectadores de los escenarios que nuestros gobernantes deciden crear, por acción u omisión.