/ viernes 26 de junio de 2020

“Fue a darle la queja al rey”

“Un sujeto poca ley, por su actitud… nauseabundo; viajó por red medio mundo, a darle la queja al rey”.


A inicios del mes de junio, el orbe pudo ser testigo de una actitud execrable y denigrante de un mexicano que avergüenza nuestra tierra, llamado Gustavo de Hoyos Walther, a la sazón presidente nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana –Coparmex- quien de manera virtual asistió, en representación del organismo que preside, a la Reunión Internacional de Empresarios de Iberoamérica que se realizó en España, presidida por el rey Felipe VI; el encuentro se denominó: “Más Iberoamérica, nuestra empresa común”, la que tenía como principal fin, evaluar y corregir los afectos negativos de la pandemia Covid-19. Así las cosas cuando le tocó en turno intervenir al señor De Hoyos, su principal argumento fue expresar: -“Su majestad”, le informo –palabras más o menos- que el crecimiento económico en mi país ha sido nulo en comparación con todos los años anteriores, debido a la toma de decisiones irracionales que ha tenido el presidente de la República por su política populista”. Así sin que viniera al caso, fue a darle la queja al rey; la de que AMLO, cuya dirigencia es apenas de un año y medio, es el culpable de la situación económica actual de México; no el Plan Zafiro de Salinas Ba-bá y sus cuatrocientos mil pillos, que saquearon al país inmisericordemente. Ni le habló, de su disgusto y el del sector empresarial, por no haber recibido blindaje económico, como cuando nos endilgaron al pueblo el Fobaproa, herencia vitalicia de deuda privada, convertida en deuda pública, y por no haber aceptado AMLO endeudar más al país. Tampoco le habló del “despropósito” de AMLO de cobrarles sin reducciones ni prebendas los impuestos pertinentes.

Un sector empresarial evasor fiscal, acomodaticio, cuya consigna de servicio patrio es “la transa” y el enriquecimiento fincado en componendas y arreglos políticos. Por supuesto, éste hombre representa al sector deshonesto de los empresarios, no el de los patriotas, que aunque pocos y muy contados, pero los hay entre ese importante grupo social.

De Hoyos Walther, mostrando un conservadurismo decadente, rastrero, vergonzante; el de vendepatrias que añora el rastacuerismo de otros tiempos, para poner en el poder político de México, a quien favorezca sus intereses económicos, antes que los de las masas. Un emperador que hay que traer de Europa, o un apoyo que haya que imponer desde la USA, u otros países poderosos; pero nunca la vía democrática de la elección popular, que lejos de favorecerlo, le exigen que cubra los impuestos que la ley le impone; sin concesiones, pues no se pueden eludir las obligaciones fiscales en un gobierno que no sea corrupto. –“Fíjese su majestad, lo infelices que somos en México”; y verdaderamente que el sujeto es un “infeliz”; y con él, miles de logreros perseguidores de los fines: Primero yo, luego yo y después yo.

La militancia panista –la masa- añoró por años el ejercicio democrático de la política en México… un día poder sacar a patadas al PRI del gobierno. La democracia propició que así fuera.

Dos sexenios de panistas y las condiciones medulares económicas y sociales no cambiaron; el viejo gatopardismo de siempre; de nuevo la democracia obró el milagro y AMLO llegó por inobjetable decisión popular, para ejemplo del mundo; pero afectó los intereses de la oligarquía, aquellos que manipulaban al PRI y al PAN; ahora grita la oligarquía y las masas prianistas… -¡Una democracia así no la queremos!, queremos volver a la pseudodemocracia del PAN y del PRI, pero no esta democracia; y como difícilmente lo lograremos de nuevo, vayamos a darle la queja al rey y a quien sea necesario con tal de recuperar los privilegios perdidos, y al México corrupto de nuestros recuerdos. Se les olvida a estos individuos, que Dios no cumple caprichos ni endereza jorobados. Y todavía hay “peleles” en difíciles circunstancias socioeconómicas que abogan y luchan por los poderosos empresarios, detractando al gobierno federal establecido, a través de todos los medios posibles, sin entender su personal lastimosa situación, indigentes de blasón.

“Un sujeto poca ley, por su actitud… nauseabundo; viajó por red medio mundo, a darle la queja al rey”.


A inicios del mes de junio, el orbe pudo ser testigo de una actitud execrable y denigrante de un mexicano que avergüenza nuestra tierra, llamado Gustavo de Hoyos Walther, a la sazón presidente nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana –Coparmex- quien de manera virtual asistió, en representación del organismo que preside, a la Reunión Internacional de Empresarios de Iberoamérica que se realizó en España, presidida por el rey Felipe VI; el encuentro se denominó: “Más Iberoamérica, nuestra empresa común”, la que tenía como principal fin, evaluar y corregir los afectos negativos de la pandemia Covid-19. Así las cosas cuando le tocó en turno intervenir al señor De Hoyos, su principal argumento fue expresar: -“Su majestad”, le informo –palabras más o menos- que el crecimiento económico en mi país ha sido nulo en comparación con todos los años anteriores, debido a la toma de decisiones irracionales que ha tenido el presidente de la República por su política populista”. Así sin que viniera al caso, fue a darle la queja al rey; la de que AMLO, cuya dirigencia es apenas de un año y medio, es el culpable de la situación económica actual de México; no el Plan Zafiro de Salinas Ba-bá y sus cuatrocientos mil pillos, que saquearon al país inmisericordemente. Ni le habló, de su disgusto y el del sector empresarial, por no haber recibido blindaje económico, como cuando nos endilgaron al pueblo el Fobaproa, herencia vitalicia de deuda privada, convertida en deuda pública, y por no haber aceptado AMLO endeudar más al país. Tampoco le habló del “despropósito” de AMLO de cobrarles sin reducciones ni prebendas los impuestos pertinentes.

Un sector empresarial evasor fiscal, acomodaticio, cuya consigna de servicio patrio es “la transa” y el enriquecimiento fincado en componendas y arreglos políticos. Por supuesto, éste hombre representa al sector deshonesto de los empresarios, no el de los patriotas, que aunque pocos y muy contados, pero los hay entre ese importante grupo social.

De Hoyos Walther, mostrando un conservadurismo decadente, rastrero, vergonzante; el de vendepatrias que añora el rastacuerismo de otros tiempos, para poner en el poder político de México, a quien favorezca sus intereses económicos, antes que los de las masas. Un emperador que hay que traer de Europa, o un apoyo que haya que imponer desde la USA, u otros países poderosos; pero nunca la vía democrática de la elección popular, que lejos de favorecerlo, le exigen que cubra los impuestos que la ley le impone; sin concesiones, pues no se pueden eludir las obligaciones fiscales en un gobierno que no sea corrupto. –“Fíjese su majestad, lo infelices que somos en México”; y verdaderamente que el sujeto es un “infeliz”; y con él, miles de logreros perseguidores de los fines: Primero yo, luego yo y después yo.

La militancia panista –la masa- añoró por años el ejercicio democrático de la política en México… un día poder sacar a patadas al PRI del gobierno. La democracia propició que así fuera.

Dos sexenios de panistas y las condiciones medulares económicas y sociales no cambiaron; el viejo gatopardismo de siempre; de nuevo la democracia obró el milagro y AMLO llegó por inobjetable decisión popular, para ejemplo del mundo; pero afectó los intereses de la oligarquía, aquellos que manipulaban al PRI y al PAN; ahora grita la oligarquía y las masas prianistas… -¡Una democracia así no la queremos!, queremos volver a la pseudodemocracia del PAN y del PRI, pero no esta democracia; y como difícilmente lo lograremos de nuevo, vayamos a darle la queja al rey y a quien sea necesario con tal de recuperar los privilegios perdidos, y al México corrupto de nuestros recuerdos. Se les olvida a estos individuos, que Dios no cumple caprichos ni endereza jorobados. Y todavía hay “peleles” en difíciles circunstancias socioeconómicas que abogan y luchan por los poderosos empresarios, detractando al gobierno federal establecido, a través de todos los medios posibles, sin entender su personal lastimosa situación, indigentes de blasón.