/ miércoles 4 de diciembre de 2019

Fuera de sí…

No se puede pensar que fuera de otra manera el actuar del primer mandatario del estado cuando un reportero de un periódico digital, cuya línea es crítica hacia su gobierno, toma algunas fotografías del momento en que el Sr. Gobernador se encontraba disfrutando de una actividad lúdica en las canchas de tenis de la Ciudad Deportiva.


De tal forma que la orden a quienes cuidan su seguridad se cumplió de inmediato deteniendo al reportero Gabriel Venzor, acusado también de “narco” por el mandatario y reteniéndole su teléfono obligándolo a borrar imágenes captadas del momento en que el gobernador estaba en las canchas de tenis en una franca violación al principal mandato que tenemos en el país, que en su artículo séptimo a la letra dice:

“Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. No se puede restringir este derecho por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares, de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios y tecnologías de la información y comunicación encaminados a impedir la transmisión y circulación de ideas y opiniones.


“Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni coartar la libertad de difusión, que no tiene más límites que los previstos en el primer párrafo del artículo 6o. de esta Constitución. En ningún caso podrán secuestrarse los bienes utilizados para la difusión de información, opiniones e ideas, como instrumento del delito”.

Y lo reproducimos totalmente por la importancia que tiene el respeto que todo funcionario debe tener hacia el trabajo periodístico que se debe no sólo a la integridad como persona sino al mandato legal que debe y está obligado a obedecer.

Seguramente vendrá la querella ante la Fiscalía y seguramente dormirá el sueño de los justos, y la muy probable recomendación de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos hacia el Gobierno del Estado, pero la furia por la crítica de un reportero hacia el mandatario queda grabada en la mente de los chihuahuenses como un elemento que se suma a la indolencia en el caso del asesinato de Miroslava, del discurso de odio hacia los medios, de la marcada preferencia hacia los pocos afines que se inclinan ante el que presume una ley de medios que como anillo al dedo le permite el control buscado.

Mientras tanto, el Estado Grande se debate entre la inseguridad, el creciente endeudamiento, el pataleo por la supuesta falta de recursos, la poca obra pública, la búsqueda de justicia en la persona del “vulgar ladrón” y las conferencias en la Ciudad de México. ¡Así no se gobierna un estado

No se puede pensar que fuera de otra manera el actuar del primer mandatario del estado cuando un reportero de un periódico digital, cuya línea es crítica hacia su gobierno, toma algunas fotografías del momento en que el Sr. Gobernador se encontraba disfrutando de una actividad lúdica en las canchas de tenis de la Ciudad Deportiva.


De tal forma que la orden a quienes cuidan su seguridad se cumplió de inmediato deteniendo al reportero Gabriel Venzor, acusado también de “narco” por el mandatario y reteniéndole su teléfono obligándolo a borrar imágenes captadas del momento en que el gobernador estaba en las canchas de tenis en una franca violación al principal mandato que tenemos en el país, que en su artículo séptimo a la letra dice:

“Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. No se puede restringir este derecho por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares, de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios y tecnologías de la información y comunicación encaminados a impedir la transmisión y circulación de ideas y opiniones.


“Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni coartar la libertad de difusión, que no tiene más límites que los previstos en el primer párrafo del artículo 6o. de esta Constitución. En ningún caso podrán secuestrarse los bienes utilizados para la difusión de información, opiniones e ideas, como instrumento del delito”.

Y lo reproducimos totalmente por la importancia que tiene el respeto que todo funcionario debe tener hacia el trabajo periodístico que se debe no sólo a la integridad como persona sino al mandato legal que debe y está obligado a obedecer.

Seguramente vendrá la querella ante la Fiscalía y seguramente dormirá el sueño de los justos, y la muy probable recomendación de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos hacia el Gobierno del Estado, pero la furia por la crítica de un reportero hacia el mandatario queda grabada en la mente de los chihuahuenses como un elemento que se suma a la indolencia en el caso del asesinato de Miroslava, del discurso de odio hacia los medios, de la marcada preferencia hacia los pocos afines que se inclinan ante el que presume una ley de medios que como anillo al dedo le permite el control buscado.

Mientras tanto, el Estado Grande se debate entre la inseguridad, el creciente endeudamiento, el pataleo por la supuesta falta de recursos, la poca obra pública, la búsqueda de justicia en la persona del “vulgar ladrón” y las conferencias en la Ciudad de México. ¡Así no se gobierna un estado