/ martes 15 de enero de 2019

Gobernar con pretextos

Los gobernantes, cuando fueron electos y durante las campañas, mostraban, y algunos demostraban los malos manejos de sus antecesores. Corrupción, malos manejos, desvíos, manipulaciones, en fin, muchos agravantes de una mala administración de los gobiernos.

Muchos de ellos se “apalancaron” en estas informaciones para lograr votos que los condujeran a los puestos buscados. Ya logrando el cometido, ganar el puesto público, e inician toda una campaña de “por qué no pueden hacer las cosas”.

Gastan presupuesto público, discursos, opiniones, comentarios enfocando sus estrategias en lo que no pueden hacer porque les falta dinero o les falta apoyo.

Pasan los días y siguen los “pretextos”, alrededor del gobernante anterior (sea o no culpable de lo señalado).

Pareciera que ya es un “estilo” de gobernar el estar poniendo pretextos para poder gobernar, como si no supieran a lo que se enfrentaban cuando aceptaron ser candidatos y contender por el puesto público.

A lo largo y ancho del país existe un gran número de gobernantes con este perfil, todas las semanas se encargan de publicar y comentar los pretextos para no realizar una buena administración. Existen gobernantes que pasan su periodo y sobreviven con la bandera de los pretextos.

Un pretexto es una razón o argumento que se da para justificar una cosa, en especial una falla, un error o para explicar por qué no se ha realizado algo.

Por ejemplo, los gobiernos ponen de pretexto la falta de apoyo del gobierno federal para justificar que la inseguridad continúa en varias regiones. Inclusive ponen pretexto de por qué en las ciudades se incrementa los robos a comercios, casas habitación o transeúntes. O también los gobiernos ponen de pretexto la falta de apoyo económico, para justificar que no se han realizado obras. Para los gobiernos no hay alternativas de reducción de gasto, nómina o alguna otra opción, es más fácil poner el pretexto de la falta de apoyo.

El aferrarse al pretexto de las administraciones anteriores (sin tratar de excluir la responsabilidad de las mismas) pierden de vista acciones que pudieran significar avances considerables en algunos rubros como la seguridad, la infraestructura, la salud, la educación o el desarrollo económico.

Es correcto perseguir a los corruptos, es correcto pedir al gobierno federal el apoyo necesario, es correcto solicitar lo que les corresponde a los gobiernos. Lo que no es correcto para un gobierno, mucho menos ético, es justificarse y esconderse en las excusas para no gobernar o gobernar a medias.

Un maestro me dijo en alguna ocasión: “Cualquier justificación de por qué no se hace algo es considerado como harakiri”. En un gobierno las excusas no son parte del trabajo de un gobernante, son las acciones que realice las que definen una buena o mala administración.

Vivir de las excusas no llega a ningún lado, no logra metas, no genera valor a la población, no aporta al crecimiento de las regiones, mucho menos de las personas.

Por otro lado, una sociedad que “aguanta” a gobernantes con pretextos, que los solapa, que aplaude sus pretextos, se hace cómplice de los mismos e impide el desarrollo y crecimiento de las regiones. Así, la ciudadanía, o parte de ésta, se limita a comentar los pretextos de los gobernantes en los cafés, reuniones y foros, sin exigir las acciones y las decisiones. Inclusive llega a pensar que efectivamente no se pueden hacer las cosas por los pretextos que el gobernante manifiesta. Y muchas veces, se convierten en portavoces del gobernante para compartir los pretextos, sin darse cuenta que su rol es exigir y apoyar a que las cosas se hagan y con esto lograr un avance. Gobernar con pretextos muestra una incapacidad y una fuerte dependencia de entidades externas.

email: antonio.rios@tec.mx



Los gobernantes, cuando fueron electos y durante las campañas, mostraban, y algunos demostraban los malos manejos de sus antecesores. Corrupción, malos manejos, desvíos, manipulaciones, en fin, muchos agravantes de una mala administración de los gobiernos.

Muchos de ellos se “apalancaron” en estas informaciones para lograr votos que los condujeran a los puestos buscados. Ya logrando el cometido, ganar el puesto público, e inician toda una campaña de “por qué no pueden hacer las cosas”.

Gastan presupuesto público, discursos, opiniones, comentarios enfocando sus estrategias en lo que no pueden hacer porque les falta dinero o les falta apoyo.

Pasan los días y siguen los “pretextos”, alrededor del gobernante anterior (sea o no culpable de lo señalado).

Pareciera que ya es un “estilo” de gobernar el estar poniendo pretextos para poder gobernar, como si no supieran a lo que se enfrentaban cuando aceptaron ser candidatos y contender por el puesto público.

A lo largo y ancho del país existe un gran número de gobernantes con este perfil, todas las semanas se encargan de publicar y comentar los pretextos para no realizar una buena administración. Existen gobernantes que pasan su periodo y sobreviven con la bandera de los pretextos.

Un pretexto es una razón o argumento que se da para justificar una cosa, en especial una falla, un error o para explicar por qué no se ha realizado algo.

Por ejemplo, los gobiernos ponen de pretexto la falta de apoyo del gobierno federal para justificar que la inseguridad continúa en varias regiones. Inclusive ponen pretexto de por qué en las ciudades se incrementa los robos a comercios, casas habitación o transeúntes. O también los gobiernos ponen de pretexto la falta de apoyo económico, para justificar que no se han realizado obras. Para los gobiernos no hay alternativas de reducción de gasto, nómina o alguna otra opción, es más fácil poner el pretexto de la falta de apoyo.

El aferrarse al pretexto de las administraciones anteriores (sin tratar de excluir la responsabilidad de las mismas) pierden de vista acciones que pudieran significar avances considerables en algunos rubros como la seguridad, la infraestructura, la salud, la educación o el desarrollo económico.

Es correcto perseguir a los corruptos, es correcto pedir al gobierno federal el apoyo necesario, es correcto solicitar lo que les corresponde a los gobiernos. Lo que no es correcto para un gobierno, mucho menos ético, es justificarse y esconderse en las excusas para no gobernar o gobernar a medias.

Un maestro me dijo en alguna ocasión: “Cualquier justificación de por qué no se hace algo es considerado como harakiri”. En un gobierno las excusas no son parte del trabajo de un gobernante, son las acciones que realice las que definen una buena o mala administración.

Vivir de las excusas no llega a ningún lado, no logra metas, no genera valor a la población, no aporta al crecimiento de las regiones, mucho menos de las personas.

Por otro lado, una sociedad que “aguanta” a gobernantes con pretextos, que los solapa, que aplaude sus pretextos, se hace cómplice de los mismos e impide el desarrollo y crecimiento de las regiones. Así, la ciudadanía, o parte de ésta, se limita a comentar los pretextos de los gobernantes en los cafés, reuniones y foros, sin exigir las acciones y las decisiones. Inclusive llega a pensar que efectivamente no se pueden hacer las cosas por los pretextos que el gobernante manifiesta. Y muchas veces, se convierten en portavoces del gobernante para compartir los pretextos, sin darse cuenta que su rol es exigir y apoyar a que las cosas se hagan y con esto lograr un avance. Gobernar con pretextos muestra una incapacidad y una fuerte dependencia de entidades externas.

email: antonio.rios@tec.mx