/ sábado 7 de marzo de 2020

Grillos adolescencios caducos

Los seres humanos cuando dejamos la niñez y entramos en la adolescencia empezamos a ver el mundo con ojos nuevos, donde la maduración sexual y del cerebro, sumadas a nuevos conocimientos y experiencias permiten analizar, sopesar y criticar lo que han construido las generaciones adultas, para proponer nuevos rumbos y alternativas para renovar y conservar la vida en nuestro mundo.

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Después de los 20 años acumulamos en forma paulatina o rápida la experiencia suficiente para desenvolvernos y sobrevivir, donde suponíamos que, a mayor tiempo de vida tendríamos mayor experiencia, para finalmente conseguir una cierta sensatez, sentido común y estabilidad, la famosa madurez, que debería durar para el resto de nuestra vida, pero oh sorpresa, las reglas cambiaron, porque el mundo ya no tiene la estabilidad que tuvo durante siglos.

La crisis generacional que enfrentamos a partir del inicio del siglo XXI, es consecuencia de que las reglas anteriores se han modificado radicalmente. Durante toda la historia siempre existieron las cinco generaciones tradicionales, niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos.

Actualmente derivado de la velocidad con que suceden los cambios y la forma vertiginosa en que se integra y comunica todo el planeta, ha provocado que esas cinco generaciones se fragmenten cada 10 años, lo suficiente para estar generando condiciones y circunstancias económicas, sociales, culturales, sexuales y existenciales que podemos claramente diferenciar.

Y aparecen la generación X, los millenials y la generación Z, etc., gracias a un sinnúmero de tecnologías que nos permiten alterar el diseño biológico y genético de cosechas, productos e inclusive al cuerpo humano, donde los implantes electrónicos en el cerebro y la modificación del ADN, ya no son ciencia ficción, sin importar si vivimos en un país industrializado y tecnológico o en un país tercermundista que vive de exportar materias primas y alimentos.

Lo anterior supondría que los ciudadanos exigiríamos y conseguiríamos políticos capaces de entender la tonelada de vertiginosos y amenazadores cambios antes mencionada, pero no es así, porque hoy el miedo de los adultos compite con las hormonas desbordadas de los adolescentes.

Nuestros grillos mal llamados políticos, porque de sus declaraciones, actuaciones y propuestas no podemos esperar gran cosa, imaginan que por cargar un celular y saber usar el correo electrónico y el whats up, así como haber comprado una laptop que utilizan como máquina de escribir, fantasean que entienden el SXXI, enfrascándose en discusiones y análisis que los mayores de 40 años consideran razonables y apropiadas, mientras que los menores de 25 los ven amenazantes, absurdas y equivocadas, como minimizar las amenazas del cambio climático.

Las generaciones de más de 40 años están terriblemente asustadas, buscando refugio en las recetas políticas obsoletas del siglo XX, cuando fueron jóvenes o en versiones sesgadas de creencias religiosas, para autojustificarse al desdibujar como enemigos irreductibles a quienes no piensan como ellos. Qué peligroso estar en manos de un buen número de grillos que no entienden ni asimilan la dinámica imparable de los cambios tecnológicos del SXXI, al tiempo que, en su estrés no pueden analizar y dialogar, tan sólo denigrar, bloquear y destruir.

Los seres humanos cuando dejamos la niñez y entramos en la adolescencia empezamos a ver el mundo con ojos nuevos, donde la maduración sexual y del cerebro, sumadas a nuevos conocimientos y experiencias permiten analizar, sopesar y criticar lo que han construido las generaciones adultas, para proponer nuevos rumbos y alternativas para renovar y conservar la vida en nuestro mundo.

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Después de los 20 años acumulamos en forma paulatina o rápida la experiencia suficiente para desenvolvernos y sobrevivir, donde suponíamos que, a mayor tiempo de vida tendríamos mayor experiencia, para finalmente conseguir una cierta sensatez, sentido común y estabilidad, la famosa madurez, que debería durar para el resto de nuestra vida, pero oh sorpresa, las reglas cambiaron, porque el mundo ya no tiene la estabilidad que tuvo durante siglos.

La crisis generacional que enfrentamos a partir del inicio del siglo XXI, es consecuencia de que las reglas anteriores se han modificado radicalmente. Durante toda la historia siempre existieron las cinco generaciones tradicionales, niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos.

Actualmente derivado de la velocidad con que suceden los cambios y la forma vertiginosa en que se integra y comunica todo el planeta, ha provocado que esas cinco generaciones se fragmenten cada 10 años, lo suficiente para estar generando condiciones y circunstancias económicas, sociales, culturales, sexuales y existenciales que podemos claramente diferenciar.

Y aparecen la generación X, los millenials y la generación Z, etc., gracias a un sinnúmero de tecnologías que nos permiten alterar el diseño biológico y genético de cosechas, productos e inclusive al cuerpo humano, donde los implantes electrónicos en el cerebro y la modificación del ADN, ya no son ciencia ficción, sin importar si vivimos en un país industrializado y tecnológico o en un país tercermundista que vive de exportar materias primas y alimentos.

Lo anterior supondría que los ciudadanos exigiríamos y conseguiríamos políticos capaces de entender la tonelada de vertiginosos y amenazadores cambios antes mencionada, pero no es así, porque hoy el miedo de los adultos compite con las hormonas desbordadas de los adolescentes.

Nuestros grillos mal llamados políticos, porque de sus declaraciones, actuaciones y propuestas no podemos esperar gran cosa, imaginan que por cargar un celular y saber usar el correo electrónico y el whats up, así como haber comprado una laptop que utilizan como máquina de escribir, fantasean que entienden el SXXI, enfrascándose en discusiones y análisis que los mayores de 40 años consideran razonables y apropiadas, mientras que los menores de 25 los ven amenazantes, absurdas y equivocadas, como minimizar las amenazas del cambio climático.

Las generaciones de más de 40 años están terriblemente asustadas, buscando refugio en las recetas políticas obsoletas del siglo XX, cuando fueron jóvenes o en versiones sesgadas de creencias religiosas, para autojustificarse al desdibujar como enemigos irreductibles a quienes no piensan como ellos. Qué peligroso estar en manos de un buen número de grillos que no entienden ni asimilan la dinámica imparable de los cambios tecnológicos del SXXI, al tiempo que, en su estrés no pueden analizar y dialogar, tan sólo denigrar, bloquear y destruir.