/ viernes 28 de junio de 2019

Hablando de cooperación y solidaridad

La semana pasada, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, dio a conocer que, como parte del Plan de Desarrollo para Centroamérica, México destinará 100 millones de dólares a El Salvador, Guatemala y Honduras. Casi de inmediato, el gobierno de El Salvador se convirtió en el primero en recibir recursos que, en su caso, ascienden a 30 millones de dólares.
Para el presidente López Obrador, México y El Salvador pusieron el ejemplo en el ámbito de la cooperación internacional en materia de atención a la crisis migratoria. Sin embargo, para muchos mexicanos ahora México es el ejemplo de lo que dice el viejo y conocido refrán: “Candil de la calle, oscuridad de su casa”.
Si bien es cierto que, históricamente, México y los mexicanos se han caracterizado por la solidaridad con sus pares (países y personas, respectivamente), que en materia de cooperación internacional la participación de México ha sido relativamente decorosa y que la cooperación México-Centroamérica y México-El Salvador no es algo nuevo; también es cierto que esa cooperación se centraba mayoritariamente en intercambios técnicos y de conocimiento. Es decir, sin que hubiera un notable apoyo financiero por parte de México (como el que se concretó la semana pasada).
Considerando lo expresado en los párrafos anteriores y riesgosa situación económica y financiera que actualmente se vive en distintos ámbitos y sectores de nuestro país, cabe aceptar que en esta ocasión coincido con lo manifestado por Marko Cortés: “El empleo a la baja y la violencia a la alza, pero @lopezobrador_ regala millones de dólares a países de Centroamérica. Cooperación sí, pero primero atender las urgentes necesidades en México, como la seguridad o la salud”.
Cierto es que existe una crisis migratoria; sin embargo, esa crisis incluye a México, porque no ha sido capaz de generar las condiciones necesarias y adecuadas para la creación de empleos suficientes y de calidad que contribuyan a reducir el eterno problema de la pobreza y, por lo tanto, la migración mexicana hacia los Estados Unidos de América.
El punto es que ese ejemplo de cooperación o solidaridad financiera de la que habla el presidente López Obrador es más bien un ejemplo de lo que alguna vez señaló el ex primer ministro de Portugal, José Manuel Barroso: “No hay estabilidad sin solidaridad y no hay solidaridad sin estabilidad”.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el poeta y novelista francés Víctor Hugo: “Entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo consiente, hay cierta solidaridad vergonzosa”.



laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com

La semana pasada, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, dio a conocer que, como parte del Plan de Desarrollo para Centroamérica, México destinará 100 millones de dólares a El Salvador, Guatemala y Honduras. Casi de inmediato, el gobierno de El Salvador se convirtió en el primero en recibir recursos que, en su caso, ascienden a 30 millones de dólares.
Para el presidente López Obrador, México y El Salvador pusieron el ejemplo en el ámbito de la cooperación internacional en materia de atención a la crisis migratoria. Sin embargo, para muchos mexicanos ahora México es el ejemplo de lo que dice el viejo y conocido refrán: “Candil de la calle, oscuridad de su casa”.
Si bien es cierto que, históricamente, México y los mexicanos se han caracterizado por la solidaridad con sus pares (países y personas, respectivamente), que en materia de cooperación internacional la participación de México ha sido relativamente decorosa y que la cooperación México-Centroamérica y México-El Salvador no es algo nuevo; también es cierto que esa cooperación se centraba mayoritariamente en intercambios técnicos y de conocimiento. Es decir, sin que hubiera un notable apoyo financiero por parte de México (como el que se concretó la semana pasada).
Considerando lo expresado en los párrafos anteriores y riesgosa situación económica y financiera que actualmente se vive en distintos ámbitos y sectores de nuestro país, cabe aceptar que en esta ocasión coincido con lo manifestado por Marko Cortés: “El empleo a la baja y la violencia a la alza, pero @lopezobrador_ regala millones de dólares a países de Centroamérica. Cooperación sí, pero primero atender las urgentes necesidades en México, como la seguridad o la salud”.
Cierto es que existe una crisis migratoria; sin embargo, esa crisis incluye a México, porque no ha sido capaz de generar las condiciones necesarias y adecuadas para la creación de empleos suficientes y de calidad que contribuyan a reducir el eterno problema de la pobreza y, por lo tanto, la migración mexicana hacia los Estados Unidos de América.
El punto es que ese ejemplo de cooperación o solidaridad financiera de la que habla el presidente López Obrador es más bien un ejemplo de lo que alguna vez señaló el ex primer ministro de Portugal, José Manuel Barroso: “No hay estabilidad sin solidaridad y no hay solidaridad sin estabilidad”.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el poeta y novelista francés Víctor Hugo: “Entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo consiente, hay cierta solidaridad vergonzosa”.



laecita.wordpress.com
laecita@gmail.com