/ martes 14 de agosto de 2018

Hablando de perdón

Yanez_flor@hotmail.com



Recientemente, López Obrador estuvo en Ciudad Juárez en el primer foro para la Pacificación, donde hizo un llamado a la unidad, perdón y reconciliación. Su lema fue “ni perdón ni olvido” que no olviden, pero sí perdonen. Dijo que la violencia no se puede atacar con mano dura, pues ello no resolverá el problema. Ello ha causado diversos sentimientos en la sociedad, algunos antagónicos, pues hay quienes no creen que sea posible, pues son conceptos difíciles de entender.


Anteriormente, he escrito sobre mi experiencia realizando investigación de campo acerca estos temas en Ruanda, donde en menos de cien días, casi un millón de personas perecieron en un genocidio, dejando una nación devastada y una generación traumatizada por el horror que vivieron, tanto víctimas como victimarios. Después de ello, y con el apoyo de varias instancias, se inició un proceso de reconciliación nacional para que todos pudieran coexistir nuevamente y seguir adelante con un nuevo proyecto de nación.


Recuerdo que por las noches, después de largas entrevistas con ruandeses que contaban su vivencia durante la masacre, llegaba a mi cuarto y al apagar la luz, el recurrente pensamiento de cómo alguien cuya familia fue asesinada, sus hijas violadas y su patrimonio destruido, podía no sólo reconciliarse con los que lo hicieron, sino perdonar lo “imperdonable” y seguir adelante; sobre todo me atosigaba el cómo podría hacerlo toda una nación entera.


No ha sido sencillo y ha tomado muchos años, gran inversión y la colaboración de varios actores para que en ese país el proceso esté funcionando y existan políticas públicas que lo favorezcan. Estar en Ruanda fue una experiencia fuerte e inolvidable, pero una gran lección de que con voluntad, estos procesos son posibles para trascender y salir victoriosos.


Y perdonar no es lo mismo que reconciliarse. El primero toma tiempo, no implica olvidar, negar la realidad y volverse a llevar con esa persona, o dejar de lado las repercusiones e implicaciones jurídicas; es un proceso personal que tiene que ver con lograr la paz interior para seguir adelante a pesar de lo ocurrido. Y no le corresponde al Estado hacerlo, sino a las víctimas.


Son palabras grandes las de López Obrador al abrir estos temas, que implica una gran movilización, cambios de paradigmas, expertos, recursos, paciencia y sobre todo mucha voluntad para lograr lo que otros han logrado. Enhorabuena, apostémosle al cambio hacia la paz.


Yanez_flor@hotmail.com



Recientemente, López Obrador estuvo en Ciudad Juárez en el primer foro para la Pacificación, donde hizo un llamado a la unidad, perdón y reconciliación. Su lema fue “ni perdón ni olvido” que no olviden, pero sí perdonen. Dijo que la violencia no se puede atacar con mano dura, pues ello no resolverá el problema. Ello ha causado diversos sentimientos en la sociedad, algunos antagónicos, pues hay quienes no creen que sea posible, pues son conceptos difíciles de entender.


Anteriormente, he escrito sobre mi experiencia realizando investigación de campo acerca estos temas en Ruanda, donde en menos de cien días, casi un millón de personas perecieron en un genocidio, dejando una nación devastada y una generación traumatizada por el horror que vivieron, tanto víctimas como victimarios. Después de ello, y con el apoyo de varias instancias, se inició un proceso de reconciliación nacional para que todos pudieran coexistir nuevamente y seguir adelante con un nuevo proyecto de nación.


Recuerdo que por las noches, después de largas entrevistas con ruandeses que contaban su vivencia durante la masacre, llegaba a mi cuarto y al apagar la luz, el recurrente pensamiento de cómo alguien cuya familia fue asesinada, sus hijas violadas y su patrimonio destruido, podía no sólo reconciliarse con los que lo hicieron, sino perdonar lo “imperdonable” y seguir adelante; sobre todo me atosigaba el cómo podría hacerlo toda una nación entera.


No ha sido sencillo y ha tomado muchos años, gran inversión y la colaboración de varios actores para que en ese país el proceso esté funcionando y existan políticas públicas que lo favorezcan. Estar en Ruanda fue una experiencia fuerte e inolvidable, pero una gran lección de que con voluntad, estos procesos son posibles para trascender y salir victoriosos.


Y perdonar no es lo mismo que reconciliarse. El primero toma tiempo, no implica olvidar, negar la realidad y volverse a llevar con esa persona, o dejar de lado las repercusiones e implicaciones jurídicas; es un proceso personal que tiene que ver con lograr la paz interior para seguir adelante a pesar de lo ocurrido. Y no le corresponde al Estado hacerlo, sino a las víctimas.


Son palabras grandes las de López Obrador al abrir estos temas, que implica una gran movilización, cambios de paradigmas, expertos, recursos, paciencia y sobre todo mucha voluntad para lograr lo que otros han logrado. Enhorabuena, apostémosle al cambio hacia la paz.