/ martes 9 de febrero de 2021

Hacia una cultura de paz | Conocer los derechos para exigirlos

No se puede tapar el sol con un dedo, ni a miles de muertos con engaños. Una verdad que hemos aprendido sobre la importancia de los Derechos Humanos en estos tiempos, es que violarlos nos perjudica a todos. El virus develó las fallas y fisuras estructurales del Estado y las exacerbó por las circunstancias, colocándonos en estado de vulnerabilidad.

Ha habido un impacto desproporcionado del virus en ciertos grupos, como los trabajadores de primera línea, que no cuentan con el equipo necesario para trabajar adecuadamente en los hospitales, incrementándose el riesgo de contagiarse y morir. Es cierto que el Sector Salud no estaba preparado para atender a tantos enfermos ni cuidar a su personal, que los hospitales se vieron rebasados y que nadie está obligado a lo imposible, sin embargo, eso no es nuevo, el sistema ya era deficiente. Desde hace años ya había desabasto de medicamentos, de citas médicas, especialistas e insumos. Comenzaron las noticias de personas muriendo afuera de los hospitales esperando ser atendidas, o aquellos que fueron mandados a su casa a morir. Tristemente el dinero se destina para la construcción de trenes y estadios de beisbol antes que invertir en infraestructura e insumos para salvaguardar la vida y la salud de las personas, que es la prioridad. Ya había violaciones a los Derechos Humanos por el Sector Salud, pero ahora nos fue peor. De acuerdo con El Economista, la tasa de letalidad por Covid-19 se cuadriplicó en hospitales públicos que en privados. El 85% de las personas que fallecieron fueron atendidas en nosocomios de gobierno.

En días pasados el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos informó que en el 2020 hubo menos quejas por violaciones a Derechos Humanos que en 2019, ello en parte por la poca movilidad. Asombra que no se hayan registrado más quejas, cuando evidentemente había graves violaciones. ¿Será acaso porque la gente desconoce sus derechos?, entonces no puede exigirlos si los ignora, será que las personas ya nos acostumbramos a las fallas estructurales del sistema y nos conformamos diciendo que así son las cosas. Una práctica reiterada la hace costumbre y la normalizamos.

Últimamente se han vuelto más frecuentes las protestas y manifestaciones sociales para exigir al gobierno que se cumplan las garantías y los derechos básicos para subsistir, como el derecho a la salud. Recientemente hubo otra manifestación afuera del Palacio de Gobierno para demandar se reactivara el servicio de Pensiones, ya que fue suspendida la atención el hospitales por adeudos del mismo gobierno. Es paradójico que el órgano encargado de proteger los derechos sea su principal violador. Me pregunto: ¿Cuántas personas habrán muerto en este intervalo? Nos hemos acostumbrado a que se violen nuestros derechos. Hay factores que dificultan la atención médica como la pandemia, pero no es pretexto para ignorar y justificar las fallas que existen desde hace décadas. Apaguemos el incendio del bosque, no de unos cuantos árboles, y trabajemos en las estructuras. Es absurdo que se tengan que realizar protestas para exigir que protejan los derechos.

Yanez_flor@hotmail.com

No se puede tapar el sol con un dedo, ni a miles de muertos con engaños. Una verdad que hemos aprendido sobre la importancia de los Derechos Humanos en estos tiempos, es que violarlos nos perjudica a todos. El virus develó las fallas y fisuras estructurales del Estado y las exacerbó por las circunstancias, colocándonos en estado de vulnerabilidad.

Ha habido un impacto desproporcionado del virus en ciertos grupos, como los trabajadores de primera línea, que no cuentan con el equipo necesario para trabajar adecuadamente en los hospitales, incrementándose el riesgo de contagiarse y morir. Es cierto que el Sector Salud no estaba preparado para atender a tantos enfermos ni cuidar a su personal, que los hospitales se vieron rebasados y que nadie está obligado a lo imposible, sin embargo, eso no es nuevo, el sistema ya era deficiente. Desde hace años ya había desabasto de medicamentos, de citas médicas, especialistas e insumos. Comenzaron las noticias de personas muriendo afuera de los hospitales esperando ser atendidas, o aquellos que fueron mandados a su casa a morir. Tristemente el dinero se destina para la construcción de trenes y estadios de beisbol antes que invertir en infraestructura e insumos para salvaguardar la vida y la salud de las personas, que es la prioridad. Ya había violaciones a los Derechos Humanos por el Sector Salud, pero ahora nos fue peor. De acuerdo con El Economista, la tasa de letalidad por Covid-19 se cuadriplicó en hospitales públicos que en privados. El 85% de las personas que fallecieron fueron atendidas en nosocomios de gobierno.

En días pasados el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos informó que en el 2020 hubo menos quejas por violaciones a Derechos Humanos que en 2019, ello en parte por la poca movilidad. Asombra que no se hayan registrado más quejas, cuando evidentemente había graves violaciones. ¿Será acaso porque la gente desconoce sus derechos?, entonces no puede exigirlos si los ignora, será que las personas ya nos acostumbramos a las fallas estructurales del sistema y nos conformamos diciendo que así son las cosas. Una práctica reiterada la hace costumbre y la normalizamos.

Últimamente se han vuelto más frecuentes las protestas y manifestaciones sociales para exigir al gobierno que se cumplan las garantías y los derechos básicos para subsistir, como el derecho a la salud. Recientemente hubo otra manifestación afuera del Palacio de Gobierno para demandar se reactivara el servicio de Pensiones, ya que fue suspendida la atención el hospitales por adeudos del mismo gobierno. Es paradójico que el órgano encargado de proteger los derechos sea su principal violador. Me pregunto: ¿Cuántas personas habrán muerto en este intervalo? Nos hemos acostumbrado a que se violen nuestros derechos. Hay factores que dificultan la atención médica como la pandemia, pero no es pretexto para ignorar y justificar las fallas que existen desde hace décadas. Apaguemos el incendio del bosque, no de unos cuantos árboles, y trabajemos en las estructuras. Es absurdo que se tengan que realizar protestas para exigir que protejan los derechos.

Yanez_flor@hotmail.com