/ martes 29 de junio de 2021

Hacia una cultura de paz | Cuidemos el agua

En 2010, la Asamblea General de la ONU reconoció el derecho humano al agua y al saneamiento, ambos esenciales para para la realización de todos los demás derechos humanos. Los países en vía de desarrollo, como el nuestro, son los más afectados para disponer de agua saludable, suficiente, aceptable y accesible. Se exacerba el problema en el norte de la república, donde las sequías y el desabasto amenazan a los cultivos, la ganadería y la salubridad de las personas. El año pasado se caracterizó por revueltas y enfrentamientos entre productores y el Ejército a causa del conflicto por el agua, derivado del Tratado Internacional de Aguas fechado en 1947 entre México y Estados Unidos. El reto era cumplir el tratado y a la vez, no afectar a los productores. Se mencionó que había agua suficiente para el 2020, pero el 2021 estaba en riesgo. En nuestro estado la sequía es un problema que se desarrolla constantemente. El problema no es la sequedad, es la escasez de agua para abastecer a los campos y la ciudad. Este año las temperaturas escalaron significativamente y, aunado a las constantes rupturas de tuberías, el suministro de agua se agravó. Los recientes incendios en la sierra acabaron con miles de hectáreas de bosque; no había agua para apagarlos. Ello develó la ineficiencia en la prevención y atención ante desastres naturales para evitar perder más agua. La ganadería en nuestro estado es otro problema. Para que un pedazo de carne llegue a nuestra mesa, es necesario que una res consuma entre 26 y 70 litros de agua diarios; para la leche fluctúa entre 38 y 110 litros por día. Tampoco existe un plan de alimentación alternativo o política para que siguiera otra forma de comer proteína distinta a la carne roja y así, cuidarla.

Por la zona donde vivo, es frecuente ver a pipas de agua llenar tinacos y aljibes a falta de provisión por parte del Estado. La pregunta diaria en el chat de vecinos es si llegó o no el agua para comenzar con los reportes correspondientes y llamar para que la traigan. Este fin de semana llovió. Los vecinos comenzaron a compartir fotos de sus tinacos abiertos para captarla y cubrir sus necesidades básicas; otros compartieron tips para almacenarla y poder “bajarle al sanitario”.

En varias partes de la república se han elaborado iniciativas autosustentables para la captación del agua pluvial con un tinaco distinto para alimentar las plantas. La correcta administración y suministración del líquido vital dentro de una casa es fundamental, para que tengamos una mejor calidad de vida sin necesidad de abrir los tinacos cada vez que caen gotas del cielo para lavarnos las manos. El agua es fundamental para que la vida se desarrolle. Su existencia garantiza la abundancia en ecosistemas, el desarrollo de la flora y la fauna para mantener un equilibrio en la naturaleza. En los símbolos antiguos, es símbolo de fecundación de la tierra y sus habitantes. Analíticamente, también era para la fecundación del alma como un río en el curso de la existencia humana, de sus deseos y sentimientos. El líquido es un derecho humano, pero también es una obligación ser solidarios y ahorrarlo, especialmente en la zona norte, donde escasea.

En 2010, la Asamblea General de la ONU reconoció el derecho humano al agua y al saneamiento, ambos esenciales para para la realización de todos los demás derechos humanos. Los países en vía de desarrollo, como el nuestro, son los más afectados para disponer de agua saludable, suficiente, aceptable y accesible. Se exacerba el problema en el norte de la república, donde las sequías y el desabasto amenazan a los cultivos, la ganadería y la salubridad de las personas. El año pasado se caracterizó por revueltas y enfrentamientos entre productores y el Ejército a causa del conflicto por el agua, derivado del Tratado Internacional de Aguas fechado en 1947 entre México y Estados Unidos. El reto era cumplir el tratado y a la vez, no afectar a los productores. Se mencionó que había agua suficiente para el 2020, pero el 2021 estaba en riesgo. En nuestro estado la sequía es un problema que se desarrolla constantemente. El problema no es la sequedad, es la escasez de agua para abastecer a los campos y la ciudad. Este año las temperaturas escalaron significativamente y, aunado a las constantes rupturas de tuberías, el suministro de agua se agravó. Los recientes incendios en la sierra acabaron con miles de hectáreas de bosque; no había agua para apagarlos. Ello develó la ineficiencia en la prevención y atención ante desastres naturales para evitar perder más agua. La ganadería en nuestro estado es otro problema. Para que un pedazo de carne llegue a nuestra mesa, es necesario que una res consuma entre 26 y 70 litros de agua diarios; para la leche fluctúa entre 38 y 110 litros por día. Tampoco existe un plan de alimentación alternativo o política para que siguiera otra forma de comer proteína distinta a la carne roja y así, cuidarla.

Por la zona donde vivo, es frecuente ver a pipas de agua llenar tinacos y aljibes a falta de provisión por parte del Estado. La pregunta diaria en el chat de vecinos es si llegó o no el agua para comenzar con los reportes correspondientes y llamar para que la traigan. Este fin de semana llovió. Los vecinos comenzaron a compartir fotos de sus tinacos abiertos para captarla y cubrir sus necesidades básicas; otros compartieron tips para almacenarla y poder “bajarle al sanitario”.

En varias partes de la república se han elaborado iniciativas autosustentables para la captación del agua pluvial con un tinaco distinto para alimentar las plantas. La correcta administración y suministración del líquido vital dentro de una casa es fundamental, para que tengamos una mejor calidad de vida sin necesidad de abrir los tinacos cada vez que caen gotas del cielo para lavarnos las manos. El agua es fundamental para que la vida se desarrolle. Su existencia garantiza la abundancia en ecosistemas, el desarrollo de la flora y la fauna para mantener un equilibrio en la naturaleza. En los símbolos antiguos, es símbolo de fecundación de la tierra y sus habitantes. Analíticamente, también era para la fecundación del alma como un río en el curso de la existencia humana, de sus deseos y sentimientos. El líquido es un derecho humano, pero también es una obligación ser solidarios y ahorrarlo, especialmente en la zona norte, donde escasea.