/ martes 28 de junio de 2022

Hacia una cultura de paz | ¿La violencia se puede acabar?

Cualquiera que vea las noticias sabe que vivimos en un círculo infernal de violencia que atraviesa al país. Tristemente, Chihuahua llegó a la mira internacional, por el asesinado de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas en la Sierra Tarahumara.

Maru Campos reprobó el hecho, mencionó que la violencia está desbordada y se comprometió a recuperar la paz en la sierra. El problema con los discursos sobre violencia y paz es que se convierten en asuntos políticos y sin estrategias contundentes para detener la violencia. Surgen las preguntas: ¿Cómo va a proteger a la población? ¿Qué funcionaría para disminuir la violencia en este contexto? ¿Cuál es el proyecto de seguridad pública para lograr la paz?

Hablar de consolidar la paz es más complejo que acabar con los homicidios dolosos y aumentar el número de policías. Decir que la causa de la violencia es debido a los grupos delictivos o “narcos”, es como decir que el alcohol es el origen del problema del alcohólico, siendo que es la consecuencia. El concepto de paz lo reducen al hecho de no morir y esto es un error. Si se quiere combatir el problema, primero hay que entenderlo. Escuchaba a analistas decir que: la impunidad da pie a la violencia y que ésta se acaba si el Municipio, el Estado y la Federación trabajaran de la mano; también que habría que mejorar la fiscalía y la policía y bueno, también sabemos que el mar es azul.

Jenny Pearce desarrolló el concepto de “Violencia Crónica” después de estudiar la violencia en América Latina para referirse a los distintos tipos de violencia social que interactúan en ámbitos comunitarios, que, en combinación, detonan riesgos para reproducir diferentes tipos de violencia. Las violencias generan otro tipo de relaciones nocivas y así consecuentemente. Y es lo que ocurre en nuestro estado y país. Estamos en fase terminal de un cáncer que han intentado curar con aspirinas.

Sobre la paz, AMLO tuvo razón en su Mañanera al decir: “La paz es fruto de la justicia, que se debe atender las causas de la violencia y que ésta tiene que ver con la falta de trabajo y de oportunidades”. Es muy probable que un joven desempleado buscará una fuente de ingresos y que se una a una banda delictiva. Así, una violencia lleva a la otra hasta llegar a la visible, que son los asesinatos. Es cierto, pero de nuevo, se dice sin estrategias concretas y sin planes para lograrlo. En teoría, la idea es genial.

Prevenir el conflicto es mejor que mitigarlo. Esperemos pronto escuchar en discursos sobre las causas estructurales que producen la violencia, estrategias para acabar con la injusticia y la impunidad; acciones no violentas para desescalar el conflicto y cómo rehabilitar a la persona y sociedad, después del estrago de la violencia. Quedamos en espera de las acciones contundentes y sostenidas del estado para conducirnos a la paz.


www.floryanez.com



Cualquiera que vea las noticias sabe que vivimos en un círculo infernal de violencia que atraviesa al país. Tristemente, Chihuahua llegó a la mira internacional, por el asesinado de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas en la Sierra Tarahumara.

Maru Campos reprobó el hecho, mencionó que la violencia está desbordada y se comprometió a recuperar la paz en la sierra. El problema con los discursos sobre violencia y paz es que se convierten en asuntos políticos y sin estrategias contundentes para detener la violencia. Surgen las preguntas: ¿Cómo va a proteger a la población? ¿Qué funcionaría para disminuir la violencia en este contexto? ¿Cuál es el proyecto de seguridad pública para lograr la paz?

Hablar de consolidar la paz es más complejo que acabar con los homicidios dolosos y aumentar el número de policías. Decir que la causa de la violencia es debido a los grupos delictivos o “narcos”, es como decir que el alcohol es el origen del problema del alcohólico, siendo que es la consecuencia. El concepto de paz lo reducen al hecho de no morir y esto es un error. Si se quiere combatir el problema, primero hay que entenderlo. Escuchaba a analistas decir que: la impunidad da pie a la violencia y que ésta se acaba si el Municipio, el Estado y la Federación trabajaran de la mano; también que habría que mejorar la fiscalía y la policía y bueno, también sabemos que el mar es azul.

Jenny Pearce desarrolló el concepto de “Violencia Crónica” después de estudiar la violencia en América Latina para referirse a los distintos tipos de violencia social que interactúan en ámbitos comunitarios, que, en combinación, detonan riesgos para reproducir diferentes tipos de violencia. Las violencias generan otro tipo de relaciones nocivas y así consecuentemente. Y es lo que ocurre en nuestro estado y país. Estamos en fase terminal de un cáncer que han intentado curar con aspirinas.

Sobre la paz, AMLO tuvo razón en su Mañanera al decir: “La paz es fruto de la justicia, que se debe atender las causas de la violencia y que ésta tiene que ver con la falta de trabajo y de oportunidades”. Es muy probable que un joven desempleado buscará una fuente de ingresos y que se una a una banda delictiva. Así, una violencia lleva a la otra hasta llegar a la visible, que son los asesinatos. Es cierto, pero de nuevo, se dice sin estrategias concretas y sin planes para lograrlo. En teoría, la idea es genial.

Prevenir el conflicto es mejor que mitigarlo. Esperemos pronto escuchar en discursos sobre las causas estructurales que producen la violencia, estrategias para acabar con la injusticia y la impunidad; acciones no violentas para desescalar el conflicto y cómo rehabilitar a la persona y sociedad, después del estrago de la violencia. Quedamos en espera de las acciones contundentes y sostenidas del estado para conducirnos a la paz.


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