/ martes 12 de julio de 2022

Hacia una cultura de paz | Una vuelta por Zamora, Michoacán

Por: Flor Yáñez.

Me levanté con la intención de escribir sobre el reciente asesinato del ex primer ministro de Japón Shinzo Abe, en un evento público. Hace años cuando vivía en Japón, escuchaba las noticias al lado de amigos y ante la nota del asesinato de una persona -no tres o cuatro o un grupo, una sola- en Tokyo, se conmocionaron diciendo que la paz nacional estaba en riesgo.

En silencio reflexioné con tristeza y vergüenza que, en México, una noticia así nos hubiera alegrado, en lugar de los más de 2,000 homicidios dolosos que suceden al mes. La noticia de este asesinato me impactó porque ¿cómo pudo haber sucedido eso en un país donde prácticamente los delitos con armas no existen? Abandoné el proyecto en mente y decidí centrarme en escribir respecto a un lugar más cercano, Zamora, Michoacán. Esta ciudad es considerada de las más peligrosas en el mundo, especialmente por la alta tasa de homicidios dolosos, pues aún existe la creencia que la paz es la ausencia de guerra y de violencia directa. Hace poco publiqué respecto al asesinato de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turista en la sierra de Chihuahua, que hablar de consolidar la paz era más complejo que acabar con los homicidios dolosos y aumentar el número de agentes de seguridad. Tenía que ver con las estructuras sociales que daban pie a ese tipo de violencia y que era necesario centrarse en acciones contundentes y sostenidas desde el estado, de la mano con la sociedad para alcanzar la paz.

Este fin de semana tuve el honor de participar en la Primera Jornada por la Paz, organizada por la Secretaría Ejecutiva Estatal de Seguridad Pública a través de la Dirección Estatal del Sistema de Prevención del Delito y Participación Ciudadana, en coordinación con el presidente municipal de Zamora. La paz es muy compleja y amplia de estudiar, como un árbol que tiene bastantes ramificaciones, hojas y frutos. Galtung explica que la construcción de paz debe abordarse desde tres dimensiones: estructural, cultural y de acciones directas. Los asesinatos dan cuenta de la violencia, porque es la que podemos ver, pero no es la única en la que se debe trabajar para lograr la paz; existen otras amenazas más grandes que subyacen debajo de la violencia visible, que son las que tenemos que atender a la par.

Admiré las acciones que están realizando en coordinación en este Municipio para reconstruir el tejido social y comenzar a hablar de paz, en lugar de violencia. Es grande el proyecto y el compromiso que se está haciendo desde la Dirección de Prevención del Delito para construir paz transversalmente de la mano de jóvenes, niños, niñas, mujeres, líderes y el gobierno estatal y municipal. Hablar de paz es sencillo, pero reflejarlo con acciones como este primer foro desde el gobierno es un paso gigante para cambiar la política pública y abrir la puerta al bienestar ciudadano como un compromiso que inicia con la voluntad de querer cambiar la realidad que se vive.


Por: Flor Yáñez.

Me levanté con la intención de escribir sobre el reciente asesinato del ex primer ministro de Japón Shinzo Abe, en un evento público. Hace años cuando vivía en Japón, escuchaba las noticias al lado de amigos y ante la nota del asesinato de una persona -no tres o cuatro o un grupo, una sola- en Tokyo, se conmocionaron diciendo que la paz nacional estaba en riesgo.

En silencio reflexioné con tristeza y vergüenza que, en México, una noticia así nos hubiera alegrado, en lugar de los más de 2,000 homicidios dolosos que suceden al mes. La noticia de este asesinato me impactó porque ¿cómo pudo haber sucedido eso en un país donde prácticamente los delitos con armas no existen? Abandoné el proyecto en mente y decidí centrarme en escribir respecto a un lugar más cercano, Zamora, Michoacán. Esta ciudad es considerada de las más peligrosas en el mundo, especialmente por la alta tasa de homicidios dolosos, pues aún existe la creencia que la paz es la ausencia de guerra y de violencia directa. Hace poco publiqué respecto al asesinato de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turista en la sierra de Chihuahua, que hablar de consolidar la paz era más complejo que acabar con los homicidios dolosos y aumentar el número de agentes de seguridad. Tenía que ver con las estructuras sociales que daban pie a ese tipo de violencia y que era necesario centrarse en acciones contundentes y sostenidas desde el estado, de la mano con la sociedad para alcanzar la paz.

Este fin de semana tuve el honor de participar en la Primera Jornada por la Paz, organizada por la Secretaría Ejecutiva Estatal de Seguridad Pública a través de la Dirección Estatal del Sistema de Prevención del Delito y Participación Ciudadana, en coordinación con el presidente municipal de Zamora. La paz es muy compleja y amplia de estudiar, como un árbol que tiene bastantes ramificaciones, hojas y frutos. Galtung explica que la construcción de paz debe abordarse desde tres dimensiones: estructural, cultural y de acciones directas. Los asesinatos dan cuenta de la violencia, porque es la que podemos ver, pero no es la única en la que se debe trabajar para lograr la paz; existen otras amenazas más grandes que subyacen debajo de la violencia visible, que son las que tenemos que atender a la par.

Admiré las acciones que están realizando en coordinación en este Municipio para reconstruir el tejido social y comenzar a hablar de paz, en lugar de violencia. Es grande el proyecto y el compromiso que se está haciendo desde la Dirección de Prevención del Delito para construir paz transversalmente de la mano de jóvenes, niños, niñas, mujeres, líderes y el gobierno estatal y municipal. Hablar de paz es sencillo, pero reflejarlo con acciones como este primer foro desde el gobierno es un paso gigante para cambiar la política pública y abrir la puerta al bienestar ciudadano como un compromiso que inicia con la voluntad de querer cambiar la realidad que se vive.