/ martes 27 de julio de 2021

Hacia una organización ágil 

Por: Antonio Ríos Ramírez

Dados los tiempos actuales, volátiles, inciertos y complejos, el ambiente demanda esquemas nuevos que puedan adaptarse lo más rápido posible a los entornos, así como enfrentar situaciones de crisis, como la que estamos viviendo. Una alternativa es decidir que nuestra organización se mueva a un esquema llamado ágil.

Una organización ágil es aquella que “avanza” cuando no sabe todo lo que se necesita hacer para “avanzar”, y sobre todo cuando el camino está lleno de neblina y es incierto el futuro. Usa la agilidad para moverse rápido y adaptarse a las nuevas situaciones. Trabaja más en forma inteligente, no se trata de trabajar más tiempo, sino que genere más valor con menos trabajo. Los miembros de la organización tienen una mentalidad “ágil”, no sólo abiertos al cambio, sino también atentos al cambio. Acostumbrarse a aprender más rápido, cometer errores más rápido y más económico.

Así, una empresa ágil es aquella que tiene los siguientes comportamientos: respuesta al cambio; orientación al valor; experimentación constante; equipos autogestionados; comunicación y colaboración con el cliente; mejora continua y respeto por las personas.

Las organizaciones ágiles están centradas en el cliente, es decir, entienden que el cliente es el jefe y hacen todo por “enamorarlo”. Ese es su objetivo central. Y esto define su funcionamiento tanto hacia el interior, como al exterior de la organización: La colaboración con el cliente es fundamental. Tenemos que saber qué quiere en cada momento y eso sólo podemos lograrlo involucrándolo ( no necesariamente es vender, sino generar confianza).

Los equipos responden a una lógica: tienen todo aquello que necesitan para brindarle al cliente todo aquello que necesite. Para eso tienen que ser pequeños, auto gestionados y basados en una comunicación transparente y abierta. No sólo no hay jerarquías, sino que no hay egos (o al menos, no debería haberlos). Todos van de la mano, buscando un propósito en común. Los equipos dejan de ser estructuras jerárquicas en las que se distribuye el poder y los cargos, y pasan a ser estructuras horizontales.. Los jefes dejan de ser jefes. Su lugar es tomado por el cliente. El jefe pasa a ser un líder ágil. Un líder que confía en su equipo y que trabaja como un coach, ocupándose de liberar el talento de los miembros de su equipo. Pasa del micromanagement a un management con propósito.

Las organizaciones ágiles son grandes “aprendedoras”. Esto no significa que se la pasen de curso en curso, ¡no! Implica que tienen unos valores y unas prácticas orientadas al aprendizaje. El aprendizaje cruza la organización y nadie se queda fuera. Todos deben aprender y todos deben compartir lo aprendido. Y es que así mejora la motivación de las personas y también el capital de la organización.

En fin, una organización ágil es aquella que logra adaptarse a los cambios (y a la complejidad) con rapidez y sin dolor gracias a su mentalidad ágil. Su objetivo es enamorar al cliente. A través de pequeños equipos hace todo aquello que tiene valor para él. Experimentando, fracasando y aprendiendo constantemente. Esto se traduce en felicidad y productividad. Tu organización actualmente ¿es ágil?, asumir este enfoque no sólo es un reto, sino un requerimiento del entorno.

email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua

Por: Antonio Ríos Ramírez

Dados los tiempos actuales, volátiles, inciertos y complejos, el ambiente demanda esquemas nuevos que puedan adaptarse lo más rápido posible a los entornos, así como enfrentar situaciones de crisis, como la que estamos viviendo. Una alternativa es decidir que nuestra organización se mueva a un esquema llamado ágil.

Una organización ágil es aquella que “avanza” cuando no sabe todo lo que se necesita hacer para “avanzar”, y sobre todo cuando el camino está lleno de neblina y es incierto el futuro. Usa la agilidad para moverse rápido y adaptarse a las nuevas situaciones. Trabaja más en forma inteligente, no se trata de trabajar más tiempo, sino que genere más valor con menos trabajo. Los miembros de la organización tienen una mentalidad “ágil”, no sólo abiertos al cambio, sino también atentos al cambio. Acostumbrarse a aprender más rápido, cometer errores más rápido y más económico.

Así, una empresa ágil es aquella que tiene los siguientes comportamientos: respuesta al cambio; orientación al valor; experimentación constante; equipos autogestionados; comunicación y colaboración con el cliente; mejora continua y respeto por las personas.

Las organizaciones ágiles están centradas en el cliente, es decir, entienden que el cliente es el jefe y hacen todo por “enamorarlo”. Ese es su objetivo central. Y esto define su funcionamiento tanto hacia el interior, como al exterior de la organización: La colaboración con el cliente es fundamental. Tenemos que saber qué quiere en cada momento y eso sólo podemos lograrlo involucrándolo ( no necesariamente es vender, sino generar confianza).

Los equipos responden a una lógica: tienen todo aquello que necesitan para brindarle al cliente todo aquello que necesite. Para eso tienen que ser pequeños, auto gestionados y basados en una comunicación transparente y abierta. No sólo no hay jerarquías, sino que no hay egos (o al menos, no debería haberlos). Todos van de la mano, buscando un propósito en común. Los equipos dejan de ser estructuras jerárquicas en las que se distribuye el poder y los cargos, y pasan a ser estructuras horizontales.. Los jefes dejan de ser jefes. Su lugar es tomado por el cliente. El jefe pasa a ser un líder ágil. Un líder que confía en su equipo y que trabaja como un coach, ocupándose de liberar el talento de los miembros de su equipo. Pasa del micromanagement a un management con propósito.

Las organizaciones ágiles son grandes “aprendedoras”. Esto no significa que se la pasen de curso en curso, ¡no! Implica que tienen unos valores y unas prácticas orientadas al aprendizaje. El aprendizaje cruza la organización y nadie se queda fuera. Todos deben aprender y todos deben compartir lo aprendido. Y es que así mejora la motivación de las personas y también el capital de la organización.

En fin, una organización ágil es aquella que logra adaptarse a los cambios (y a la complejidad) con rapidez y sin dolor gracias a su mentalidad ágil. Su objetivo es enamorar al cliente. A través de pequeños equipos hace todo aquello que tiene valor para él. Experimentando, fracasando y aprendiendo constantemente. Esto se traduce en felicidad y productividad. Tu organización actualmente ¿es ágil?, asumir este enfoque no sólo es un reto, sino un requerimiento del entorno.

email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua