En los últimos días hemos experimentado situaciones “especiales” de falta de energía, provocadas por ambientes climatológicos, pero principalmente por falta de prevención. La relación entre energía, pobreza y medioambiente cada vez toma más relevancia en nuestras vidas. Recordemos que la pobreza es la situación en la cual no se satisfacen las necesidades físicas y psicológicas básicas de una persona, por falta de recursos como la alimentación, la vivienda, la educación, la asistencia sanitaria, el agua potable o la electricidad. Hoy en día, algunos de estos recursos están altamente relacionados.
¿Cómo sería tu vida si vivieras en un hogar sin servicio de energía? No se podría refrigerar alimentos, no se tendría acceso a medios de comunicación electrónicos, se dificultaría el suministro de agua y las posibilidades de realizar actividades en casa serían mínimas. En el ámbito industrial pararía los centros de trabajo y de producción, como ya lo experimentamos en días anteriores.
Esto es, viviríamos en una condición de pobreza provocada por la ausencia del servicio esencial que es la energía. Este recurso está relacionado con prácticamente todas las actividades de la vida cotidiana de las personas.
El gobierno federal ha apostado por la energía fósil, haciendo del petróleo (altamente contaminante, cada vez más escaso y con menos calidad y valor comercial) su mayor fuente de energía y de economía. Pero el sistema de abasto de este tipo de energía ha resultado ineficaz, obsoleto, contaminante, costoso y repleto de historias de corrupción.
Nuestro país cuenta con abundantes recursos solares y eólicos, suficientes para generar la energía consumida anualmente, incluso podría existir un excedente que podría ser exportado. La etapa de recuperación económica tras la contingencia sanitaria es una oportunidad para erradicar la pobreza energética en nuestro país con proyectos ya listos para ejecutarse.
Hay una preocupación actual y futura sobre el aspecto social de la energía, su visión integral y su relación con la vida cotidiana. Pero más interesante es la relación directa entre el consumo de energía per cápita y el índice de desarrollo humano, esto es, disfrutar de una vida digna (salud, educación, riqueza, etc.), a más consumo, mejor índice de desarrollo humano.
Lo sucedido en días anteriores pone de manifiesto la incapacidad del gobierno actual para planear, operar y establecer medidas preventivas que amortigüen este camino hacia la pobreza energética de nuestro país. Casi el cincuenta por ciento de los hogares en nuestro país sufre pobreza energética y al parecer, vamos en aumento.
Ojalá y no se vuelva a repetir, pero, la dependencia de nuestras vidas, el día a día, a la energía, es preocupante por un lado y de desarrollo por otro lado. Nos faltó la luz, las conexiones empezaron a fallar, la comunicación empezó a fallar, los equipos no se podían utilizar, y ahora, viene el problema del gas, otra vez por falta de planeación, por la incapacidad de autoridades o falta de una visión de futuro. Insisto que deberíamos tener mecanismos de castigo a los funcionarios que por sus malas decisiones impactan en los ciudadanos, a ver si así, por lo menos, analizan y estudian las situaciones, antes de tomar una decisión. Con lo sucedido la semana pasada, todo indica que vamos hacia el incremento de nuestra pobreza energética, desafortunadamente.
email: antonio.rios@tec.mx, miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua.