/ martes 24 de mayo de 2022

¿Hasta cuándo vamos a esperar?

Transitamos una etapa generalizada de desaliento, de problemáticas que parecen envolvernos en un ciclo interminable de caos, pareciera que nunca estaremos a salvo y al mismo tiempo nos damos cuenta que nunca lo hemos estado, pero sabemos siempre que podemos lograrlo.

¿Qué ha fallado?, ¿qué no ha permitido que alcancemos la esperanza de un ahora y un mañana mejor? Somos conscientes de que el mundo no mejorará de un día para otro, pero, ¿puede la gente soportar más dolor y más indolencia?. Necesitamos hacer ajustes profundos, inmediatos e impostergables en el sistema político y en la toma de responsabilidades.

Los sistemas políticos han caminado, lamentablemente, por sendas construidas en la búsqueda de apariencias, de percepciones masivas y de cultos ególatras a los políticos, que para nada resuelven las necesidades que deben cubrirse en las personas para que tengan la plenitud necesaria para cultivar en lo conectivo las más brillantes cualidades del ser humano.

Vivimos imparables escenarios de inseguridad: mujeres asesinadas sólo por serlo, personas desaparecidas a la fuerza, niños abusados sexualmente en sus entornos cercanos, indígenas desplazados, bosques talados sin parar con complicidad policiaca, masacres y asesinatos a la luz del día… vivimos una crisis de humanidad que pretende contenerse con los actos más alejados del humanismo: cerrazón, desentendimiento, apatía, insensibilidad, frivolidad, indolencia y reprensión.

Mientras los políticos se enfocan en organizar grandes eventos millonarios, las víctimas sufren en silencio y ningún espectáculo les resuelve.

Mientras los políticos se reúnen con políticos, las familias de los desaparecidos reclaman atención y ninguna reunión elegante les da consuelo.

Cuando los políticos pasean de lugar en lugar, las masacres ocurren de plaza en plaza y a los ciudadanos ningún viaje les quita el miedo.

Debemos con urgencia dejar la indiferencia y construir soluciones para la humanidad desde la humanidad:

Urgen acciones inmediatas para encontrar a los desaparecidos y consolar a sus familias.

Urgen medidas para proteger a nuestros niños y niñas y hacer lo que se tenga que hacer para que se reparen, pues permitimos que fueran lastimados.

Urge que hablemos sobre las masacres y las detengamos.

Urge que hagamos de la política un instrumento para recomponer lo que está quebrado y hagamos brillar lo que nos da grandeza como humanidad y como chihuahuenses: la unidad, el amor, la honestidad, el respeto y la verdad.

Es momento de ser sensibles sin evasión y de ser efectivos sin simulación.


Transitamos una etapa generalizada de desaliento, de problemáticas que parecen envolvernos en un ciclo interminable de caos, pareciera que nunca estaremos a salvo y al mismo tiempo nos damos cuenta que nunca lo hemos estado, pero sabemos siempre que podemos lograrlo.

¿Qué ha fallado?, ¿qué no ha permitido que alcancemos la esperanza de un ahora y un mañana mejor? Somos conscientes de que el mundo no mejorará de un día para otro, pero, ¿puede la gente soportar más dolor y más indolencia?. Necesitamos hacer ajustes profundos, inmediatos e impostergables en el sistema político y en la toma de responsabilidades.

Los sistemas políticos han caminado, lamentablemente, por sendas construidas en la búsqueda de apariencias, de percepciones masivas y de cultos ególatras a los políticos, que para nada resuelven las necesidades que deben cubrirse en las personas para que tengan la plenitud necesaria para cultivar en lo conectivo las más brillantes cualidades del ser humano.

Vivimos imparables escenarios de inseguridad: mujeres asesinadas sólo por serlo, personas desaparecidas a la fuerza, niños abusados sexualmente en sus entornos cercanos, indígenas desplazados, bosques talados sin parar con complicidad policiaca, masacres y asesinatos a la luz del día… vivimos una crisis de humanidad que pretende contenerse con los actos más alejados del humanismo: cerrazón, desentendimiento, apatía, insensibilidad, frivolidad, indolencia y reprensión.

Mientras los políticos se enfocan en organizar grandes eventos millonarios, las víctimas sufren en silencio y ningún espectáculo les resuelve.

Mientras los políticos se reúnen con políticos, las familias de los desaparecidos reclaman atención y ninguna reunión elegante les da consuelo.

Cuando los políticos pasean de lugar en lugar, las masacres ocurren de plaza en plaza y a los ciudadanos ningún viaje les quita el miedo.

Debemos con urgencia dejar la indiferencia y construir soluciones para la humanidad desde la humanidad:

Urgen acciones inmediatas para encontrar a los desaparecidos y consolar a sus familias.

Urgen medidas para proteger a nuestros niños y niñas y hacer lo que se tenga que hacer para que se reparen, pues permitimos que fueran lastimados.

Urge que hablemos sobre las masacres y las detengamos.

Urge que hagamos de la política un instrumento para recomponer lo que está quebrado y hagamos brillar lo que nos da grandeza como humanidad y como chihuahuenses: la unidad, el amor, la honestidad, el respeto y la verdad.

Es momento de ser sensibles sin evasión y de ser efectivos sin simulación.