/ sábado 23 de noviembre de 2019

¿Hasta dónde llegará AMLO?

Puede, puede mucho no solamente escribirlo, sino pensarlo y tener la certeza que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se está desmoronando con increíble rapidez cuando aún no cumple un año de haber tomado posesión, porque sus acciones y su autoritarismo le están abriendo frentes por todos lados, incluso hasta en lo más insignificante que pudiera ser para un jefe de Estado, el nombramiento o imposición de la presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Que por cierto México es el único país que la tiene, una comisión que pretende indicarles a los gobiernos en los tres niveles qué hagan en cuestión de justicia, cuando ellos mismos las nombran. Todos lo hacen y lo han hecho siempre, pero no tan descarado y tan autoritario como López Obrador.

Está mandando al demonio todo lo que los gobiernos revolucionarios, PRI y PAN, habían hecho por México y, desde luego por su gente, por su patria, pero al presidente parece que no le gusta nada, todo le parece que es surgido de la corrupción y él se presenta ya como el único incólume de la clase política mexicana.

Pero claro que en el impresionante desfile del 20 de noviembre tiró la casa por la ventana con un evento muy espectacular, pero cómo no lo iba a hacer si sabía de antemano que la milicia a través de sus jefes, pero principalmente del secretario de la Defensa Nacional, le iba a dedicar las loas que han estado alimentando su ego, quizá creyendo que son a plenitud para su persona, cuando todo mundo sabe que la lealtad del Ejército es a la patria, no a la persona.

Pero los hombres del campo, los verdaderos próceres de la Revolución Mexicana, tuvieron su festejo revolucionario; fueron encapsulados a las afueras del palacio legislativo por la policía de la jefa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, no como parte de ese desfile conmemorativo de la Revolución, sino por opresión y porque se encuentran enardecidos desde hace días protestando a las afueras del congreso por la nulidad en los apoyos al campo de los que dice el presidente que no los da porque se los roban, quién sabe si será la misma explicación por el brutal desmantelamiento de las dependencias agropecuarias.

Seguramente a mucha gente cómo le gustaría ver de nuevo cabalgar a Francisco Villa y a Emiliano Zapata, sobre todo a Villa, que primero actuaba y después “veriguaba”. Por cierto, en los festejos de 109 aniversario de la Revolución Mexicana se condecoró y se premió al piloto de la Fuerza Aérea Mexicana que trasladó al dictador boliviano Evo Morales a nuestro país, donde presuntamente con el apoyo del gobierno mexicano está operando su regreso al poder en Bolivia, mientras que se castigó al piloto que sugirió al presidente que el aeropuerto estaba mejor en Texcoco.

Puede, puede mucho no solamente escribirlo, sino pensarlo y tener la certeza que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se está desmoronando con increíble rapidez cuando aún no cumple un año de haber tomado posesión, porque sus acciones y su autoritarismo le están abriendo frentes por todos lados, incluso hasta en lo más insignificante que pudiera ser para un jefe de Estado, el nombramiento o imposición de la presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Que por cierto México es el único país que la tiene, una comisión que pretende indicarles a los gobiernos en los tres niveles qué hagan en cuestión de justicia, cuando ellos mismos las nombran. Todos lo hacen y lo han hecho siempre, pero no tan descarado y tan autoritario como López Obrador.

Está mandando al demonio todo lo que los gobiernos revolucionarios, PRI y PAN, habían hecho por México y, desde luego por su gente, por su patria, pero al presidente parece que no le gusta nada, todo le parece que es surgido de la corrupción y él se presenta ya como el único incólume de la clase política mexicana.

Pero claro que en el impresionante desfile del 20 de noviembre tiró la casa por la ventana con un evento muy espectacular, pero cómo no lo iba a hacer si sabía de antemano que la milicia a través de sus jefes, pero principalmente del secretario de la Defensa Nacional, le iba a dedicar las loas que han estado alimentando su ego, quizá creyendo que son a plenitud para su persona, cuando todo mundo sabe que la lealtad del Ejército es a la patria, no a la persona.

Pero los hombres del campo, los verdaderos próceres de la Revolución Mexicana, tuvieron su festejo revolucionario; fueron encapsulados a las afueras del palacio legislativo por la policía de la jefa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, no como parte de ese desfile conmemorativo de la Revolución, sino por opresión y porque se encuentran enardecidos desde hace días protestando a las afueras del congreso por la nulidad en los apoyos al campo de los que dice el presidente que no los da porque se los roban, quién sabe si será la misma explicación por el brutal desmantelamiento de las dependencias agropecuarias.

Seguramente a mucha gente cómo le gustaría ver de nuevo cabalgar a Francisco Villa y a Emiliano Zapata, sobre todo a Villa, que primero actuaba y después “veriguaba”. Por cierto, en los festejos de 109 aniversario de la Revolución Mexicana se condecoró y se premió al piloto de la Fuerza Aérea Mexicana que trasladó al dictador boliviano Evo Morales a nuestro país, donde presuntamente con el apoyo del gobierno mexicano está operando su regreso al poder en Bolivia, mientras que se castigó al piloto que sugirió al presidente que el aeropuerto estaba mejor en Texcoco.