/ martes 27 de julio de 2021

Hechos y criterios

Por: Raúl Sánchez K.

Vencer el mal

Una frase expuesta en mis años de juventud se anidó en mi mente desde entonces: “Hoy es pecado vivir sin luchar con todas nuestras fuerzas por un mundo más justo”.

Son muchos quienes, a lo largo del tiempo y del espacio, han luchado y caído por sostener sus ideales, por buscar el bien y no dejarse vencer por el mal, por oponerse a las injusticias, a la discriminación, a los abusos del poder, a la impunidad, a la corrupción…

Hoy hay quienes luchan cada día, según sus particulares circunstancias, por un mundo mejor. Los hay que perseveran, pero en esa batalla algunos se cansan, creen que ya nada mejora, se dan por vencidos, miran un mundo gris y agotado, y a veces caen en la apatía.

Hay también quienes viven su vida tratando de sobrevivir o se dejan envolver por la desidia, la depresión o el desgano, o permiten que el mal se instale en sus vidas dejando de lado el bien que todos pueden hacer.

En la película “Seven” (Los siete pecados capitales) de 1995, protagonizada por Brad Pitt, Morgan Freeman, Gwyneth Paltrow y Kevin Spacey, y dirigida por David Fincher, un experimentado detective (William R. Somerset en el filme) exclama: (Para algunos) “La apatía es la solución, es decir, resulta más fácil abandonarse a las drogas que enfrentarse a la vida, robar lo que uno quiere que ganárselo, pegar a un niño que enseñarlo. Por otra parte, el amor requiere esfuerzo, trabajo”.

En la Epístola a los Romanos san Pablo expresa: “No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien” (12,21).

Pensemos, revisemos nuestro caminar por la vida. Nunca es tarde para enderezar aquello que está torcido, nunca lo es para que nuestras convicciones y principios surjan de nuevo y nos lleven por la ruta que desde tiempo nos hemos trazado, ruta de la cual tal vez nos hemos desviado.

No caigamos, como expone la frase de la citada película, en lo fácil. Por el contrario, esforcémonos y trabajemos por lograr un mundo mejor que el que nos ha tocado vivir, un mundo en que la justicia, el entendimiento humano, la verdadera libertad, el amor a la verdad, sean nuestra guía.

Amar no es fácil, aunque en apariencia lo sea. Requiere decisión, no simple sentimentalismo. Implica la solidaridad y el respeto por los otros. Dejémoslo aflorar.

Por: Raúl Sánchez K.

Vencer el mal

Una frase expuesta en mis años de juventud se anidó en mi mente desde entonces: “Hoy es pecado vivir sin luchar con todas nuestras fuerzas por un mundo más justo”.

Son muchos quienes, a lo largo del tiempo y del espacio, han luchado y caído por sostener sus ideales, por buscar el bien y no dejarse vencer por el mal, por oponerse a las injusticias, a la discriminación, a los abusos del poder, a la impunidad, a la corrupción…

Hoy hay quienes luchan cada día, según sus particulares circunstancias, por un mundo mejor. Los hay que perseveran, pero en esa batalla algunos se cansan, creen que ya nada mejora, se dan por vencidos, miran un mundo gris y agotado, y a veces caen en la apatía.

Hay también quienes viven su vida tratando de sobrevivir o se dejan envolver por la desidia, la depresión o el desgano, o permiten que el mal se instale en sus vidas dejando de lado el bien que todos pueden hacer.

En la película “Seven” (Los siete pecados capitales) de 1995, protagonizada por Brad Pitt, Morgan Freeman, Gwyneth Paltrow y Kevin Spacey, y dirigida por David Fincher, un experimentado detective (William R. Somerset en el filme) exclama: (Para algunos) “La apatía es la solución, es decir, resulta más fácil abandonarse a las drogas que enfrentarse a la vida, robar lo que uno quiere que ganárselo, pegar a un niño que enseñarlo. Por otra parte, el amor requiere esfuerzo, trabajo”.

En la Epístola a los Romanos san Pablo expresa: “No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien” (12,21).

Pensemos, revisemos nuestro caminar por la vida. Nunca es tarde para enderezar aquello que está torcido, nunca lo es para que nuestras convicciones y principios surjan de nuevo y nos lleven por la ruta que desde tiempo nos hemos trazado, ruta de la cual tal vez nos hemos desviado.

No caigamos, como expone la frase de la citada película, en lo fácil. Por el contrario, esforcémonos y trabajemos por lograr un mundo mejor que el que nos ha tocado vivir, un mundo en que la justicia, el entendimiento humano, la verdadera libertad, el amor a la verdad, sean nuestra guía.

Amar no es fácil, aunque en apariencia lo sea. Requiere decisión, no simple sentimentalismo. Implica la solidaridad y el respeto por los otros. Dejémoslo aflorar.