/ martes 21 de septiembre de 2021

Hechos y criterios | Consumación e interrupción                       

Por: Raúl Sánchez Küchle

Dos temas nos mueven hoy a la reflexión. El primero, en este mes patrio, referente a la consumación de la independencia de nuestro país, la cual celebraremos 200 años el día 27.

El 16 de septiembre de 1810 nacía, ya en ciernes y un tanto apresurado por las condiciones del momento, el que se ha denominado movimiento independentista, aunque más bien se iniciara como búsqueda de una autonomía de España, no propiamente la independencia. A través de una cruenta guerra que duró 11 años, la idea de esa independencia se fue forjando, y culminó por las circunstancias históricas que la favorecieron. El proceso fue desgastaste, y gracias a la visión y convencimiento de dos hombres –Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero-, y un pueblo cansado de las divisiones, se logró arribar a buen puerto, aunque luego las dificultades para consolidar la nueva nación no dejaran de presentarse.

Ciertamente el inicio de la gesta independentista fue relevante, y lo mismo la consiguiente lucha de los insurgentes en ese tiempo, pero a la culminación, con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México y la firma del Acta de Independencia al día siguiente, se le ha restado la importancia que merece, quizá por cuestiones de tipo político, histórico, ideológico u otras. Los hechos son los hechos y, fuera de cualquier interpretación sesgada o no, hay que presentarlos como son, o fueron.

El segundo tema refiere a la reciente despenalización del aborto, eufemísticamente llamado interrupción del embarazo, el cual –el aborto- no sólo interrumpe la continuidad de un proceso, sino corta para siempre esa continuidad (según la etimología y sentido del término interrupción se entiende el interceptar la continuidad, persistencia o prolongación de algo en el sitio o en un lapso de tiempo, aunque también pueda ser parar sin luego seguir, lo que sucede con el aborto, que termina con una vida de tajo).

No es por cuestiones religiosas o dogmáticas por lo que muchas voces se levantan contra la práctica del aborto, sino por la convicción explicitada por la ciencia de que la vida humana inicia desde un principio, desde el momento de la concepción, no a determinadas semanas. “No se trata de una opinión, de un postulado moral o de una idea filosófica, sino de una verdad experimental”.

No penalizar a las mujeres que aborten por situaciones como ignorancia, pobreza, marginalidad, engaños, abandonos, presiones, violencia… es signo de entendimiento de cada situación –y de misericordia-, pero otra cosa es, a partir de ese punto, pasar a la legalización del aborto, a veces indiscriminada, del mismo. ¿Lo ven?


Por: Raúl Sánchez Küchle

Dos temas nos mueven hoy a la reflexión. El primero, en este mes patrio, referente a la consumación de la independencia de nuestro país, la cual celebraremos 200 años el día 27.

El 16 de septiembre de 1810 nacía, ya en ciernes y un tanto apresurado por las condiciones del momento, el que se ha denominado movimiento independentista, aunque más bien se iniciara como búsqueda de una autonomía de España, no propiamente la independencia. A través de una cruenta guerra que duró 11 años, la idea de esa independencia se fue forjando, y culminó por las circunstancias históricas que la favorecieron. El proceso fue desgastaste, y gracias a la visión y convencimiento de dos hombres –Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero-, y un pueblo cansado de las divisiones, se logró arribar a buen puerto, aunque luego las dificultades para consolidar la nueva nación no dejaran de presentarse.

Ciertamente el inicio de la gesta independentista fue relevante, y lo mismo la consiguiente lucha de los insurgentes en ese tiempo, pero a la culminación, con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México y la firma del Acta de Independencia al día siguiente, se le ha restado la importancia que merece, quizá por cuestiones de tipo político, histórico, ideológico u otras. Los hechos son los hechos y, fuera de cualquier interpretación sesgada o no, hay que presentarlos como son, o fueron.

El segundo tema refiere a la reciente despenalización del aborto, eufemísticamente llamado interrupción del embarazo, el cual –el aborto- no sólo interrumpe la continuidad de un proceso, sino corta para siempre esa continuidad (según la etimología y sentido del término interrupción se entiende el interceptar la continuidad, persistencia o prolongación de algo en el sitio o en un lapso de tiempo, aunque también pueda ser parar sin luego seguir, lo que sucede con el aborto, que termina con una vida de tajo).

No es por cuestiones religiosas o dogmáticas por lo que muchas voces se levantan contra la práctica del aborto, sino por la convicción explicitada por la ciencia de que la vida humana inicia desde un principio, desde el momento de la concepción, no a determinadas semanas. “No se trata de una opinión, de un postulado moral o de una idea filosófica, sino de una verdad experimental”.

No penalizar a las mujeres que aborten por situaciones como ignorancia, pobreza, marginalidad, engaños, abandonos, presiones, violencia… es signo de entendimiento de cada situación –y de misericordia-, pero otra cosa es, a partir de ese punto, pasar a la legalización del aborto, a veces indiscriminada, del mismo. ¿Lo ven?