/ martes 14 de diciembre de 2021

Hechos y criterios: ¿Qué debemos hacer?

Por: Raúl Sánchez Küchle

Las cosas no son nuevas, así se hayan dicho en aquel tiempo, y se señalen en el ahora como preparación a la Navidad. Luego de indicar a sus oyentes en un lenguaje que sonaba duro, que “ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego”, Juan el bautista recibió las preguntas: Pues, ¿qué debemos hacer?

Esa pregunta no era nueva, y no lo es en nuestro tiempo. Las respuestas a distintas personas, dadas por Juan, tampoco lo son: “El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo. No exijan nada por encima de lo legal. No extorsionen a ninguno, ni se aprovechen de nadie con falsas denuncias, y conténtense con su paga”.

Esa respuestas o consejos estaban en la tradición judía puesto que los códigos mosaicos imponían el deber de dejar espigar a los pobres en el campo durante la siega, o devolver su túnica al deudor miserable para que no tuviese frío, y hasta el de ayudar al burro de su enemigo si éste llegaba a caer por tierra. Y Rabbi Josué ben Quorrha llegó a declarar que la falta contra la caridad era mucho más grave que la misma idolatría.

El contexto de las preguntas a Juan era el del bautismo que él realizaba, un signo de penitencia, la marca de una voluntad declarada voluntad de cambiar de vida.

Hoy las preguntas y respuestas siguen vigentes. Y los hechos, que no pocas veces contradicen lo que queremos y debemos hacer como bautizados. Resulta constante la indiferencia por los problemas ajenos, la falta de caridad hacia los demás en muchos aspectos, los señalamientos y juicios a veces inmisericordes hacia las personas, las denuncias falsas o dudosas, los chismes y calumnias, las extorsiones o chantajes, el buscar sacar tajada aunque sepamos no merecerlo, el hablar mal de los demás sin fundamento, el desperdiciar la comida que a otros les sirve, el no pagar lo justo por trabajos ejecutados, el violentar a otros de distintos modos, el dejarse dominar por impulsos que ofenden la dignidad de las personas, el caer en actos de corrupción?, y un largo etcétera. Ya no digamos lo que las noticias diarias nos ofrecen para enterarnos de cómo gran parte de la sociedad pierde el rumbo y los valores humanos y cristianos tienden a diluirse, cómo las ideologías dominantes asedian a cada paso.

Y nosotros, ¿qué debemos hacer? Cada quien penetre en su interior y verifique sus acciones exteriores. Vea si están de acuerdo con los principios que decimos seguir. Motivémonos a cambiar nuestra forma de obrar, quitando aquello que nos estorba para ser mejores y felices. ¿Lo ven?

Raúl Sánchez Kuchle

Ingeniero Civil y articulista

Por: Raúl Sánchez Küchle

Las cosas no son nuevas, así se hayan dicho en aquel tiempo, y se señalen en el ahora como preparación a la Navidad. Luego de indicar a sus oyentes en un lenguaje que sonaba duro, que “ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego”, Juan el bautista recibió las preguntas: Pues, ¿qué debemos hacer?

Esa pregunta no era nueva, y no lo es en nuestro tiempo. Las respuestas a distintas personas, dadas por Juan, tampoco lo son: “El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo. No exijan nada por encima de lo legal. No extorsionen a ninguno, ni se aprovechen de nadie con falsas denuncias, y conténtense con su paga”.

Esa respuestas o consejos estaban en la tradición judía puesto que los códigos mosaicos imponían el deber de dejar espigar a los pobres en el campo durante la siega, o devolver su túnica al deudor miserable para que no tuviese frío, y hasta el de ayudar al burro de su enemigo si éste llegaba a caer por tierra. Y Rabbi Josué ben Quorrha llegó a declarar que la falta contra la caridad era mucho más grave que la misma idolatría.

El contexto de las preguntas a Juan era el del bautismo que él realizaba, un signo de penitencia, la marca de una voluntad declarada voluntad de cambiar de vida.

Hoy las preguntas y respuestas siguen vigentes. Y los hechos, que no pocas veces contradicen lo que queremos y debemos hacer como bautizados. Resulta constante la indiferencia por los problemas ajenos, la falta de caridad hacia los demás en muchos aspectos, los señalamientos y juicios a veces inmisericordes hacia las personas, las denuncias falsas o dudosas, los chismes y calumnias, las extorsiones o chantajes, el buscar sacar tajada aunque sepamos no merecerlo, el hablar mal de los demás sin fundamento, el desperdiciar la comida que a otros les sirve, el no pagar lo justo por trabajos ejecutados, el violentar a otros de distintos modos, el dejarse dominar por impulsos que ofenden la dignidad de las personas, el caer en actos de corrupción?, y un largo etcétera. Ya no digamos lo que las noticias diarias nos ofrecen para enterarnos de cómo gran parte de la sociedad pierde el rumbo y los valores humanos y cristianos tienden a diluirse, cómo las ideologías dominantes asedian a cada paso.

Y nosotros, ¿qué debemos hacer? Cada quien penetre en su interior y verifique sus acciones exteriores. Vea si están de acuerdo con los principios que decimos seguir. Motivémonos a cambiar nuestra forma de obrar, quitando aquello que nos estorba para ser mejores y felices. ¿Lo ven?

Raúl Sánchez Kuchle

Ingeniero Civil y articulista