/ martes 10 de agosto de 2021

Hechos y criterios sin ética

Por: Raúl Sánchez K.

El novelista, dramaturgo y filósofo francés nacido en Argelia, Albert Camus, expresaría una frase que refiere las actitudes y forma de comportarse de no pocas personas actuales: Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada en este mundo.

Vivimos hoy lo que se ha denominado una crisis de valores. Muchas son las personas que, más que vivir, sobreviven en un mundo que parece caótico. La ética está o parece estar fuera de su entorno vital, ética entendida como el conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el comportamiento humano en una comunidad. Ya no digamos el de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida, ya sea en el deporte, la empresa, la política, la profesión, la enseñanza, la familia, el trabajo, la economía y un largo etcétera.

En muchas situaciones la búsqueda del dinero, de las cosas materiales, del placer, del poder, del sentirse superior a otros, lleva a no pocos a involucrarse en actividades ilícitas o ilegales, dejando de lado los valores y las virtudes que los ancestros han tratado de inculcar a las nuevas generaciones.

En la enseñanza –no decimos en las escuelas por razón de la pandemia del Covid-19- muchos se atrasan por distintos motivos, unos ajenos a ellos y otros por sí mismos, donde el aprender y estudiar se mantiene en suspenso o al ahí se va, y el copiar parece norma.

En la política y en la función gubernamental en todos los niveles, encontramos casos de malos manejos, peculado, tráfico de influencias, búsqueda de intereses personales, incapacidad para determinadas funciones, demagogia, promesas incumplidas. El servicio a la sociedad deja de ser importante para algunos.

En muchas familias existe abandono de los padres, violencia intrafamiliar, descuido para inculcar valores y fomentar virtudes, dejadez por mejores condiciones de vida, olvido de Dios.

Muchos jóvenes y adolescentes, alejados como dice Camus de la ética, caen en las drogas, la diversión insana, el alcoholismo, la pasión por el dinero, el placer separado del amor, las malas compañías, la atracción por una vida fácil. Y llegan los embarazos no deseados, el abandono a las mujeres y a los hijos, el desinterés por un trabajo productivo, la sensación de una vida vacía o sin sentido.

Los padres, los abuelos, los parientes cercanos, no pocas veces se han desentendido de la formación moral de los niños, los adolescentes y jóvenes de ambos sexos. Las consecuencias están a la vista.

Resulta urgente reflexionar en estos hechos y poner remedio. ¿Lo ven?


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Por: Raúl Sánchez K.

El novelista, dramaturgo y filósofo francés nacido en Argelia, Albert Camus, expresaría una frase que refiere las actitudes y forma de comportarse de no pocas personas actuales: Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada en este mundo.

Vivimos hoy lo que se ha denominado una crisis de valores. Muchas son las personas que, más que vivir, sobreviven en un mundo que parece caótico. La ética está o parece estar fuera de su entorno vital, ética entendida como el conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el comportamiento humano en una comunidad. Ya no digamos el de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida, ya sea en el deporte, la empresa, la política, la profesión, la enseñanza, la familia, el trabajo, la economía y un largo etcétera.

En muchas situaciones la búsqueda del dinero, de las cosas materiales, del placer, del poder, del sentirse superior a otros, lleva a no pocos a involucrarse en actividades ilícitas o ilegales, dejando de lado los valores y las virtudes que los ancestros han tratado de inculcar a las nuevas generaciones.

En la enseñanza –no decimos en las escuelas por razón de la pandemia del Covid-19- muchos se atrasan por distintos motivos, unos ajenos a ellos y otros por sí mismos, donde el aprender y estudiar se mantiene en suspenso o al ahí se va, y el copiar parece norma.

En la política y en la función gubernamental en todos los niveles, encontramos casos de malos manejos, peculado, tráfico de influencias, búsqueda de intereses personales, incapacidad para determinadas funciones, demagogia, promesas incumplidas. El servicio a la sociedad deja de ser importante para algunos.

En muchas familias existe abandono de los padres, violencia intrafamiliar, descuido para inculcar valores y fomentar virtudes, dejadez por mejores condiciones de vida, olvido de Dios.

Muchos jóvenes y adolescentes, alejados como dice Camus de la ética, caen en las drogas, la diversión insana, el alcoholismo, la pasión por el dinero, el placer separado del amor, las malas compañías, la atracción por una vida fácil. Y llegan los embarazos no deseados, el abandono a las mujeres y a los hijos, el desinterés por un trabajo productivo, la sensación de una vida vacía o sin sentido.

Los padres, los abuelos, los parientes cercanos, no pocas veces se han desentendido de la formación moral de los niños, los adolescentes y jóvenes de ambos sexos. Las consecuencias están a la vista.

Resulta urgente reflexionar en estos hechos y poner remedio. ¿Lo ven?


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