/ martes 2 de julio de 2019

Homo Deus en el aeropuerto

Sentada en el Aeropuerto de la Ciudad de México, observé a cientos de personas caminar por los pasillos, muchas, abstraídas en el “espacio” de sus celulares. Familias juntas se apartaban kilómetros de distancia con estos aparatos y rara vez intercambiaron palabras. Desencantada del panorama, abrí el libro “Homo Deus”, de Yuval Noah Harari, y conforme avancé en la lectura, levanté la mirada para contrastar la información con ese momento:

Hace siglos, los grandes problemas de la humanidad fueron el hambre, las pestes, las enfermedades infeccionas y las guerras. Si examinamos la historia, encontraremos relatos de poblaciones famélicas y muertes a causa de ello. Actualmente a pesar de las condiciones, es más improbable que una persona muera de hambre. Epidemias mataron a millones de personas y las guerras, eran asumidas como algo natural; la paz era un estado temporal y precario. Hoy las infecciones se han controlado, hay menos guerras que siglos atrás y los problemas que atañían a la población han sido contrarrestados; estamos frente a otro tipo situaciones problemáticas contemporáneas. Harari habla acerca de las nuevas tecnologías de ilimitadas posibilidades como la inteligencia artificial del futuro y modificaciones genéticas para no morir. Dejaremos de ser Homo sapiens y nos convertiremos en Homo Deus, (dioses) inmortales. El escenario es de incertidumbre, de sueños y pesadillas con esta posible realidad. Pero sin ir tan lejos, la actual tecnología se ha convertido en la fuente de nuestras soluciones; los medios y las redes sociales son los principales trasmisores de conocimiento y cultura, y ante tanta información, acaecen nuevos tipos de conflictos y problemas. Este mundo interconectado, interdependiente e igualitario, también nos convirtió más individualistas, carentes de lazos sociales y ciegos ante la realidad fuera del celular, estacionándonos en un permanente estado de soledad. Con un “clic” en la incomodidad de un asiento del “aeropuerto” aceleramos procesos y obtenemos casi cualquier tipo de información y servicios, pero al costo de un consumismo radical y la individualidad, que nos han hecho insensibles a los problemas del mundo e indiferentes al dolor ajeno como indica Bauman. Padecemos una crisis de fundamentos de la civilización, agrediendo constantemente a los demás, incrementando miedos y desfragmentando lo existente.

Aún sentada, evito perturbar a los demás de su estado de trance cibernético y regreso a la lectura reflexionando sobre este fenómeno. Si hoy es difícil comprender los cambios que vive la sociedad, me pregunto qué tan distanciados estaremos en un futuro no tan lejano cuando hayamos rebasado los confines de nuestra humanidad.


Sentada en el Aeropuerto de la Ciudad de México, observé a cientos de personas caminar por los pasillos, muchas, abstraídas en el “espacio” de sus celulares. Familias juntas se apartaban kilómetros de distancia con estos aparatos y rara vez intercambiaron palabras. Desencantada del panorama, abrí el libro “Homo Deus”, de Yuval Noah Harari, y conforme avancé en la lectura, levanté la mirada para contrastar la información con ese momento:

Hace siglos, los grandes problemas de la humanidad fueron el hambre, las pestes, las enfermedades infeccionas y las guerras. Si examinamos la historia, encontraremos relatos de poblaciones famélicas y muertes a causa de ello. Actualmente a pesar de las condiciones, es más improbable que una persona muera de hambre. Epidemias mataron a millones de personas y las guerras, eran asumidas como algo natural; la paz era un estado temporal y precario. Hoy las infecciones se han controlado, hay menos guerras que siglos atrás y los problemas que atañían a la población han sido contrarrestados; estamos frente a otro tipo situaciones problemáticas contemporáneas. Harari habla acerca de las nuevas tecnologías de ilimitadas posibilidades como la inteligencia artificial del futuro y modificaciones genéticas para no morir. Dejaremos de ser Homo sapiens y nos convertiremos en Homo Deus, (dioses) inmortales. El escenario es de incertidumbre, de sueños y pesadillas con esta posible realidad. Pero sin ir tan lejos, la actual tecnología se ha convertido en la fuente de nuestras soluciones; los medios y las redes sociales son los principales trasmisores de conocimiento y cultura, y ante tanta información, acaecen nuevos tipos de conflictos y problemas. Este mundo interconectado, interdependiente e igualitario, también nos convirtió más individualistas, carentes de lazos sociales y ciegos ante la realidad fuera del celular, estacionándonos en un permanente estado de soledad. Con un “clic” en la incomodidad de un asiento del “aeropuerto” aceleramos procesos y obtenemos casi cualquier tipo de información y servicios, pero al costo de un consumismo radical y la individualidad, que nos han hecho insensibles a los problemas del mundo e indiferentes al dolor ajeno como indica Bauman. Padecemos una crisis de fundamentos de la civilización, agrediendo constantemente a los demás, incrementando miedos y desfragmentando lo existente.

Aún sentada, evito perturbar a los demás de su estado de trance cibernético y regreso a la lectura reflexionando sobre este fenómeno. Si hoy es difícil comprender los cambios que vive la sociedad, me pregunto qué tan distanciados estaremos en un futuro no tan lejano cuando hayamos rebasado los confines de nuestra humanidad.