/ viernes 29 de mayo de 2020

Hsün Tzu vs López Obrador

“El gobernante es el barco, y la gente es el agua. El agua mantiene el barco a flote, pero también es el agua quien lo puede voltear y hundir”: Hsün Tzu

Hsün Tzu hace más de 2,300 años escribió “Los reglamentos para un rey”, que bien pudiéramos traducir como “El Arte de Gobernar”, y en dicho libro, el ya conocido autor de “El Arte de la Guerra”, dice: “Alguien me preguntó cómo gobernar, y le respondí que promoviera sus hombres más valiosos, antes que les correspondiera dicho ascenso. En el caso de hombres incompetentes habrá que despedirlos sin contemplaciones. En el caso de hombres incorregibles y malvados, habrá que castigarlos sin pretender rehabilitarlos… en el caso de la gente promedio, habrá que enseñarles lo que es correcto, sin intentar forzarlos hacia el bien. Así, la distinción entre el bien y el mal será tan clara como entre el brazo izquierdo y el derecho...”

Respecto a actos de corrupción, Hsün Tzu respondía: “Si se encuentra a alguien utilizando sus talentos en contra del bien, condénenlo a muerte sin misericordia...”

En cómo gobernar, existen muchos expertos. Morena, sus miembros y sus seguidores, siempre afirmaron que ellos lo harían mejor. Ellos sí pueden y saben cómo, dijeron. El problema es que cuando por fin llegaron al poder, ni saben, ni pueden y lo más importante, ni quieren. De los políticos de dicho partido, ¿cuántos escogieron ese camino en un verdadero afán de servir a la gente, a la nación, o a la patria? Todos nos muestran un marcado interés en que la “revolución les haga justicia”, pero sólo a ellos, a sus familiares y amigos, así como con los que tienen que cumplir ciertos compromisos.

Efectivamente, los gobernantes son un reflejo de las personas de las que se rodean. Desafortunadamente los nuestros, los de nuestro tiempo, ponen mucha atención en darles un puesto a aquellos muy corruptos con los que tienen compromisos, a los miembros de sus propios partidos; a los que les hicieron algún favor durante su campaña, e inclusive, a parientes.

Hsün Tzu sigue destrozando la forma de gobernar de López. Agrega el maestro que “El mostrar favoritismos y sentimientos partidistas, y sin contar con principios constantes—es lo peor que uno puede hacer”.

Ya mencionaba Hsün Tzu que bien pueden existir buenas leyes en un pueblo, pero que eso no significa que no exista el desorden en el Estado. Y que si existe, se debe al mal gobierno. Continúa diciendo: “El orden nace de un gobernante caballero, el desorden de una persona mezquina e insignificante”.

Afirmaba el maestro que cuando se distribuye el poder con igualdad, lo único que se obtiene es desunión y que cuando existe la igualdad en las masas, es imposible ser equitativo en otorgarles trabajo. “La mera existencia del Cielo y la Tierra, ejemplifica el principio de lo alto y lo bajo… la igualdad, debe basarse en la desigualdad”. ¿Podrán entender esto los chairos? Si no lo comprenden, será mejor que dejen su puesto o sus aspiraciones a los que sí lo entiendan.

“El gobernante es el barco, y la gente es el agua” El agua mantiene el barco a flote, pero también es el agua quien lo puede voltear y hundir”. “Así que si un gobernante quiere sentirse seguro en su puesto, lo único que debe hacer es gobernar justamente y verdaderamente amar a su gente. Si en verdad pretende la gloria, debe tratar a su pueblo con respeto. Si desea la fama y el mérito, deberá promover al verdaderamente útil y contratar personal hábil. Y si sólo cumple con sus obligaciones más importantes y descuida otras, no progresará y será un mediocre”. (Esto también lo afirmaba Confucio).

En cuanto a las aspiraciones de alguien en el poder, decía, “si lo que pretendes es sentirte seguro en tu puesto, gobierna justamente y ama a tu gente. Si lo que quieres es obtener el reconocimiento y la gloria, honra los rituales y trata a los hombres con respeto. Si lo que quieres es la fama y el mérito, estimula al personal capaz y emplea personal con habilidades”.

La pregunta es, si nuestros futuros gobernantes, los actuales ya sabemos que no, podrán rodearse de gente capaz y honrada, que no busquen el tradicional “hueso”, y que no sean parientes. “Un verdadero gobernante se esfuerza en rodearse de hombres capaces con un sentido claro de sus obligaciones; un dictador se esfuerza en conseguir aliados”.

En cuanto a ser político dice: “El que quiere quedar bien con todos, y no sabe dónde parar, será abrumado con todo tipo de propuestas y sugerencias perversas… pronto se encontrará con demasiadas cosas qué hacer… el mostrar favoritismos y sentimientos partidarios sin principios es lo peor que un gobernante puede hacer”.

Hsün Tzu también nos enseña que “un buen gobernante enriquece a sus gobernados; un dictador enriquece a sus soldados, y un Estado que apenas sobrevive enriquece a sus colaboradores. Un Estado fallido solamente abastece sus arcas (reservas) mientras la gente se empobrece”. Así como generales y ejércitos estudian “El Arte de la Guerra”, todo político deberá no sólo leer, sino estudiar y seguir los preceptos vertidos en “El Arte de Gobernar”. Si no lo hacen, no sólo serán como lo son “lo mismo de siempre”, sino algo mucho peor.

“El gobernante es el barco, y la gente es el agua. El agua mantiene el barco a flote, pero también es el agua quien lo puede voltear y hundir”: Hsün Tzu

Hsün Tzu hace más de 2,300 años escribió “Los reglamentos para un rey”, que bien pudiéramos traducir como “El Arte de Gobernar”, y en dicho libro, el ya conocido autor de “El Arte de la Guerra”, dice: “Alguien me preguntó cómo gobernar, y le respondí que promoviera sus hombres más valiosos, antes que les correspondiera dicho ascenso. En el caso de hombres incompetentes habrá que despedirlos sin contemplaciones. En el caso de hombres incorregibles y malvados, habrá que castigarlos sin pretender rehabilitarlos… en el caso de la gente promedio, habrá que enseñarles lo que es correcto, sin intentar forzarlos hacia el bien. Así, la distinción entre el bien y el mal será tan clara como entre el brazo izquierdo y el derecho...”

Respecto a actos de corrupción, Hsün Tzu respondía: “Si se encuentra a alguien utilizando sus talentos en contra del bien, condénenlo a muerte sin misericordia...”

En cómo gobernar, existen muchos expertos. Morena, sus miembros y sus seguidores, siempre afirmaron que ellos lo harían mejor. Ellos sí pueden y saben cómo, dijeron. El problema es que cuando por fin llegaron al poder, ni saben, ni pueden y lo más importante, ni quieren. De los políticos de dicho partido, ¿cuántos escogieron ese camino en un verdadero afán de servir a la gente, a la nación, o a la patria? Todos nos muestran un marcado interés en que la “revolución les haga justicia”, pero sólo a ellos, a sus familiares y amigos, así como con los que tienen que cumplir ciertos compromisos.

Efectivamente, los gobernantes son un reflejo de las personas de las que se rodean. Desafortunadamente los nuestros, los de nuestro tiempo, ponen mucha atención en darles un puesto a aquellos muy corruptos con los que tienen compromisos, a los miembros de sus propios partidos; a los que les hicieron algún favor durante su campaña, e inclusive, a parientes.

Hsün Tzu sigue destrozando la forma de gobernar de López. Agrega el maestro que “El mostrar favoritismos y sentimientos partidistas, y sin contar con principios constantes—es lo peor que uno puede hacer”.

Ya mencionaba Hsün Tzu que bien pueden existir buenas leyes en un pueblo, pero que eso no significa que no exista el desorden en el Estado. Y que si existe, se debe al mal gobierno. Continúa diciendo: “El orden nace de un gobernante caballero, el desorden de una persona mezquina e insignificante”.

Afirmaba el maestro que cuando se distribuye el poder con igualdad, lo único que se obtiene es desunión y que cuando existe la igualdad en las masas, es imposible ser equitativo en otorgarles trabajo. “La mera existencia del Cielo y la Tierra, ejemplifica el principio de lo alto y lo bajo… la igualdad, debe basarse en la desigualdad”. ¿Podrán entender esto los chairos? Si no lo comprenden, será mejor que dejen su puesto o sus aspiraciones a los que sí lo entiendan.

“El gobernante es el barco, y la gente es el agua” El agua mantiene el barco a flote, pero también es el agua quien lo puede voltear y hundir”. “Así que si un gobernante quiere sentirse seguro en su puesto, lo único que debe hacer es gobernar justamente y verdaderamente amar a su gente. Si en verdad pretende la gloria, debe tratar a su pueblo con respeto. Si desea la fama y el mérito, deberá promover al verdaderamente útil y contratar personal hábil. Y si sólo cumple con sus obligaciones más importantes y descuida otras, no progresará y será un mediocre”. (Esto también lo afirmaba Confucio).

En cuanto a las aspiraciones de alguien en el poder, decía, “si lo que pretendes es sentirte seguro en tu puesto, gobierna justamente y ama a tu gente. Si lo que quieres es obtener el reconocimiento y la gloria, honra los rituales y trata a los hombres con respeto. Si lo que quieres es la fama y el mérito, estimula al personal capaz y emplea personal con habilidades”.

La pregunta es, si nuestros futuros gobernantes, los actuales ya sabemos que no, podrán rodearse de gente capaz y honrada, que no busquen el tradicional “hueso”, y que no sean parientes. “Un verdadero gobernante se esfuerza en rodearse de hombres capaces con un sentido claro de sus obligaciones; un dictador se esfuerza en conseguir aliados”.

En cuanto a ser político dice: “El que quiere quedar bien con todos, y no sabe dónde parar, será abrumado con todo tipo de propuestas y sugerencias perversas… pronto se encontrará con demasiadas cosas qué hacer… el mostrar favoritismos y sentimientos partidarios sin principios es lo peor que un gobernante puede hacer”.

Hsün Tzu también nos enseña que “un buen gobernante enriquece a sus gobernados; un dictador enriquece a sus soldados, y un Estado que apenas sobrevive enriquece a sus colaboradores. Un Estado fallido solamente abastece sus arcas (reservas) mientras la gente se empobrece”. Así como generales y ejércitos estudian “El Arte de la Guerra”, todo político deberá no sólo leer, sino estudiar y seguir los preceptos vertidos en “El Arte de Gobernar”. Si no lo hacen, no sólo serán como lo son “lo mismo de siempre”, sino algo mucho peor.