/ viernes 24 de abril de 2020

Humanismo, bioética y derechos humanos

En el marco de la pandemia de Covid-19, la situación límite de la insuficiencia de recursos médicos para la atención de una gran cantidad de enfermos es la experiencia del dilema ético que tradicionalmente se expone en cursos de Filosofía y Ética como un ejercicio teórico.

Dicho dilema, que ya cobra su drama real, consiste en elegir a uno entre dos pacientes para intentar salvarle la vida con un medio que sólo alcanza para uno de ellos. La decisión es difícil y requiere de nuestro potencial racional y moral, un esfuerzo integral humanista más que una prescripción técnica.

Con el incremento de enfermos y la escasez de recursos escasos para atenderlos, llegamos al punto en que la realidad pone a prueba nuestra consistencia en materia de ética, ámbito en donde ponemos en juego principios y valores, normas y deberes, responsabilidades y obligaciones.

En nuestro país, ante el reto de la enfermedad Covid-19, el Consejo de Salubridad General elaboró lo que dicen es el borrador de una Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica. Aunque se diga que es un proyecto, es muy probable que la guía sea aplicable cuando la realidad demande la decisión médica.

Esta guía, que contempla priorizar la atención a jóvenes sobre adultos mayores cuando los recursos no alcancen para ambos, supone que los jóvenes tienen más años por vivir, así que hay que atender al paciente de 20 años y no al de 70 años. Esto se critica porque significa una contraposición al compromiso humanista de valorar la vida sin discriminaciones.

Cierto: no se puede asegurar la cantidad de años por vivir, y la vida de cada individuo representa un valor y significado por sí mismo que son imposibles de medir. Además, desde un enfoque humanístico, hay algo más profundo que está en juego: la dignidad de la persona, enferma o no, que le da el derecho a la vida.

Quienes se relacionan con las leyes y están orientados hacia el área de los derechos humanos también critican la guía. Algunos insisten en que ella carece de fundamentos jurídicos y que lleva a vulnerar los derechos de los pacientes de edad avanzada, que son los mismos que los de los jóvenes.

Para algunos especialistas, los criterios de edad y morbilidad parecen ser insuficientes para decidir la atención médica, porque serían tan arbitrarios como lo son el peso o la alimentación, aunque así quedara establecido en alguna norma. El problema trasciende toda idea de conducta operativa, técnica; se trata de decisiones que involucran principios, valores y emociones.

El tema reclama la intervención humanista, la filosofía, el análisis racional, la visión axiológica, el manejo de emociones. El problema involucra lo esencialmente humano, lo existencialmente importante, y en este sentido demanda la intervención con mucho humanismo.

En el marco de la pandemia de Covid-19, la situación límite de la insuficiencia de recursos médicos para la atención de una gran cantidad de enfermos es la experiencia del dilema ético que tradicionalmente se expone en cursos de Filosofía y Ética como un ejercicio teórico.

Dicho dilema, que ya cobra su drama real, consiste en elegir a uno entre dos pacientes para intentar salvarle la vida con un medio que sólo alcanza para uno de ellos. La decisión es difícil y requiere de nuestro potencial racional y moral, un esfuerzo integral humanista más que una prescripción técnica.

Con el incremento de enfermos y la escasez de recursos escasos para atenderlos, llegamos al punto en que la realidad pone a prueba nuestra consistencia en materia de ética, ámbito en donde ponemos en juego principios y valores, normas y deberes, responsabilidades y obligaciones.

En nuestro país, ante el reto de la enfermedad Covid-19, el Consejo de Salubridad General elaboró lo que dicen es el borrador de una Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica. Aunque se diga que es un proyecto, es muy probable que la guía sea aplicable cuando la realidad demande la decisión médica.

Esta guía, que contempla priorizar la atención a jóvenes sobre adultos mayores cuando los recursos no alcancen para ambos, supone que los jóvenes tienen más años por vivir, así que hay que atender al paciente de 20 años y no al de 70 años. Esto se critica porque significa una contraposición al compromiso humanista de valorar la vida sin discriminaciones.

Cierto: no se puede asegurar la cantidad de años por vivir, y la vida de cada individuo representa un valor y significado por sí mismo que son imposibles de medir. Además, desde un enfoque humanístico, hay algo más profundo que está en juego: la dignidad de la persona, enferma o no, que le da el derecho a la vida.

Quienes se relacionan con las leyes y están orientados hacia el área de los derechos humanos también critican la guía. Algunos insisten en que ella carece de fundamentos jurídicos y que lleva a vulnerar los derechos de los pacientes de edad avanzada, que son los mismos que los de los jóvenes.

Para algunos especialistas, los criterios de edad y morbilidad parecen ser insuficientes para decidir la atención médica, porque serían tan arbitrarios como lo son el peso o la alimentación, aunque así quedara establecido en alguna norma. El problema trasciende toda idea de conducta operativa, técnica; se trata de decisiones que involucran principios, valores y emociones.

El tema reclama la intervención humanista, la filosofía, el análisis racional, la visión axiológica, el manejo de emociones. El problema involucra lo esencialmente humano, lo existencialmente importante, y en este sentido demanda la intervención con mucho humanismo.