/ sábado 19 de junio de 2021

Humanista de tiempo completo

Edgar Morin, Honoris Causa por la UACh

Lector agudo de los enciclopedistas, el notable pensador francés Edgar Morin ha contribuido a marcar con ideas visionarias el que debiera ser el curso de la educación contemporánea. Su formación ha estado marcada por su apasionado amor a los libros y a la lectura, por una clara conciencia social que desde la adolescencia lo ha motivado a atender con hondo juicio crítico diferentes movimientos libertarios en el mundo.

Desde su primer libro importante El hombre y la muerte hace ya una declaratoria de cuál sería el rumbo de su pensamiento, y su accionar y su obra han sido un claro reflejo de ello, siempre con convicción y con probidad, como se deja ver en otros títulos nodales suyos como Crónica de verano, El paradigma perdido: La naturaleza humana y Mis demonios.

Desde los sesenta inició una estrecha colaboración con Latinoamérica que desde entonces tiene en el radar de sus intereses. Por esos años consolida su revolucionario sistema de ideas que desembocaría en el denominado “pensamiento complejo” o “tesis de la transdisciplinariedad”, donde el concepto de conocimiento pertinente o enciclopedante delínea muy bien el carácter humanista de su obra: La inteligencia de la complejidad. Agudo vigilante de la revuelta estudiantil del mayo francés en 1968, su reflexionar al respecto abonaría tras el trazo de una teoría que ha sido determinante en la construcción de una conciencia educativa más acorde a los tiempos que vivimos y por venir.

Honoris Causa ahora por Multidiversidad Mundo Real Edgar Morin y la Universidad Autónoma de Chihuahua, donde sus ideas han influido en la conformación de su Nuevo Modelo, en su breve pero profundo discurso de aceptación desde Marruecos, como lúcido ciudadano del mundo que sigue siendo a sus cien años, puso especial énfasis en cómo la unificación técnico-económica del mundo se ha hecho más visible de frente a la emergencia de la pandemia, porque la interdependencia entre los países no sólo no ha provocado un real progreso en la conciencia y en la comprensión entre los pueblos, sino que ha desatado formas de egoísmo y de ultranacionalismo más enconados. El arte y en particular la poesía han representado para él un aliciente, como lo deja ver en su hermoso libro de autorreconocimiento Amor, poesía, sabiduría.

Un pensador revolucionario, Edgar Morin sigue siendo ejemplo de lúcida inteligencia, de sorprendente creatividad, de meridiano juicio crítico, de contagiosa vitalidad, y oírlo hablar apasionadamente sobre el deterioro de la biosfera, la crisis de la democracia, el aumento de las desigualdades y de las injusticias y la propagación de nuevos autoritarismos demagógicos, nos demuestra que sigue tan comprometido con sus ideales y la erradicación de los grandes males como cuando era un muchacho. Entonces su apuesta sigue estando en el papel problematizador de la enseñanza, en sabio equilibrio entre las ciencias y las humanidades, estimulando el espíritu crítico y autocrítico de los alumnos, su insaciable curiosidad, su conciencia reflexiva, conforme se ocupa de vidas humanas y de ciudadanos pensantes capaces de salvar lo que como condición hemos alterado: Los siete saberes para una educación del futuro.


Edgar Morin, Honoris Causa por la UACh

Lector agudo de los enciclopedistas, el notable pensador francés Edgar Morin ha contribuido a marcar con ideas visionarias el que debiera ser el curso de la educación contemporánea. Su formación ha estado marcada por su apasionado amor a los libros y a la lectura, por una clara conciencia social que desde la adolescencia lo ha motivado a atender con hondo juicio crítico diferentes movimientos libertarios en el mundo.

Desde su primer libro importante El hombre y la muerte hace ya una declaratoria de cuál sería el rumbo de su pensamiento, y su accionar y su obra han sido un claro reflejo de ello, siempre con convicción y con probidad, como se deja ver en otros títulos nodales suyos como Crónica de verano, El paradigma perdido: La naturaleza humana y Mis demonios.

Desde los sesenta inició una estrecha colaboración con Latinoamérica que desde entonces tiene en el radar de sus intereses. Por esos años consolida su revolucionario sistema de ideas que desembocaría en el denominado “pensamiento complejo” o “tesis de la transdisciplinariedad”, donde el concepto de conocimiento pertinente o enciclopedante delínea muy bien el carácter humanista de su obra: La inteligencia de la complejidad. Agudo vigilante de la revuelta estudiantil del mayo francés en 1968, su reflexionar al respecto abonaría tras el trazo de una teoría que ha sido determinante en la construcción de una conciencia educativa más acorde a los tiempos que vivimos y por venir.

Honoris Causa ahora por Multidiversidad Mundo Real Edgar Morin y la Universidad Autónoma de Chihuahua, donde sus ideas han influido en la conformación de su Nuevo Modelo, en su breve pero profundo discurso de aceptación desde Marruecos, como lúcido ciudadano del mundo que sigue siendo a sus cien años, puso especial énfasis en cómo la unificación técnico-económica del mundo se ha hecho más visible de frente a la emergencia de la pandemia, porque la interdependencia entre los países no sólo no ha provocado un real progreso en la conciencia y en la comprensión entre los pueblos, sino que ha desatado formas de egoísmo y de ultranacionalismo más enconados. El arte y en particular la poesía han representado para él un aliciente, como lo deja ver en su hermoso libro de autorreconocimiento Amor, poesía, sabiduría.

Un pensador revolucionario, Edgar Morin sigue siendo ejemplo de lúcida inteligencia, de sorprendente creatividad, de meridiano juicio crítico, de contagiosa vitalidad, y oírlo hablar apasionadamente sobre el deterioro de la biosfera, la crisis de la democracia, el aumento de las desigualdades y de las injusticias y la propagación de nuevos autoritarismos demagógicos, nos demuestra que sigue tan comprometido con sus ideales y la erradicación de los grandes males como cuando era un muchacho. Entonces su apuesta sigue estando en el papel problematizador de la enseñanza, en sabio equilibrio entre las ciencias y las humanidades, estimulando el espíritu crítico y autocrítico de los alumnos, su insaciable curiosidad, su conciencia reflexiva, conforme se ocupa de vidas humanas y de ciudadanos pensantes capaces de salvar lo que como condición hemos alterado: Los siete saberes para una educación del futuro.