/ sábado 23 de octubre de 2021

Ian Bostridge y su lectura de Viaje de invierno de Schubert

Por: Mario Saavedra

A la memoria de mi dilecto René Avilés Fabila, en su quinto aniversario luctuoso.

Ya maltrecho por las secuelas de la sífilis, Franz Schubert publicó su trascendental ciclo de canciones para tenor y piano Winterreise el mismo año de su muy prematura muerte, y el poeta romántico Wilhelm Müller sobrevive gracias a que el gran genio vienés se inspiró en veinticuatro poemas suyos para concebir este hondo y decantado Viaje de invierno, al igual que su previo La bella Molinera de 1823.

Con frecuencia transpuesto a otros rangos vocales (las versiones del gran barítono berlinés Dietrich Fischer-Dieskau aparecen como las de referencia), esta obra maestra de madurez de Schubert plantea múltiples exigencias por sus complejos lenguaje y estructura, por su elaborada armonía, por su profundidad de pensamiento que convirtió su entreverado desarrollo en una obsesión para su entonces más ensimismado y melancólico creador.

Objeto de innumerables estudios e interpretaciones, el tenor inglés Ian Bostridge ha sorprendido a la docta comunidad musical con su más que ilustrativo y no menos inspirador gran estudio “Viaje de invierno” de Schubert. Anatomía de una obsesión, que en español ha visto la luz ––en impecable traducción de Luis Gago–– en la espléndida editorial Acantilado. Particularmente especializado en el género del lied alemán, de la canción de concierto en otros idiomas, su gran pasión ha sido el amplio catálogo schubertiano para su instrumento, de lo cual da clara constancia este sólido y muy bien documentado libro sobre el más enigmático y elaborado de los ciclos vocales del célebre compositor vienés.

El inteligente y culto musicólogo inglés consigue con este revelador estudio uno de los más hermosos compendios en derredor de la vida, la personalidad y el inspirado genio creador de uno de los músicos más visionarios del periodo romántico. Uno de los modelos por excelencia del lied, el sabio intérprete nos invita a seguir línea a línea los versos de Müller y la maravillosa música que los redimensiona, revelándonos sus hondos significados e intenciones, y cómo el dotado compositor logró hacerlos suyos y expresar a través de ellos los contrastantes sentimientos e ideas de quien para entonces atravesaba la etapa más dura y atribulada de su corta pero vehemente existencia, reluciendo de igual modo aquí su no menos singular genio melódico.

Bostridge nos recuerda que el propio Schubert invitó a un grupo de amigos a su modesto alojamiento para interpretárselos él mismo, ya abatido por los estragos de la mortal enfermedad, y esa experiencia íntima representaría oxígeno puro en su otrora corpulenta pero para entonces ya disminuida naturaleza. La anatomía de esa última gran obsesión de Schubert, quien aquí se expresa entre líneas y sin dilación, de frente a la muerte y con un profundo amor por la vida, por el amor trágico pero igualmente redentor, por la naturaleza inspiradora que es también cobijo después de atravesar el Leteo, logra ser descrita por Ian Bostridge con pasión y conocimiento de causa, ofreciéndonos con este gran ensayo un valioso documento tanto para los especialistas como para los apenas iniciados en un intenso mundo interior ––y el exterior que lo influyó y marcó–– plagado de vicisitudes, pero también rebosante de sorpresas.

Por: Mario Saavedra

A la memoria de mi dilecto René Avilés Fabila, en su quinto aniversario luctuoso.

Ya maltrecho por las secuelas de la sífilis, Franz Schubert publicó su trascendental ciclo de canciones para tenor y piano Winterreise el mismo año de su muy prematura muerte, y el poeta romántico Wilhelm Müller sobrevive gracias a que el gran genio vienés se inspiró en veinticuatro poemas suyos para concebir este hondo y decantado Viaje de invierno, al igual que su previo La bella Molinera de 1823.

Con frecuencia transpuesto a otros rangos vocales (las versiones del gran barítono berlinés Dietrich Fischer-Dieskau aparecen como las de referencia), esta obra maestra de madurez de Schubert plantea múltiples exigencias por sus complejos lenguaje y estructura, por su elaborada armonía, por su profundidad de pensamiento que convirtió su entreverado desarrollo en una obsesión para su entonces más ensimismado y melancólico creador.

Objeto de innumerables estudios e interpretaciones, el tenor inglés Ian Bostridge ha sorprendido a la docta comunidad musical con su más que ilustrativo y no menos inspirador gran estudio “Viaje de invierno” de Schubert. Anatomía de una obsesión, que en español ha visto la luz ––en impecable traducción de Luis Gago–– en la espléndida editorial Acantilado. Particularmente especializado en el género del lied alemán, de la canción de concierto en otros idiomas, su gran pasión ha sido el amplio catálogo schubertiano para su instrumento, de lo cual da clara constancia este sólido y muy bien documentado libro sobre el más enigmático y elaborado de los ciclos vocales del célebre compositor vienés.

El inteligente y culto musicólogo inglés consigue con este revelador estudio uno de los más hermosos compendios en derredor de la vida, la personalidad y el inspirado genio creador de uno de los músicos más visionarios del periodo romántico. Uno de los modelos por excelencia del lied, el sabio intérprete nos invita a seguir línea a línea los versos de Müller y la maravillosa música que los redimensiona, revelándonos sus hondos significados e intenciones, y cómo el dotado compositor logró hacerlos suyos y expresar a través de ellos los contrastantes sentimientos e ideas de quien para entonces atravesaba la etapa más dura y atribulada de su corta pero vehemente existencia, reluciendo de igual modo aquí su no menos singular genio melódico.

Bostridge nos recuerda que el propio Schubert invitó a un grupo de amigos a su modesto alojamiento para interpretárselos él mismo, ya abatido por los estragos de la mortal enfermedad, y esa experiencia íntima representaría oxígeno puro en su otrora corpulenta pero para entonces ya disminuida naturaleza. La anatomía de esa última gran obsesión de Schubert, quien aquí se expresa entre líneas y sin dilación, de frente a la muerte y con un profundo amor por la vida, por el amor trágico pero igualmente redentor, por la naturaleza inspiradora que es también cobijo después de atravesar el Leteo, logra ser descrita por Ian Bostridge con pasión y conocimiento de causa, ofreciéndonos con este gran ensayo un valioso documento tanto para los especialistas como para los apenas iniciados en un intenso mundo interior ––y el exterior que lo influyó y marcó–– plagado de vicisitudes, pero también rebosante de sorpresas.