/ miércoles 15 de septiembre de 2021

Importancia de la gestión del agua en las ciudades

Por: Mario Mata Carrasco

La gestión del agua urbana es fundamental para el desarrollo y la sostenibilidad de las ciudades, lo cual se puede analizar desde dos dimensiones diferentes. En primer lugar, porque abarca los siguientes servicios que son esenciales para reducir los niveles de desigualdad y marginación en las ciudades: el suministro de los servicios de agua potable a los habitantes, comercios e industria; la captación y conducción segura de las aguas residuales que se generan en la ciudad; el tratamiento de las aguas residuales y su adecuada disposición; la gestión de las aguas pluviales para evitar su acumulación y la afectación de la vida urbana.

En segundo término, la gestión del agua urbana también es indispensable

para preservar los manantiales, ríos, lagos y acuíferos, ya que está orientada a realizar extracciones de agua que no comprometan su disponibilidad o alteren su equilibrio, así como a garantizar que las aguas residuales que se vierten en ellos estén debidamente tratadas, con el fin de preservarlos como fuentes de abastecimiento, recreación y esparcimiento, libres de cualquier tipo de contaminación.

De esta manera, la gestión del agua urbana reconoce que la ciudad no es un ente aislado, ya que forma parte de una cuenca que hay que conservar.

Para impulsar y consolidar la gestión del agua urbana en la región es necesario redoblar esfuerzos para ampliar los servicios en las ciudades lo cual se puede apreciar en los siguientes datos de la ONU: el 17% de la población urbana no tiene acceso adecuado al servicio de agua; el 60% carece de saneamiento seguro; y poco más del 80% de las aguas residuales que se vierten al mar, a los ríos o a los lagos no reciben tratamiento, la situación anterior se asocia principalmente a la falta de infraestructura adecuada o a las deficiencias en su operación y mantenimiento.

En muchas ciudades el servicio de agua potable no se proporciona con la continuidad o calidad requeridas y la eficiencia en el suministro es muy baja, ya que las fugas en los sistemas de distribución aún son en promedio del 50%, por lo que es necesario no sólo ampliar, sino también modernizar y operar de mejor manera la infraestructura, la cual en muchas ciudades se caracteriza por su uso intensivo, su antigüedad y complejidad.

Para suplir las deficiencias de los sistemas y atender los crecientes requerimientos de la población en algunos casos se importa agua de fuentes cada vez más lejanas, con los altos costos y el impacto ambiental que ello implica.

También hay que evitar la sobreexplotación de las aguas subterráneas

o acuíferos, es decir, la extracción de volúmenes mayores a los de su recarga, esta sobreexplotación se acentúa por la urbanización sin control que ha invadido los cauces y las zonas por donde el agua pluvial solía alimentar los ríos, cambiando los patrones naturales de escurrimiento, generando diversas áreas con riesgos de inundación.

Es por ello que la gestión del agua urbana debe incorporarse a los programas de planeación y desarrollo urbano para contribuir a crear ciudades cada vez más sostenibles y resilientes.

Por: Mario Mata Carrasco

La gestión del agua urbana es fundamental para el desarrollo y la sostenibilidad de las ciudades, lo cual se puede analizar desde dos dimensiones diferentes. En primer lugar, porque abarca los siguientes servicios que son esenciales para reducir los niveles de desigualdad y marginación en las ciudades: el suministro de los servicios de agua potable a los habitantes, comercios e industria; la captación y conducción segura de las aguas residuales que se generan en la ciudad; el tratamiento de las aguas residuales y su adecuada disposición; la gestión de las aguas pluviales para evitar su acumulación y la afectación de la vida urbana.

En segundo término, la gestión del agua urbana también es indispensable

para preservar los manantiales, ríos, lagos y acuíferos, ya que está orientada a realizar extracciones de agua que no comprometan su disponibilidad o alteren su equilibrio, así como a garantizar que las aguas residuales que se vierten en ellos estén debidamente tratadas, con el fin de preservarlos como fuentes de abastecimiento, recreación y esparcimiento, libres de cualquier tipo de contaminación.

De esta manera, la gestión del agua urbana reconoce que la ciudad no es un ente aislado, ya que forma parte de una cuenca que hay que conservar.

Para impulsar y consolidar la gestión del agua urbana en la región es necesario redoblar esfuerzos para ampliar los servicios en las ciudades lo cual se puede apreciar en los siguientes datos de la ONU: el 17% de la población urbana no tiene acceso adecuado al servicio de agua; el 60% carece de saneamiento seguro; y poco más del 80% de las aguas residuales que se vierten al mar, a los ríos o a los lagos no reciben tratamiento, la situación anterior se asocia principalmente a la falta de infraestructura adecuada o a las deficiencias en su operación y mantenimiento.

En muchas ciudades el servicio de agua potable no se proporciona con la continuidad o calidad requeridas y la eficiencia en el suministro es muy baja, ya que las fugas en los sistemas de distribución aún son en promedio del 50%, por lo que es necesario no sólo ampliar, sino también modernizar y operar de mejor manera la infraestructura, la cual en muchas ciudades se caracteriza por su uso intensivo, su antigüedad y complejidad.

Para suplir las deficiencias de los sistemas y atender los crecientes requerimientos de la población en algunos casos se importa agua de fuentes cada vez más lejanas, con los altos costos y el impacto ambiental que ello implica.

También hay que evitar la sobreexplotación de las aguas subterráneas

o acuíferos, es decir, la extracción de volúmenes mayores a los de su recarga, esta sobreexplotación se acentúa por la urbanización sin control que ha invadido los cauces y las zonas por donde el agua pluvial solía alimentar los ríos, cambiando los patrones naturales de escurrimiento, generando diversas áreas con riesgos de inundación.

Es por ello que la gestión del agua urbana debe incorporarse a los programas de planeación y desarrollo urbano para contribuir a crear ciudades cada vez más sostenibles y resilientes.