/ viernes 23 de octubre de 2020

Impunidad, corrupción y desigualdad

Ahora que escuchamos al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, asegurar enérgicamente (con manotazo incluido) que ya no hay corrupción e impunidad en su gobierno, emerge el pensamiento sobre la relación que hay entre esas dos cosas: la impunidad y la corrupción.

El estudio cuantitativo sobre el Índice Mundial de Impunidad (IGI 2020) realizado por Universidad de las Américas de Puebla muestra a México como uno de los países con más impunidad, junto con Guatemala, Kirguistán, Nepal, Guyana, Paraguay, Azerbaiyán, Argelia, Marruecos, Honduras y Tailandia.

Ante esta triste situación, a los mexicanos nos corresponde enfrentar el reto de salir de ese sótano, y para ello necesitamos relacionar la impunidad con al menos otras dos partes de nuestra realidad: la corrupción y la desigualdad. Es un tridente que nos agobia como nación, impidiendo el desarrollo y la justicia.

En cuanto a la corrupción, México mejoró en un punto en el Índice de la Percepción de la Corrupción del año 2018 al año 2019, según el estudio de Transparencia Internacional. Así, México se ostenta en el lugar 130 con 29 puntos de 100, en una escala donde 0 es alta corrupción y 100 alta transparencia.

En relación con la desigualdad que se vive en nuestro país y seguirá siendo un lastre por mucho tiempo más, Oxfam México asegura que estamos entre el 25% de los países con más desigualdad. Dicha organización manifiesta que las diez personas más ricas de México tienen la misma riqueza que el 50% de los más pobres del país.

En suma, vivimos en un país que lleva a cuestas poca transparencia, gran impunidad y mucha desigualdad. Estamos en un país con graves y crónicos problemas sociales y económicos. En esta realidad en que vivimos, el combate a la corrupción debería tener como complemento el combate a la impunidad y a la desigualdad.

Es muy probable que no haya resultados plausibles en el combate a uno de estos tres ámbitos si no se enfrenta con efectividad a los otros dos. Se trata de un sistema de problemas que debe combatirse de manera integral. Si se ve complejo es porque sencillamente lo es, definitivamente; no es ninguna ilusión.

Estamos en una sociedad donde se intersectan perfectamente impunidad, corrupción y desigualdad (póngale el orden que quiera, que al final en la vida las sufrimos igual). Y esta difícil situación es difícil que se componga ocupándonos de uno solo de estos aspectos negativos.

El problema complejo tripartita de México es un padecimiento sistémico cuyo tratamiento debe ser integral, profundo y largo. Así como sus causas han trascendido generaciones, su solución trascenderá sexenios. Urge ponernos a trabajar en ese plan de compostura a largo plazo.


Ahora que escuchamos al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, asegurar enérgicamente (con manotazo incluido) que ya no hay corrupción e impunidad en su gobierno, emerge el pensamiento sobre la relación que hay entre esas dos cosas: la impunidad y la corrupción.

El estudio cuantitativo sobre el Índice Mundial de Impunidad (IGI 2020) realizado por Universidad de las Américas de Puebla muestra a México como uno de los países con más impunidad, junto con Guatemala, Kirguistán, Nepal, Guyana, Paraguay, Azerbaiyán, Argelia, Marruecos, Honduras y Tailandia.

Ante esta triste situación, a los mexicanos nos corresponde enfrentar el reto de salir de ese sótano, y para ello necesitamos relacionar la impunidad con al menos otras dos partes de nuestra realidad: la corrupción y la desigualdad. Es un tridente que nos agobia como nación, impidiendo el desarrollo y la justicia.

En cuanto a la corrupción, México mejoró en un punto en el Índice de la Percepción de la Corrupción del año 2018 al año 2019, según el estudio de Transparencia Internacional. Así, México se ostenta en el lugar 130 con 29 puntos de 100, en una escala donde 0 es alta corrupción y 100 alta transparencia.

En relación con la desigualdad que se vive en nuestro país y seguirá siendo un lastre por mucho tiempo más, Oxfam México asegura que estamos entre el 25% de los países con más desigualdad. Dicha organización manifiesta que las diez personas más ricas de México tienen la misma riqueza que el 50% de los más pobres del país.

En suma, vivimos en un país que lleva a cuestas poca transparencia, gran impunidad y mucha desigualdad. Estamos en un país con graves y crónicos problemas sociales y económicos. En esta realidad en que vivimos, el combate a la corrupción debería tener como complemento el combate a la impunidad y a la desigualdad.

Es muy probable que no haya resultados plausibles en el combate a uno de estos tres ámbitos si no se enfrenta con efectividad a los otros dos. Se trata de un sistema de problemas que debe combatirse de manera integral. Si se ve complejo es porque sencillamente lo es, definitivamente; no es ninguna ilusión.

Estamos en una sociedad donde se intersectan perfectamente impunidad, corrupción y desigualdad (póngale el orden que quiera, que al final en la vida las sufrimos igual). Y esta difícil situación es difícil que se componga ocupándonos de uno solo de estos aspectos negativos.

El problema complejo tripartita de México es un padecimiento sistémico cuyo tratamiento debe ser integral, profundo y largo. Así como sus causas han trascendido generaciones, su solución trascenderá sexenios. Urge ponernos a trabajar en ese plan de compostura a largo plazo.