/ martes 2 de octubre de 2018

Incapacidad para gobernar

Durante los últimos años hemos visto un sinnúmero de comportamientos, evidencias, justificaciones, corrupciones, cinismos, culpas, en fin, manifestaciones de “personajes” que, por inercia política, buen verbo, amistades, compadrazgos o padrinos, han incursionado en la política y han alcanzado alguna posición de gobierno, ya sea por “forma de vida” (sin necesidad del voto) o por la vía democrática (con voto, aunque sea manipulado).

Desafortunadamente cuando llegan a las posiciones, sea presidente, gobernador, presidente municipal, o algún otro puesto, se dan cuenta que el gobernar no solamente significa “ganar”, sino se requiere de una seria de habilidades, actitudes y conocimientos que dan a estos personajes las competencias necesarias para dirigir un país, un estado o un municipio. Y que estos personajes deberían desarrollar o tener antes de lanzarse.

Los primeros síntomas de esta incapacidad para gobernar son las justificaciones de “falta de presupuesto”, de “así me lo dejaron”, de “los problemas me los heredaron”, “yo no soy el culpable”, etc. Sabiendo que, independientemente de cómo dejaron, heredaron o estado actual de las posiciones, el personaje está tomando el mando, la dirección no sólo para resolver situaciones anteriores, sino también para trabajar por un futuro mejor en las regiones. Qué situación tan sencilla, irreal o deseada, sería que el “anterior” dejara todo en orden, con gran presupuesto y grandes proyectos avanzados.

Otro síntoma notorio es el aprovechar a la prensa, o reuniones o eventos, para resaltar “por qué no se han hecho las cosas” o repetir una y otra vez la situación en que entregaron las administraciones anteriores. Al igual el síntoma de “evitar” reuniones con grupos organizados de la sociedad para discutir, proponer e implementar soluciones a problemáticas. A veces pareciera que estos gobernantes por un lado se quejan y gritan, pero por otro lado negocian o solapan situaciones.

Así también, un síntoma más de incapacidad es que van pasando los días, los meses, los años y los problemas continúan. La inseguridad prevalece, en algunos casos se incrementa, los problemas financieros se agravan, la estructura de gobierno continúa siendo una gran carga, los “servidores públicos” siguen pensando que nos hacen un favor, los mismos gobernantes piensan que debemos rendirles tributo y cortesías para que atiendan a la comunidad, en fin, piensan o se creen que son los dueños de los presupuestos, la infraestructura y las decisiones.

Inclusive empiezan a manipular a los grupos en contra o a favor, según sea su conveniencia en cada una de las organizaciones, universidad, poderes Legislativo y Judicial. Bueno, hasta da risa que traten de imponer alguien de su afinidad en las sociedades de estudiantes de las escuelas.

Estos gobernantes no entienden o no quieren entender que su posición es para servir a la sociedad, que se deben a la sociedad y que los ciudadanos son sus jefes. Pero aun entendiéndolo, por su incapacidad, no saben cómo administrar, no saben cómo conciliar, no saben cómo comunicar, no saben cómo representar, no saben cómo actuar ante crisis, no saben cómo establecer un rumbo, no saben cómo armar un equipo, no saben cómo enfrentar los principales problemas de las regiones, de las comunidades. Y la mayoría de las veces se pasan los días justificando su incapacidad o hablando de promesas que saben ellos que no van a cumplir, y lo único que sucede es que están ocupando una posición que pudiera ser para alguien que sí cuenta con la capacidad de gobernar.

A veces por la esperanza de un gobierno mejor, la ciudadanía da tiempo a los gobernantes a que aprendan y empiecen a actuar. Pero la mayoría de estos gobernantes, por su incapacidad, no avanzan en la solución de los problemas prioritarios, y en muchos casos, por la incapacidad, empeoran las situaciones de los países y regiones. Bien decía un ciudadano en años pasados: si no saben o no pueden, ¡renuncien!

Email: antonio.rios@itesm.mx





Durante los últimos años hemos visto un sinnúmero de comportamientos, evidencias, justificaciones, corrupciones, cinismos, culpas, en fin, manifestaciones de “personajes” que, por inercia política, buen verbo, amistades, compadrazgos o padrinos, han incursionado en la política y han alcanzado alguna posición de gobierno, ya sea por “forma de vida” (sin necesidad del voto) o por la vía democrática (con voto, aunque sea manipulado).

Desafortunadamente cuando llegan a las posiciones, sea presidente, gobernador, presidente municipal, o algún otro puesto, se dan cuenta que el gobernar no solamente significa “ganar”, sino se requiere de una seria de habilidades, actitudes y conocimientos que dan a estos personajes las competencias necesarias para dirigir un país, un estado o un municipio. Y que estos personajes deberían desarrollar o tener antes de lanzarse.

Los primeros síntomas de esta incapacidad para gobernar son las justificaciones de “falta de presupuesto”, de “así me lo dejaron”, de “los problemas me los heredaron”, “yo no soy el culpable”, etc. Sabiendo que, independientemente de cómo dejaron, heredaron o estado actual de las posiciones, el personaje está tomando el mando, la dirección no sólo para resolver situaciones anteriores, sino también para trabajar por un futuro mejor en las regiones. Qué situación tan sencilla, irreal o deseada, sería que el “anterior” dejara todo en orden, con gran presupuesto y grandes proyectos avanzados.

Otro síntoma notorio es el aprovechar a la prensa, o reuniones o eventos, para resaltar “por qué no se han hecho las cosas” o repetir una y otra vez la situación en que entregaron las administraciones anteriores. Al igual el síntoma de “evitar” reuniones con grupos organizados de la sociedad para discutir, proponer e implementar soluciones a problemáticas. A veces pareciera que estos gobernantes por un lado se quejan y gritan, pero por otro lado negocian o solapan situaciones.

Así también, un síntoma más de incapacidad es que van pasando los días, los meses, los años y los problemas continúan. La inseguridad prevalece, en algunos casos se incrementa, los problemas financieros se agravan, la estructura de gobierno continúa siendo una gran carga, los “servidores públicos” siguen pensando que nos hacen un favor, los mismos gobernantes piensan que debemos rendirles tributo y cortesías para que atiendan a la comunidad, en fin, piensan o se creen que son los dueños de los presupuestos, la infraestructura y las decisiones.

Inclusive empiezan a manipular a los grupos en contra o a favor, según sea su conveniencia en cada una de las organizaciones, universidad, poderes Legislativo y Judicial. Bueno, hasta da risa que traten de imponer alguien de su afinidad en las sociedades de estudiantes de las escuelas.

Estos gobernantes no entienden o no quieren entender que su posición es para servir a la sociedad, que se deben a la sociedad y que los ciudadanos son sus jefes. Pero aun entendiéndolo, por su incapacidad, no saben cómo administrar, no saben cómo conciliar, no saben cómo comunicar, no saben cómo representar, no saben cómo actuar ante crisis, no saben cómo establecer un rumbo, no saben cómo armar un equipo, no saben cómo enfrentar los principales problemas de las regiones, de las comunidades. Y la mayoría de las veces se pasan los días justificando su incapacidad o hablando de promesas que saben ellos que no van a cumplir, y lo único que sucede es que están ocupando una posición que pudiera ser para alguien que sí cuenta con la capacidad de gobernar.

A veces por la esperanza de un gobierno mejor, la ciudadanía da tiempo a los gobernantes a que aprendan y empiecen a actuar. Pero la mayoría de estos gobernantes, por su incapacidad, no avanzan en la solución de los problemas prioritarios, y en muchos casos, por la incapacidad, empeoran las situaciones de los países y regiones. Bien decía un ciudadano en años pasados: si no saben o no pueden, ¡renuncien!

Email: antonio.rios@itesm.mx