/ viernes 8 de octubre de 2021

Indomable

El concepto libertad está muy estrangulado, más sin embargo muchos decimos que somos libres por el simple hecho de caminar por este mundo sin restricciones, pero ser plenamente libre viene de la mente, esa que nos puede aprisionar de una manera cruel e imperceptible o liberarnos hasta en los espacios más restringidos.

Cuestiono mis creencias y muchas ya se me hacen ridículas, ilógicas, limitantes, absurdas. ¿De donde vienen? ¿En cual generación se gestaron y con que propósito se difundieron? ¿Acaso me tienen aprisionada y me estoy perdiendo de conocer la verdadera libertad?

Cuando mi celular o computadora se bloquean es necesario resetearlos para que fluya su funcionamiento, y así me siento, como que me hace falta una reseteada. Me voy a la idea tan simple del respeto al derecho ajeno es la paz y es ahí donde encuentro una y millones de respuestas para todo.

Las rejas que nos limitan congregan a muchas personas que piensan como nosotros y en ese apretadero de aplausos y soberbia de estar seguros de tener la razón y ser mejores, es donde empieza la intolerancia hacia muchos que lo único que hacen es ser quienes son y hacen lo que deciden sin hacer daño, solo incomodando a aquellos que creen que tienen la receta ideal para todos, para tener un mundo ideal.

Cuando Jesucristo se manifestó fue en aquella época un indomable, un peligro para las estructuras establecidas de sometimiento e injusticia, se reveló ante esa soberbia de un poder mundano que trasgredía toda regla de amor y paz y lo triste es que hoy y siempre en su nombre se hacen barbaridades, torciendo su mensaje para la conveniencia de muchos.

Jesús nunca miró para abajo a nadie fuera lo que fuera, hiciera lo que hiciera, siempre con la recomendación amorosa de sugerir una sanación personal que liberara al doliente.

¿Qué nos pasa? ¿Qué es lo que rige nuestras acciones?

Cuestionemos en que estamos domesticados y para que, preguntémonos si nuestras actitudes llevan a la paz propia y la del prójimo, advirtamos una guerra en la que vivimos y no aceptamos como tal, despertemos ante armas que portamos desde la lengua hasta el poder de la mente y el cuerpo y que activamos para destruir con una sutileza permitida por una cultura que encuentra en la simple convivencia una oportunidad de ataque continuo.

Seamos indomables ante lo ilógico, ante lo destructivo y escuchemos nuestro corazón cuando nos diga ¡Esto no está bien! Lo que le hacemos al otro es un reflejo de lo que sin duda muchas veces nos hacemos a nosotros mismos.

Me declaro indomable ante lo ilógico que me señala mi corazón, ese sabio que nos quiere frenar ante una embestida cargada de ideas absolutistas.

El alimento más potente para elevar el ego es: creer que tenemos la razón absoluta. ¿Crees que la tienes? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Acaso estás domesticado para creerlo?

ROBERTA CORTAZAR B.


El concepto libertad está muy estrangulado, más sin embargo muchos decimos que somos libres por el simple hecho de caminar por este mundo sin restricciones, pero ser plenamente libre viene de la mente, esa que nos puede aprisionar de una manera cruel e imperceptible o liberarnos hasta en los espacios más restringidos.

Cuestiono mis creencias y muchas ya se me hacen ridículas, ilógicas, limitantes, absurdas. ¿De donde vienen? ¿En cual generación se gestaron y con que propósito se difundieron? ¿Acaso me tienen aprisionada y me estoy perdiendo de conocer la verdadera libertad?

Cuando mi celular o computadora se bloquean es necesario resetearlos para que fluya su funcionamiento, y así me siento, como que me hace falta una reseteada. Me voy a la idea tan simple del respeto al derecho ajeno es la paz y es ahí donde encuentro una y millones de respuestas para todo.

Las rejas que nos limitan congregan a muchas personas que piensan como nosotros y en ese apretadero de aplausos y soberbia de estar seguros de tener la razón y ser mejores, es donde empieza la intolerancia hacia muchos que lo único que hacen es ser quienes son y hacen lo que deciden sin hacer daño, solo incomodando a aquellos que creen que tienen la receta ideal para todos, para tener un mundo ideal.

Cuando Jesucristo se manifestó fue en aquella época un indomable, un peligro para las estructuras establecidas de sometimiento e injusticia, se reveló ante esa soberbia de un poder mundano que trasgredía toda regla de amor y paz y lo triste es que hoy y siempre en su nombre se hacen barbaridades, torciendo su mensaje para la conveniencia de muchos.

Jesús nunca miró para abajo a nadie fuera lo que fuera, hiciera lo que hiciera, siempre con la recomendación amorosa de sugerir una sanación personal que liberara al doliente.

¿Qué nos pasa? ¿Qué es lo que rige nuestras acciones?

Cuestionemos en que estamos domesticados y para que, preguntémonos si nuestras actitudes llevan a la paz propia y la del prójimo, advirtamos una guerra en la que vivimos y no aceptamos como tal, despertemos ante armas que portamos desde la lengua hasta el poder de la mente y el cuerpo y que activamos para destruir con una sutileza permitida por una cultura que encuentra en la simple convivencia una oportunidad de ataque continuo.

Seamos indomables ante lo ilógico, ante lo destructivo y escuchemos nuestro corazón cuando nos diga ¡Esto no está bien! Lo que le hacemos al otro es un reflejo de lo que sin duda muchas veces nos hacemos a nosotros mismos.

Me declaro indomable ante lo ilógico que me señala mi corazón, ese sabio que nos quiere frenar ante una embestida cargada de ideas absolutistas.

El alimento más potente para elevar el ego es: creer que tenemos la razón absoluta. ¿Crees que la tienes? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Acaso estás domesticado para creerlo?

ROBERTA CORTAZAR B.