/ jueves 1 de octubre de 2020

Intolerancia hoy en día

“Pocas veces el hombre tolera lo que no entiende”

- López Barrio -

Hace unos días me enviaron un video que circulaba por las benditas redes sociales donde se escucha a una maestra universitaria del estado de Durango que cargada de una notoria intolerancia, posiblemente ocasionada por este encierro en el que nos tiene la pandemia del Covid-19, les dice a sus alumnos, con voz subida de tono (gritando pues), que no los puede ver a todos y mientras ella no los vea tendrán su respectiva falta y que a la tercera falta estarán dados de baja de su materia; un joven, respetuosamente, le comenta que posiblemente es la conexión del internet de la educadora la del problema ya que él sí puede ver a todos sus compañeros en la plataforma virtual que utilizan, respuesta que ocasionó la furia en la docente que desde luego no se levantó ese día con el pie derecho.

La nueva realidad en la que estamos viviendo (sobreviviendo) y en la que la fragilidad de las personas queda exhibida no determina de ninguna manera la respuesta de los individuos cuando se pierde el control emocional, todos somos diferentes en las reacciones frente a las nuevas maneras de relación, frente a las nuevas modalidades en nuestra faena laboral, las respuestas del ser humano no son iguales y esto tiene que ver con edad, sexo, temperamento, condiciones físicas, y situaciones de salud. A veces es necesario analizar el conjunto de las condiciones que llevan a una persona a salirse de sus casillas, comprender lo analizado y tratar de auxiliarla de la mejor manera posible.

La intolerancia mezclada con el estrés lleva a hacer creer a las personas que siempre tienen la razón, que la verdad sólo les pertenece a ellas, ningún otro punto de vista cabe en el contexto y esto hace que el intolerante siempre adopte una posición agresiva ante aquel tercero que opine diferente a sus pensamientos trayendo como consecuencias la falta de respeto a través de ataques verbales o físicos.

Desconozco si existe una manera eficaz para desaparecer por completo este sentir que hoy en día experimentan miles de personas que tras no soportar más un encierro forzoso revientan emocionalmente a la menor provocación. Ya hemos comentado en este espacio el urgente requerimiento de realizar actividades en casa que mantengan la mente y el cuerpo en movimiento; leámos ese libro que dejamos pendiente meses atrás y que siempre está ahí para nosotros, escuchemos música agradable para nuestros oídos, cantemos, bailemos, disfrutemos en familia de una buena serie o película, tengamos una rutina de ejercicio una hora diaria, armemos ese rompecabezas, juguemos al turista o a serpientes y escaleras. Es muy sencillo encontrar diariamente momentos de felicidad, el bálsamo más necesario hoy en día.


Punto y aparte.

Hace unos días partió físicamente de este mundo doña Margarita, madre de Carlos Esparza, amigo columnista de los lunes en este rotativo y compañero de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua a quien envío un abrazo solidario reiterándole el aprecio.

“Pocas veces el hombre tolera lo que no entiende”

- López Barrio -

Hace unos días me enviaron un video que circulaba por las benditas redes sociales donde se escucha a una maestra universitaria del estado de Durango que cargada de una notoria intolerancia, posiblemente ocasionada por este encierro en el que nos tiene la pandemia del Covid-19, les dice a sus alumnos, con voz subida de tono (gritando pues), que no los puede ver a todos y mientras ella no los vea tendrán su respectiva falta y que a la tercera falta estarán dados de baja de su materia; un joven, respetuosamente, le comenta que posiblemente es la conexión del internet de la educadora la del problema ya que él sí puede ver a todos sus compañeros en la plataforma virtual que utilizan, respuesta que ocasionó la furia en la docente que desde luego no se levantó ese día con el pie derecho.

La nueva realidad en la que estamos viviendo (sobreviviendo) y en la que la fragilidad de las personas queda exhibida no determina de ninguna manera la respuesta de los individuos cuando se pierde el control emocional, todos somos diferentes en las reacciones frente a las nuevas maneras de relación, frente a las nuevas modalidades en nuestra faena laboral, las respuestas del ser humano no son iguales y esto tiene que ver con edad, sexo, temperamento, condiciones físicas, y situaciones de salud. A veces es necesario analizar el conjunto de las condiciones que llevan a una persona a salirse de sus casillas, comprender lo analizado y tratar de auxiliarla de la mejor manera posible.

La intolerancia mezclada con el estrés lleva a hacer creer a las personas que siempre tienen la razón, que la verdad sólo les pertenece a ellas, ningún otro punto de vista cabe en el contexto y esto hace que el intolerante siempre adopte una posición agresiva ante aquel tercero que opine diferente a sus pensamientos trayendo como consecuencias la falta de respeto a través de ataques verbales o físicos.

Desconozco si existe una manera eficaz para desaparecer por completo este sentir que hoy en día experimentan miles de personas que tras no soportar más un encierro forzoso revientan emocionalmente a la menor provocación. Ya hemos comentado en este espacio el urgente requerimiento de realizar actividades en casa que mantengan la mente y el cuerpo en movimiento; leámos ese libro que dejamos pendiente meses atrás y que siempre está ahí para nosotros, escuchemos música agradable para nuestros oídos, cantemos, bailemos, disfrutemos en familia de una buena serie o película, tengamos una rutina de ejercicio una hora diaria, armemos ese rompecabezas, juguemos al turista o a serpientes y escaleras. Es muy sencillo encontrar diariamente momentos de felicidad, el bálsamo más necesario hoy en día.


Punto y aparte.

Hace unos días partió físicamente de este mundo doña Margarita, madre de Carlos Esparza, amigo columnista de los lunes en este rotativo y compañero de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua a quien envío un abrazo solidario reiterándole el aprecio.