/ jueves 23 de abril de 2020

Juntos lo vamos a lograr

Este tiempo, como ningún otro en tiempos contemporáneos, la contingencia representa un desafío que pone en entredicho todo aquello cuanto sabíamos de la forma de hacer las cosas, de esta manera, un aspecto vital de la sociedad, como es el sistema educativo se pone en jaque y la necesidad de innovar ante la emergencia se coloca no sólo como una necesidad, sino como una exigencia.

Se trata de un problema que afecta a 166 países en el mundo que tienen cerrados sus edificios escolares, más de mil quinientos millones de estudiantes que no pueden acudir de manera normal a su educación que, para decirlo en breve, nueve de cada diez estudiantes en el mundo están en una circunstancia que complica el llevar a cabo su educación como la hemos conocido hasta ahora.

En este marco de emergencia, cobran especial circunstancia las violencias y las desigualdades existentes en los diversos países, aspectos que trastocan fuertemente las posibilidades de acceso de estudiantes, sobre todo de los menos favorecidos para disfrutar del derecho a la educación consagrado en la carta magna.

Si a ello le agregamos el fracaso de políticas educativas del pasado en donde esfuerzos económicos muy importantes en estrategias digitales como “Enciclomedia”, “Habilidades digitales para todos”, “@prende 2.0”, “Programa de inclusión y Alfabetización digital” entrega de laptops que, tan sólo entre 2008 y 2016 nuestro país ha gastado, de acuerdo con información de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) 36, 596 millones de pesos.

A pesar de ello, la mayor confianza que debemos de tener para responder a la emergencia, es a la cercanía, confianza, capacidad de adaptación, innovación y esfuerzo que cada maestra y cada maestro ponen cada día para que el milagro de la educación se lleve a cabo en cada una de las casi un cuarto de millón de centros escolares que hay en nuestro país, de las cuales más del 40% son de organización incompleta, es decir, un docente atiende más de un grado o una responsabilidad en la escuela.

Es decir, más allá de lo que las autoridades educativas han puesto sobre la mesa en materia de infraestructura y estrategia educativa, así como el pago de nómina (que no es menor), en la mayoría de los casos, para que continúe la labor educativa, se ha hecho patente el esfuerzo en conjunto de magisterio y familias que, mediante rifas, kermeses, aportaciones económicas directas, “fatigas” (trabajo directo en obras de la escuela), se mantiene mucho de lo que hoy se cuenta en educación para seguir adelante.

El magisterio es la única profesión en donde el trabajador colabora directamente con su salario para pintar su espacio de trabajo, sacar copias, mantener comunicación son sus padres de familia con los medios que tiene a su alcance.

Sí, estoy seguro de que habremos de salir muy bien librados de este problema, confío plenamente, no sólo en la capacidad de innovación e improvisación ante esta nueva realidad, sino porque la magia del propio sistema educativo es que a pesar y en contra de todas las circunstancias y problemáticas, se ha salido adelante hasta ahora.

Mis respetos, reconocimiento y buenos deseos para que en este nuevo trance en el que se generan nuevas y difíciles circunstancias, habremos de salir adelante con el compromiso, concurso y responsabilidad del magisterio nacional.

https://manuelnavarrow.com

Este tiempo, como ningún otro en tiempos contemporáneos, la contingencia representa un desafío que pone en entredicho todo aquello cuanto sabíamos de la forma de hacer las cosas, de esta manera, un aspecto vital de la sociedad, como es el sistema educativo se pone en jaque y la necesidad de innovar ante la emergencia se coloca no sólo como una necesidad, sino como una exigencia.

Se trata de un problema que afecta a 166 países en el mundo que tienen cerrados sus edificios escolares, más de mil quinientos millones de estudiantes que no pueden acudir de manera normal a su educación que, para decirlo en breve, nueve de cada diez estudiantes en el mundo están en una circunstancia que complica el llevar a cabo su educación como la hemos conocido hasta ahora.

En este marco de emergencia, cobran especial circunstancia las violencias y las desigualdades existentes en los diversos países, aspectos que trastocan fuertemente las posibilidades de acceso de estudiantes, sobre todo de los menos favorecidos para disfrutar del derecho a la educación consagrado en la carta magna.

Si a ello le agregamos el fracaso de políticas educativas del pasado en donde esfuerzos económicos muy importantes en estrategias digitales como “Enciclomedia”, “Habilidades digitales para todos”, “@prende 2.0”, “Programa de inclusión y Alfabetización digital” entrega de laptops que, tan sólo entre 2008 y 2016 nuestro país ha gastado, de acuerdo con información de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) 36, 596 millones de pesos.

A pesar de ello, la mayor confianza que debemos de tener para responder a la emergencia, es a la cercanía, confianza, capacidad de adaptación, innovación y esfuerzo que cada maestra y cada maestro ponen cada día para que el milagro de la educación se lleve a cabo en cada una de las casi un cuarto de millón de centros escolares que hay en nuestro país, de las cuales más del 40% son de organización incompleta, es decir, un docente atiende más de un grado o una responsabilidad en la escuela.

Es decir, más allá de lo que las autoridades educativas han puesto sobre la mesa en materia de infraestructura y estrategia educativa, así como el pago de nómina (que no es menor), en la mayoría de los casos, para que continúe la labor educativa, se ha hecho patente el esfuerzo en conjunto de magisterio y familias que, mediante rifas, kermeses, aportaciones económicas directas, “fatigas” (trabajo directo en obras de la escuela), se mantiene mucho de lo que hoy se cuenta en educación para seguir adelante.

El magisterio es la única profesión en donde el trabajador colabora directamente con su salario para pintar su espacio de trabajo, sacar copias, mantener comunicación son sus padres de familia con los medios que tiene a su alcance.

Sí, estoy seguro de que habremos de salir muy bien librados de este problema, confío plenamente, no sólo en la capacidad de innovación e improvisación ante esta nueva realidad, sino porque la magia del propio sistema educativo es que a pesar y en contra de todas las circunstancias y problemáticas, se ha salido adelante hasta ahora.

Mis respetos, reconocimiento y buenos deseos para que en este nuevo trance en el que se generan nuevas y difíciles circunstancias, habremos de salir adelante con el compromiso, concurso y responsabilidad del magisterio nacional.

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