/ jueves 1 de octubre de 2020

La abierta y ascendiente confrontación federal y estatal

El estado de Chihuahua no sólo afronta graves crisis (económica, sanitaria, de seguridad y la sequía), sino que ahora padece una animadversión federal encabezada y dirigida por el propio presidente de la República.

No se recuerdan enfrentamientos públicos tan enconados entre el gobierno federal y el chihuahuense, ni siquiera en el sexenio de Echeverría. Las formas institucionales se han degradado si no es que perdido entre los protagonistas en una escalada de injurias que podría devenir en un serio conflicto entre el centro y el estado más grande del país.

En el anterior artículo advertía sobre el riesgo de que el conflicto del agua en lugar de ser resuelto pudiera desembocar en una mayor politización y polarización, como desafortunadamente ha sucedido en los últimos días.

Los errores de la Conagua al utilizar el agua de las presas chihuahuenses para cubrir el déficit en la cuota internacional se han agravado al grado de que, ante la ausencia de lluvias, los agricultores de la zona centro-sur del estado no podrán asegurar los cultivos del próximo año, pues al parecer las presas involucradas sólo cuentan con unos 808 millones de metros cúbicos de agua.

La reciente medición realizada por esta dependencia federal del volumen de la presa La Boquilla provocó la burla de los usuarios, pues utilizaron para ello sólo una soga con una placa metálica en uno de sus extremos.

En lugar de crear comisiones para dialogar y acordar medidas con los campesinos chihuahuenses, se les lanzó una campaña intimidatoria como el congelamiento de las cuentas de sus líderes y una investigación supuestamente porque algunos de ellos están confabulados con los acaparadores de las cuotas de riego de la zona.

La última embestida la realizó el propio presidente López Obrador en contra del gobernador Javier Corral en una de sus conferencias “mañaneras”.

Los dimes y diretes entre estos dos personajes han enrarecido las relaciones entre la federación y Chihuahua, pese a que ambos deberían enfocarse en la búsqueda de soluciones consensadas en lugar de criticarse directamente uno al otro.

La diplomacia y la intermediación han brillado por su ausencia, pues el gobierno federal en lugar de utilizar a la Secretaría de gobernación lo hizo con la de seguridad retirando a los representantes estatales de las mesas de coordinación de seguridad.

Un subsecretario incluso hizo declaraciones acusatorias temerarias de que no sólo el gobernador Corral estaba defendiendo los intereses de los acaparadores del agua, sino también los del crimen organizado.

Las burdas teorías conspiratorias creadas por algunos funcionarios federales para justificar su obvia incompetencia han agudizado un problema de por sí grave como lo es la escasez de agua en Chihuahua.

En estos problemáticos tiempos de pandemia y crisis económica los egos políticos y personales deben ser dejados a un lado para trabajar en conjunto en la solución no sólo de los conflictos, sino también para elaborar estrategias para superar la adversidad que agobia no sólo al estado, sino a todo el país.

La propuesta es que tanto López Obrador como Corral ejerzan su cargo anteponiendo el bienestar común y pospongan sus diferencias añejas en aras de lograr trabajar coordinados en favor de los chihuahuenses y los mexicanos.

El estado de Chihuahua no sólo afronta graves crisis (económica, sanitaria, de seguridad y la sequía), sino que ahora padece una animadversión federal encabezada y dirigida por el propio presidente de la República.

No se recuerdan enfrentamientos públicos tan enconados entre el gobierno federal y el chihuahuense, ni siquiera en el sexenio de Echeverría. Las formas institucionales se han degradado si no es que perdido entre los protagonistas en una escalada de injurias que podría devenir en un serio conflicto entre el centro y el estado más grande del país.

En el anterior artículo advertía sobre el riesgo de que el conflicto del agua en lugar de ser resuelto pudiera desembocar en una mayor politización y polarización, como desafortunadamente ha sucedido en los últimos días.

Los errores de la Conagua al utilizar el agua de las presas chihuahuenses para cubrir el déficit en la cuota internacional se han agravado al grado de que, ante la ausencia de lluvias, los agricultores de la zona centro-sur del estado no podrán asegurar los cultivos del próximo año, pues al parecer las presas involucradas sólo cuentan con unos 808 millones de metros cúbicos de agua.

La reciente medición realizada por esta dependencia federal del volumen de la presa La Boquilla provocó la burla de los usuarios, pues utilizaron para ello sólo una soga con una placa metálica en uno de sus extremos.

En lugar de crear comisiones para dialogar y acordar medidas con los campesinos chihuahuenses, se les lanzó una campaña intimidatoria como el congelamiento de las cuentas de sus líderes y una investigación supuestamente porque algunos de ellos están confabulados con los acaparadores de las cuotas de riego de la zona.

La última embestida la realizó el propio presidente López Obrador en contra del gobernador Javier Corral en una de sus conferencias “mañaneras”.

Los dimes y diretes entre estos dos personajes han enrarecido las relaciones entre la federación y Chihuahua, pese a que ambos deberían enfocarse en la búsqueda de soluciones consensadas en lugar de criticarse directamente uno al otro.

La diplomacia y la intermediación han brillado por su ausencia, pues el gobierno federal en lugar de utilizar a la Secretaría de gobernación lo hizo con la de seguridad retirando a los representantes estatales de las mesas de coordinación de seguridad.

Un subsecretario incluso hizo declaraciones acusatorias temerarias de que no sólo el gobernador Corral estaba defendiendo los intereses de los acaparadores del agua, sino también los del crimen organizado.

Las burdas teorías conspiratorias creadas por algunos funcionarios federales para justificar su obvia incompetencia han agudizado un problema de por sí grave como lo es la escasez de agua en Chihuahua.

En estos problemáticos tiempos de pandemia y crisis económica los egos políticos y personales deben ser dejados a un lado para trabajar en conjunto en la solución no sólo de los conflictos, sino también para elaborar estrategias para superar la adversidad que agobia no sólo al estado, sino a todo el país.

La propuesta es que tanto López Obrador como Corral ejerzan su cargo anteponiendo el bienestar común y pospongan sus diferencias añejas en aras de lograr trabajar coordinados en favor de los chihuahuenses y los mexicanos.