/ jueves 14 de noviembre de 2019

La adicción al celular

“La adicción es tal vez una enfermedad del espíritu”

- Osamu Dazai -

Mis queridos alumnos de la materia de Mercado de Capitales que ya rebasan las dos décadas de edad ya saben que la primera actividad que se realiza en la clase es apagar el teléfono celular y dejarlo sobre una silla al frente del salón. Más de veinte celulares son desconectados por casi tres horas de esta realidad que les demuestra que no son tan indispensables como muchos creen o quieren hacernos creer. La angustia de no estar en el Face o en el Whats a través del celular se disipa al principio más a fuerza que con ganas y conforme avanza la clase los celulares son completamente enviados al mundo de la inexistencia. No pasa nada.

Si hoy en día alguien por descuido olvida su teléfono celular en algún lugar el mundo se le derrumba momentáneamente hasta que lo vuelve a tener entre sus manos, así de atrapados nos tienen estos aparatos. Y es que es de suma importancia estar al pendiente de qué es lo que se platica en el chat de los amigos de la secundaria, o en el chat que crearon las madres de los niños que están con nuestros hijos en la escuela, que por lo general sirven para chismear más que para asuntos escolares.

En las comidas familiares los teléfonos celulares deberían estar prohibidos y poner alguna multa o alguna consecuencia a quien lo use. El sentido de comer en familia es disfrutar los pocos minutos que tenemos para estar reunidos en el día y no aislados por las aplicaciones del nuevo “iPhone 5,000”.

Cae en los terrenos de la tristeza y la preocupación el ver a niños que aún no rebasan los diez años y se pasan su tiempo libre en el celular; ya no platican entre amigos, ya no juegan a la trae o al chinchilagua, ya no se rasgan los pantalones jugando en la tierra, ya no llegan apestando a león después de un recreo sudoroso; ya no. Hoy en el patio de la escuela prenden su celular y se la pasan mensajeándose con amigos que se encuentran a diez metros de distancia ocasionando con esto un paulatino aislamiento que a la larga tendrá consecuencias no gratas.

Esto de la adicción al celular no se limita a los niños o a los jóvenes, la mayoría andamos en las mismas y no reparamos en la molestia hasta que vemos a terceros ya sea conduciendo el vehículo con la mano izquierda y con la derecha mandando whats apps o viendo a alguien en el cine con la luz de su celular prendida mientras el villano de la película está por caer. Son demasiado molestos estos tipos. ¿Verdad?

Por supuesto que es importante conocer y utilizar los nuevos medios de comunicación que nos permiten estar conectados con el infinito y más allá; de lo que se trata es de saber utilizarlos; en dónde utilizarlos, pero sobre todo cuándo utilizarlos. Si después de meditar al respecto y ponemos nuestro mejor esfuerzo por hacerlo y de plano no podemos, entonces nos encontramos en una enfermiza adicción que lejos de estar a la vanguardia hay que atenderla; ¿se escucha fuerte?, pues eso.

Y ahora los dejo, voy a ver mis mensajes.

Hasta la próxima.

aruedam@hotmail.com


“La adicción es tal vez una enfermedad del espíritu”

- Osamu Dazai -

Mis queridos alumnos de la materia de Mercado de Capitales que ya rebasan las dos décadas de edad ya saben que la primera actividad que se realiza en la clase es apagar el teléfono celular y dejarlo sobre una silla al frente del salón. Más de veinte celulares son desconectados por casi tres horas de esta realidad que les demuestra que no son tan indispensables como muchos creen o quieren hacernos creer. La angustia de no estar en el Face o en el Whats a través del celular se disipa al principio más a fuerza que con ganas y conforme avanza la clase los celulares son completamente enviados al mundo de la inexistencia. No pasa nada.

Si hoy en día alguien por descuido olvida su teléfono celular en algún lugar el mundo se le derrumba momentáneamente hasta que lo vuelve a tener entre sus manos, así de atrapados nos tienen estos aparatos. Y es que es de suma importancia estar al pendiente de qué es lo que se platica en el chat de los amigos de la secundaria, o en el chat que crearon las madres de los niños que están con nuestros hijos en la escuela, que por lo general sirven para chismear más que para asuntos escolares.

En las comidas familiares los teléfonos celulares deberían estar prohibidos y poner alguna multa o alguna consecuencia a quien lo use. El sentido de comer en familia es disfrutar los pocos minutos que tenemos para estar reunidos en el día y no aislados por las aplicaciones del nuevo “iPhone 5,000”.

Cae en los terrenos de la tristeza y la preocupación el ver a niños que aún no rebasan los diez años y se pasan su tiempo libre en el celular; ya no platican entre amigos, ya no juegan a la trae o al chinchilagua, ya no se rasgan los pantalones jugando en la tierra, ya no llegan apestando a león después de un recreo sudoroso; ya no. Hoy en el patio de la escuela prenden su celular y se la pasan mensajeándose con amigos que se encuentran a diez metros de distancia ocasionando con esto un paulatino aislamiento que a la larga tendrá consecuencias no gratas.

Esto de la adicción al celular no se limita a los niños o a los jóvenes, la mayoría andamos en las mismas y no reparamos en la molestia hasta que vemos a terceros ya sea conduciendo el vehículo con la mano izquierda y con la derecha mandando whats apps o viendo a alguien en el cine con la luz de su celular prendida mientras el villano de la película está por caer. Son demasiado molestos estos tipos. ¿Verdad?

Por supuesto que es importante conocer y utilizar los nuevos medios de comunicación que nos permiten estar conectados con el infinito y más allá; de lo que se trata es de saber utilizarlos; en dónde utilizarlos, pero sobre todo cuándo utilizarlos. Si después de meditar al respecto y ponemos nuestro mejor esfuerzo por hacerlo y de plano no podemos, entonces nos encontramos en una enfermiza adicción que lejos de estar a la vanguardia hay que atenderla; ¿se escucha fuerte?, pues eso.

Y ahora los dejo, voy a ver mis mensajes.

Hasta la próxima.

aruedam@hotmail.com