“Las denuncias del gobernador de Chihuahua… tomaron rumbo y tintes políticos… esto ya ha derivado en una cosa mucho más política”. No lo digo yo lector, son palabras de Jacqueline Peschard, presidenta del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción, hace unos días. Claridad, mucha claridad en lo que dice Peschard. Y vamos poniendo las cosas en su lugar.
El reclamo del gobernador Corral acerca de la distribución de los recursos públicos a entidades federativas, a través de los fondos de desarrollo regional del Ramo 23, es poco claro, confusamente justificado por el gobernador con argumentos maniqueos. Asegurar que no se le transfirieron los citados recursos (los cuales cambian año con año), por su lucha en contra del exgobernador Duarte, esta afirmación es por decir lo menos, incierta.
Denunciar a un exgobernador que hizo desvío de recursos y aportar las pruebas que así lo demuestren, es parte del trabajo que se debe hacer. Y es que esas labores persisten inconsistencias, como la de tener como testigos protegidos a aquellos a quienes se les imputan cargos y responsabilidad de esos hechos. Y esto no es consistente con el maniqueísmo que maneja últimamente el gobernador Corral, donde para él, sólo para él, los buenos son los que están de su lado y no critican lo que hace o no hace; y los malos son aquellos quienes cuestionan la razón y la finalidad de esta caravana mediática.
Las autoridades no dirimen sus diferencias en una caravana, en una marcha, en un mitin; las diferencias se atienden en una mesa de diálogo de la que debe salir un acuerdo que permita a ambas partes llegar a un arreglo en bien, no de ellos, sino de la ciudadanía que los eligió para atender y resolver los conflictos de un estado, municipio o país.
Nadie dice que el gobernador sea un policía que esté detrás de los delincuentes, o que esté en la ventilla de atención a quejas del gobierno estatal, no es su trabajo ciertamente; su trabajo está en asegurarse de que los que estén ahí, lo hagan bien, estén capacitados, tengan salarios dignos, atiendan debidamente a la ciudadanía, entre otras cosas.
Porque para toda aquella ciudadanía que carece de servicios básicos, que está desatendida, que ha sido víctima de la delincuencia, la mentada Caravana de la Dignidad no le resuelve a nadie la vida digna que la ciudadanía requiere, porque lo que necesita no son focos mediáticos para resolver sus problemas del día.
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