/ jueves 13 de agosto de 2020

LA CULTURA DEL LINCHAMIENTO 

En el asalto que terminó en golpiza el pasado 31 de julio, cuyo video se hizo viral, se observa a unos ciudadanos agrediendo físicamente al delincuente. Es evidencia de cómo el linchamiento es una de las expresiones más graves de la crisis que en materia de inseguridad, violencia e impunidad enfrenta nuestro país. Es consecuencia de la desconfianza y lejanía de las autoridades respecto a la sociedad, como de la falta reiterada de la aplicación de la ley y la incapacidad de las instancias de gobierno para generar condiciones que permitan la convivencia pacífica entre las personas.

Y no es para menos. Los linchamientos han crecido consistentemente en México: en 2015, 43 casos; 2016, 59; 2017, 60; 2018, 174, y para agosto 2019, 135 casos. Hay razones para pensar que el robo se ha incrementado en los estados con más linchamientos. A lo anterior se suma la impunidad, o falta de sanción por delitos. De acuerdo al Informe Especial Sobre Linchamientos en el Territorio Nacional de la Comisión de Nacional de los Derechos Humanos y el Instituto de Investigaciones Sociales a mayo 2019, el 76% de los eventos revisados al 2018 se concentraban en 5 estados:

Puebla, el Estado de México, Tabasco, Ciudad de México e Hidalgo, y amenazaba con extenderse. Ya vemos memes en las redes sociales donde el personaje de Iron Man está en uno de los vehículos de transporte público “pesero” porque Jarvis, su ayudante de inteligencia artificial, le ha dicho que es el próximo punto de reclutamiento para los nuevos Vengadores. Esos “héroes” anónimos no son más que el polo opuesto de una justicia que deja sueltos a los delincuentes. Pero, aquí no se trata de personajes con superpoderes, con fines de entretenimiento, en una sociedad desarrollada.

Son personas comunes y corrientes que se ven despojados en la vía pública o se han topado con su hogar desvalijado; que al denunciar el crimen, sólo han tenido la amigable visita de una patrulla y un par de horas invertidas en una declaración ante la Fiscalía, en ocasiones, a riesgo de su integridad física, casi sin la esperanza de que sus pertenencias les sean devueltas, en una sociedad, como la nuestra, abrumada por los problemas económicos o sociales. Recordemos que las leyes surgieron como alternativa frente a la excesiva arbitrariedad irracional de la justicia personal o popular.

Pero si de lo que se trata es de una autoridad que es indolente o incapaz de proteger a la sociedad o a los individuos; que no corresponde al delito con el castigo y es arbitraria respecto a quienes perdona sus faltas frente a los que sí las encaran (o que no tienen forma de evitarlas), parece difícil que los nichos donde se encuentra ausente esa autoridad, no sean ocupados por individuos, organizaciones formales o informales, legales o ilegales que busquen ejercer el orden, obtener beneficios, o ambos, de manera contundente o sutil, pero con absoluta discrecionalidad.

agusperezr@hotmail.com

En el asalto que terminó en golpiza el pasado 31 de julio, cuyo video se hizo viral, se observa a unos ciudadanos agrediendo físicamente al delincuente. Es evidencia de cómo el linchamiento es una de las expresiones más graves de la crisis que en materia de inseguridad, violencia e impunidad enfrenta nuestro país. Es consecuencia de la desconfianza y lejanía de las autoridades respecto a la sociedad, como de la falta reiterada de la aplicación de la ley y la incapacidad de las instancias de gobierno para generar condiciones que permitan la convivencia pacífica entre las personas.

Y no es para menos. Los linchamientos han crecido consistentemente en México: en 2015, 43 casos; 2016, 59; 2017, 60; 2018, 174, y para agosto 2019, 135 casos. Hay razones para pensar que el robo se ha incrementado en los estados con más linchamientos. A lo anterior se suma la impunidad, o falta de sanción por delitos. De acuerdo al Informe Especial Sobre Linchamientos en el Territorio Nacional de la Comisión de Nacional de los Derechos Humanos y el Instituto de Investigaciones Sociales a mayo 2019, el 76% de los eventos revisados al 2018 se concentraban en 5 estados:

Puebla, el Estado de México, Tabasco, Ciudad de México e Hidalgo, y amenazaba con extenderse. Ya vemos memes en las redes sociales donde el personaje de Iron Man está en uno de los vehículos de transporte público “pesero” porque Jarvis, su ayudante de inteligencia artificial, le ha dicho que es el próximo punto de reclutamiento para los nuevos Vengadores. Esos “héroes” anónimos no son más que el polo opuesto de una justicia que deja sueltos a los delincuentes. Pero, aquí no se trata de personajes con superpoderes, con fines de entretenimiento, en una sociedad desarrollada.

Son personas comunes y corrientes que se ven despojados en la vía pública o se han topado con su hogar desvalijado; que al denunciar el crimen, sólo han tenido la amigable visita de una patrulla y un par de horas invertidas en una declaración ante la Fiscalía, en ocasiones, a riesgo de su integridad física, casi sin la esperanza de que sus pertenencias les sean devueltas, en una sociedad, como la nuestra, abrumada por los problemas económicos o sociales. Recordemos que las leyes surgieron como alternativa frente a la excesiva arbitrariedad irracional de la justicia personal o popular.

Pero si de lo que se trata es de una autoridad que es indolente o incapaz de proteger a la sociedad o a los individuos; que no corresponde al delito con el castigo y es arbitraria respecto a quienes perdona sus faltas frente a los que sí las encaran (o que no tienen forma de evitarlas), parece difícil que los nichos donde se encuentra ausente esa autoridad, no sean ocupados por individuos, organizaciones formales o informales, legales o ilegales que busquen ejercer el orden, obtener beneficios, o ambos, de manera contundente o sutil, pero con absoluta discrecionalidad.

agusperezr@hotmail.com