/ jueves 30 de julio de 2020

La disputa por el agua en Chihuahua

La presencia de la Guardia Nacional en la presa Francisco I. Madero (Las Vírgenes), derivó en otro enfrentamiento con los agricultores de la región de Delicias al intentar éstos evitar que se abrieran las compuertas de la presa.

Afortunadamente durante el choque no hubo lesionados salvo algunos que recibieron balas de goma disparadas por los uniformados. Prudentemente los campesinos se retiraron y aceptaron la intermediación del gobierno del estado para llegar a una solución del conflicto.

A pesar de la gravedad del problema la titular de la Conagua brilla por su ausencia al igual que otros funcionarios del gobierno federal que se escudan en la necesidad (o necedad), de cumplir prematuramente con lo estipulado en el Tratado Internacional de Aguas con EUA.

La postura presidencial es que el movimiento de los agricultores es “politiquería” de algunos partidos para “sacar raja” en las siguientes elecciones. Les prometió a los agricultores que nadie se iba a quedar sin agua, lo cual consideró que era falso y manipulado con fines políticos.

Al parecer López Obrador tiene otros datos distintos a los proporcionados por los dirigentes de las protestas, los cuales han expresado que se han vertido millones de metros cúbicos sin que sean contabilizados para el pago estipulado en el tratado citado.

Por ello para llegar a una real solución de este añejo problema, además de una acuciosa revisión del convenio internacional, lo primero que se debería hacer es informar adecuadamente sobre la magnitud de la deuda pendiente, así como de la capacidad real actual y futura de las presas chihuahuenses.

La polarización entre el gobierno federal, la tibia actuación del estatal y la firme postura de los agricultores no es un buen indicio de que se pueda resolver este conflicto a corto plazo.

No se trata de que por cuestiones personales o partidistas se evalúe erróneamente un problema obvio de escasez de agua y del cómo se debe utilizar ésta sin afectar la producción agrícola centro-sur del estado, la de mayor generación de recursos económicos agropecuarios y de la cual dependen miles de familias.

Una de las pruebas de que la visión presidencial es errónea es, como lo señaló acertadamente el compañero editorialista Javier Félix, que ninguno de los dirigentes involucrados en las protestas es aspirante a la gubernatura o a otro cargo que se dispute el año entrante, por lo que no es una cuestión partidista o electoral, sino una lucha por la sobrevivencia de los campesinos.

Los que supuestamente pretenden la candidatura para gobernador por los distintos partidos no se han involucrado, menos los morenistas que están agazapados como Pérez Cuéllar o Juan Carlos Loera. Éste último menos intentará participar después de cómo le fue cuando intentó negociar con los agricultores de Ojinaga y lo mantuvieron retenido varias horas en la presidencia municipal.

Es tiempo que tanto los titulares del gobierno federal como del estatal se aboquen a que las partes en disputa lleguen a un acuerdo justo y equitativo en lugar de mantener posiciones partidistas o futuristas electorales. De no hacerlo continuará la guerra por el agua en Chihuahua con resultados impredecibles y poco positivos para todos.

Aprovecho este espacio para felicitar a todos los que hacen posible la presencia diaria de El Heraldo de Chihuahua, por los 93 años de su existencia en esta ciudad.

La presencia de la Guardia Nacional en la presa Francisco I. Madero (Las Vírgenes), derivó en otro enfrentamiento con los agricultores de la región de Delicias al intentar éstos evitar que se abrieran las compuertas de la presa.

Afortunadamente durante el choque no hubo lesionados salvo algunos que recibieron balas de goma disparadas por los uniformados. Prudentemente los campesinos se retiraron y aceptaron la intermediación del gobierno del estado para llegar a una solución del conflicto.

A pesar de la gravedad del problema la titular de la Conagua brilla por su ausencia al igual que otros funcionarios del gobierno federal que se escudan en la necesidad (o necedad), de cumplir prematuramente con lo estipulado en el Tratado Internacional de Aguas con EUA.

La postura presidencial es que el movimiento de los agricultores es “politiquería” de algunos partidos para “sacar raja” en las siguientes elecciones. Les prometió a los agricultores que nadie se iba a quedar sin agua, lo cual consideró que era falso y manipulado con fines políticos.

Al parecer López Obrador tiene otros datos distintos a los proporcionados por los dirigentes de las protestas, los cuales han expresado que se han vertido millones de metros cúbicos sin que sean contabilizados para el pago estipulado en el tratado citado.

Por ello para llegar a una real solución de este añejo problema, además de una acuciosa revisión del convenio internacional, lo primero que se debería hacer es informar adecuadamente sobre la magnitud de la deuda pendiente, así como de la capacidad real actual y futura de las presas chihuahuenses.

La polarización entre el gobierno federal, la tibia actuación del estatal y la firme postura de los agricultores no es un buen indicio de que se pueda resolver este conflicto a corto plazo.

No se trata de que por cuestiones personales o partidistas se evalúe erróneamente un problema obvio de escasez de agua y del cómo se debe utilizar ésta sin afectar la producción agrícola centro-sur del estado, la de mayor generación de recursos económicos agropecuarios y de la cual dependen miles de familias.

Una de las pruebas de que la visión presidencial es errónea es, como lo señaló acertadamente el compañero editorialista Javier Félix, que ninguno de los dirigentes involucrados en las protestas es aspirante a la gubernatura o a otro cargo que se dispute el año entrante, por lo que no es una cuestión partidista o electoral, sino una lucha por la sobrevivencia de los campesinos.

Los que supuestamente pretenden la candidatura para gobernador por los distintos partidos no se han involucrado, menos los morenistas que están agazapados como Pérez Cuéllar o Juan Carlos Loera. Éste último menos intentará participar después de cómo le fue cuando intentó negociar con los agricultores de Ojinaga y lo mantuvieron retenido varias horas en la presidencia municipal.

Es tiempo que tanto los titulares del gobierno federal como del estatal se aboquen a que las partes en disputa lleguen a un acuerdo justo y equitativo en lugar de mantener posiciones partidistas o futuristas electorales. De no hacerlo continuará la guerra por el agua en Chihuahua con resultados impredecibles y poco positivos para todos.

Aprovecho este espacio para felicitar a todos los que hacen posible la presencia diaria de El Heraldo de Chihuahua, por los 93 años de su existencia en esta ciudad.